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ETAPAS
ОглавлениеEl proceso defensivo se inicia antes de la pérdida de la posesión del balón. Los jugadores que intervienen directamente en él deben preparar mentalmente la atención defensiva: buscando espacios que el equipo adversario pueda utilizar para el inicio de sus acciones ofensivas y adversarios que puedan darle continuidad al proceso ofensivo de su equipo. Cuando se consuma la pérdida de la posesión del balón, todo el equipo ha de pasar por un cambio de actitud de ofensiva a defensiva reajustándose los comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos en la respuesta a las cuatro cuestiones fundamentales: quién (todos los jugadores del equipo), cuándo (en el momento inmediato a la pérdida de la posesión del balón), dónde (en cualquier zona del campo) y cómo (ocupando las posiciones con el objetivo de vigilar los espacios vitales de juego y marcar a los atacantes con y sin posesión del balón). Consideramos fundamentales tres etapas en el proceso defensivo: el equilibrio, la recuperación y la defensa.
• El equilibrio defensivo
Representa una de las fases fundamentales del proceso defensivo. Se puede concretar interdependientemente en dos momentos diferentes y sucesivos:
1. En el desarrollo del proceso ofensivo del propio equipo a través de medidas preventivas realizadas por uno o más jugadores (especializados), que se colocan y actúan en la retaguardia de los adversarios (en fase defensiva) ya que no están directamente implicados en las acciones que determinan objetivamente la recuperación de la posesión del balón.
2. Después de la pérdida de la posesión del balón mediante la rápida reacción de todos los jugadores del equipo que se desplazan en dirección al balón o al jugador que lo posee, a los espacios vitales de juego y a los adversarios que puedan dar de inmediato una continuidad eficaz al proceso ofensivo de su equipo.
Los equipos normalmente pierden su concentración en el juego cuando los jugadores están fatigados, en las situaciones de balón parado (esquemas tácticos) y después de la pérdida de la posesión del balón debido a los desplazamientos de los jugadores del equipo que recupera el balón. En este caso, existe la dificultad de una vigilancia y un marcaje eficaz de esos adversarios directos. Por eso el tiempo ganado por la acción de la presión (después de la pérdida de la posesión del balón) se utiliza para la recuperación y organización de la defensa y la concentración (atención) de los jugadores en el juego, buscando rápidamente los espacios y a los jugadores adversarios más peligrosos. En esta línea de pensamiento, sea cual sea la zona del terreno de juego en la que se pierde la posesión del balón, la primera fase de la organización del proceso defensivo debe ser consustancial a una rápida reacción del equipo mediante desplazamientos en dirección al adversario que posee el balón y hacia los espacios vitales de juego con los siguientes objetivos:
A. Volver a recuperar la posesión del balón para reorganizar el ataque, lo que implica recuperar rápidamente la posesión del balón después de su pérdida, constituye uno de los aspectos del juego que mejor traduce la ganancia de confianza de un equipo y, a la vez, que presiona psicológicamente al equipo contrario. Si unimos a este hecho la posibilidad de que esa rápida recuperación del balón puede proporcionar condiciones ventajosas en términos de creación de situaciones de finalización, mayor será su impacto positivo para uno de los equipos y negativo para el otro. En estas circunstancias, uno de los aspectos esenciales de la fase defensiva de juego consiste en no perder el campo visual, ya que pequeños pormenores pueden determinar inminentes grandes momentos.
B. Impedir el relanzamiento del proceso ofensivo del contrario y, especialmente, que éste renuncie al contraataque. En esta misma línea de pensamiento lógico, y que fue referida en el punto anterior, es siempre importante «frenar» las acciones técnico-tácticas individuales y colectivas de los contrarios inmediatamente después de la recuperación del balón con el objetivo de disminuir el número de opciones posibles en el relanzamiento de su proceso ofensivo. En este ámbito se hallan las soluciones que pueden originar una aceleración positiva del juego en dirección a la portería contraria. De hecho, al reducirle el número de acciones tácticas en el contexto situacional de juego, el adversario concreta acciones que no buscan nada más que el mantenimiento de la posesión del balón y la concreción de acciones previsibles desde el punto de vista táctico.
C. Ganar el tiempo suficiente para que todos los jugadores se puedan organizar en el dispositivo defensivo del equipo. Al no existir la posibilidad de la rápida recuperación de la posesión del balón y disminuir el número de opciones tácticas en el momento del relanzamiento del proceso ofensivo, es necesario temporizar las acciones del equipo adversario para que todos los jugadores se posicionen (mental y físicamente) en la organización defensiva en función de la situación momentánea de juego.
• La recuperación defensiva
Se inicia cuando es imposible recuperar inmediatamente la posesión del balón o evitar la progresión del ataque del contrario en su fase inicial por medio de acciones que consustancian la fase de equilibrio defensivo y dura hasta la ocupación del dispositivo defensivo previamente definido por el equipo. En estas circunstancias cabe reseñar los siguientes aspectos fundamentales que se derivan de la etapa de recuperación defensiva:
1. Marcar durante el desplazamiento de los defensas en la recuperación defensiva a los atacantes que se desmarcan o se posicionan en el mismo espacio de juego, especialmente a los que se dirigen hacia la portería adversaria. Los desplazamientos de la recuperación defensiva se consideran verdaderos exámenes de madurez táctica.
