Читать книгу Compendio de la fe cristiana - John Schwarz - Страница 50

Abraham: El patriarca fundador (Génesis 12 a 25)

Оглавление

La historia bíblica no comienza con el nacimiento de Jesús en Belén. Comienza con el llamado a Abraham, el padre de Israel, en Jarán. Abraham nació hace cuatro mil años (2000 a.C.) en Ur de los Caldeos, al norte del Golfo Pérsico, en territorio que hoy es Iraq, una ciudad sumeria cuya gente era culta, manufacturaba cobre y vidrio, tenía vehículos con ruedas y practicaba la astronomía, la medicina y las matemáticas.

El llamado a Abraham. El llamado a Abraham es la elección de Israel para constituirse en el pueblo elegido de Dios. De todas las naciones del mundo, Dios eligió un hombre, Abraham, para ser el padre fundador de una comunidad que sería luz de Dios para las naciones y traería bendición de Dios a todos los pueblos. ¿Por qué Dios llamó a Abraham? No se nos dice por qué. Según escritos rabínicos posteriores, Dios llamó a muchos pero sólo Abraham respondió.

Las promesas de Dios a Abraham. En Génesis 12, Dios habló a Abraham, a la edad de 75 años, en Jarán, donde vivía con su padre Téraj y su familia. Dios le dijo: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré”. Esta era una orden difícil de cumplir porque en los tiempos antiguos la unidad familiar permanecía intacta hasta que moría el patriarca. Luego Dios hizo tres promesas a Abraham. Primero, le dijo que sería el padre de una “gran nación” (Dios cambió su nombre Abram por Abraham, que significa “padre de muchos”). Segundo, por medio de él “todas las naciones de la tierra” recibirían la bendición de Dios (el favor divino). Tercero, la descendencia de Abraham recibiría “esta tierra”, la región de Canaán, la tierra prometida.

Gracia y fe. La historia de Abraham es una historia de gracia y fe, un relato que va desde Génesis hasta Apocalipsis. En lugar de abandonar a la humanidad caída, a ese pecaminoso mundo que se presenta en Génesis 1 a 11, Dios llamó a Abraham para ser el padre de una comunidad cuya misión era llevar el amor, el perdón y la salvación de Dios a todas las naciones (“pueblos”). Abraham creyó las promesas de Dios y “el Señor lo reconoció a él como justo” (Gn. 15.6). De esa manera, la narración bíblica comienza con la gracia de Dios: su llamado a Abraham. Esta gracia divina, para que sea “gracia salvífica” debe ser aceptada por fe, y como podemos ver en el desarrollo de la historia bíblica, esta respuesta llega a precisarse como la respuesta por fe en Jesucristo, aquel que murió para reconciliar a la humanidad con Dios y a los seres humanos entre sí.

El pacto abrahámico. El concepto bíblico de pacto alude a una relación entre Dios y su pueblo, e incluye tanto promesas como obligaciones. Los tres pactos importantes que Dios hizo con Israel fueron: el pacto de elección con Abraham, del cual la “señal” fue la circuncisión (para la mayoría de los cristianos la señal de pertenecer a Dios es el bautismo); el pacto formal con Moisés en el Monte Sinaí, expresado, en parte, en los Diez Mandamientos; y el pacto con David, prometiéndole que uno de sus descendientes sería rey en un reinado que no tendría fin.

Compendio de la fe cristiana

Подняться наверх