2. Interponerse rápidamente entre el atacante (con o sin posesión del balón) y la propia portería. De hecho, entre todas las cuestiones a las que el defensa debe responder adecuadamente, éste es el sentido táctico dominante, a partir del cual son ejecutados todos los demás comportamientos técnico-tácticos.
3. Obstaculizar constantemente la acción de los atacantes poniéndoles problemas que retarden su progresión en relación con la portería adversaria y posibiliten, al mismo tiempo, situaciones de pérdida de posesión del balón. Es importante recalcar que el repliegue defensivo ha de ser el resultado de la capacidad de los atacantes para traspasar los obstáculos puestos por los defensas y no por el repliegue puro y simple para posiciones defensivas preestablecidas, independientemente de las capacidades técnico-tácticas de los adversarios.
4. Establecer ayudas establecidas y coordinadas entre varios defensas con el objetivo de que cada jugador sienta la importancia de cambiar de posición y misión táctica, pero nunca de responsabilidad y solidaridad. Como se puede comprender, un jugador que tenga muy buenas capacidades técnico-tácticas, si actúa aisladamente, solamente en casos muy raros podrá hacer frente a un ataque colectivo.
• La defensa propiamente dicha
Esta fase constituye la fase principal de la defensa. Presupone la ocupación, por parte de todos los jugadores, del dispositivo defensivo previamente definido por el equipo. Cualquier método defensivo busca en su organización, coordinación y colaboración no sólo la recuperación de la posesión del balón, sino también proteger su portería contra las acciones agresivas desarrolladas por los adversarios. Terminada la etapa del equilibrio y de la recuperación defensiva, la siguiente es la de la defensa propiamente dicha, que completa y complementa los presupuestos de base del establecimiento eficaz de una organización defensiva. En este ámbito importa valorar dos aspectos fundamentales que caracterizan a las defensas modernas:
1. Quitar parte de la iniciativa al proceso ofensivo. Defender no significa solamente proteger la portería, ni la colocación de este o de aquel jugador en este o aquel espacio dentro del método defensivo definido por el equipo. Bajo esta perspectiva, uno de los aspectos fundamentales de cualquier método de juego defensivo de los equipos de rendimiento de elite es la importancia y la necesidad de asegurar, en todo momento del juego, quitar la iniciativa al ataque. Este aspecto puede consustanciarse por los siguientes hechos:
A. El desplazamiento coordinado y homogéneo de todos los jugadores dentro de sus sectores de equipo hacia el centro de juego buscando reducir el espacio donde sus adversarios pueden desarrollar el proceso ofensivo, intentando recuperar el balón en espacios lejanos de su propia portería y buscando beneficios de la ley de fuera de juego.
B. La variación secuencial de la ejecución de los comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos de marcaje sobre los adversarios, como el objetivo de que el orden, el espacio y la velocidad sean imprevisibles a los ojos de los adversarios.
C. El aumento de la presión y agresividad en el marcaje sobre el atacante que posee el balón y de los compañeros que puedan darle continuidad al proceso ofensivo de forma eficaz, es decir, obligarles a tener respuestas tácticas direccionadas hacia una banda o hacia atrás (en dirección a su propia portería).
D. La ubicación en profundidad de uno o dos jugadores que no se implican directamente en la lucha por la recuperación de la posesión del balón pero que asumen actitudes y comportamientos técnico-tácticos de preparación del ataque de su equipo inmediatamente después de que éste recupere el balón. Esto determina consecuentemente que dos o más jugadores del equipo en posesión del balón no se pueden incorporar al proceso ofensivo, pues en estas circunstancias se preocuparán más de la defensa de su propia portería que del ataque a la contraria.
E. La conducción de los adversarios con y sin la posesión del balón hacia espacios menos peligrosos donde se beneficien (a través de la acción conjunta de varios compañeros) de situaciones de superioridad numérica, disminuyendo de esta forma los ángulos del pase o de remate y el número de jugadores a los que se les puede pasar el balón eficazmente, y el juego ofensivo se vuelva previsible.
2. Tener un carácter constructivo. La conceptualización de un método de juego defensivo no se puede caracterizar solamente por la destrucción del proceso ofensivo adversario, sino que debe buscar concomitantemente la base fundamental por la cual se ha de construir el proceso ofensivo inmediatamente después de la recuperación de la posesión del balón. Bajo esta perspectiva, las probabilidades de la acción ofensiva y su culminación con la finalización dependen en gran medida de las circunstancias en las que ocurrió la recuperación de la posesión del balón. El cuadro de referencia que condiciona este hecho está basado fundamentalmente en la zona (espacio de juego/carril de juego), en el estado de la evolución y de la organización tanto en la defensa como en el ataque y en la forma, es decir, en la acción técnico-táctica individual defensiva de la recuperación de la posesión del balón. Basándonos en el análisis de este hecho, es fundamental desarrollar situaciones de entrenamiento que potencien una recuperación «modélica» de la posesión del balón con el objetivo de que sus efectos de carácter impositivo puedan influir en la fase ofensiva resultante. «La defensa no se debe limitar a replicar al adversario; todo lo contrario, tiene que responder siempre con el objetivo de obligar al ataque a preocuparse igualmente con la protección de su propia portería. En esto consiste el carácter agresivo de las defensas modernas» (Teodorescu, 1984).