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2.1. BASES DE LA RACIONALIZACIÓN DEL ESPACIO DE JUEGO

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El sistema de juego proporciona una base racional que permite canalizar la toma de conciencia por parte de todos los jugadores sobre sus derechos y deberes, fundamentalmente en lo que respecta a sus funciones y limitaciones. En otras palabras, se subordinan las acciones individuales a las colectivas a través de una distribución coherente de sus comportamientos con el objetivo de asegurar la coordinación y cooperación entre ellos en la búsqueda del aumento de la rentabilidad y de la eficacia del equipo. Además, esto no significa que cada jugador no encuentre dentro de esta concepción de organización de equipo el «espacio» necesario para reflejar su propia personalidad, su improvisación y su creatividad, ya que éste es un presupuesto integrante de la estructura del juego del equipo. Las situaciones de posesión o no del balón, que se corresponden con complejos movimientos en torno a él (apoyo o cobertura del compañero en posesión del balón o marcaje del adversario con balón) aparentemente sin sentido, corresponden en realidad a situaciones altamente rentables en términos de espacio y tiempo para la concreción de los objetivos momentáneos del equipo (el gol o la recuperación de la posesión del balón). Es en esta ocupación racional constante y fluida del espacio en función de las situaciones momentáneas del juego donde la estructura de juego del equipo expresa su movilidad y flexibilidad al no posibilitar al equipo contrario sus acciones en ningún momento del juego para ocupar, crear y explorar espacios vitales para el desarrollo de la eficacia del proceso ofensivo propio, y restringir, vigilar y marcar espacios vitales cuando se desarrolla el proceso defensivo. Bajo esta perspectiva el espacio de juego ofrece en todo momento la posibilidad de transformar el significado preciso del comportamiento de los jugadores dependiendo de sus intenciones y proyectos, donde todos los movimientos, lejos de ser independientes unos de otros, se influencian mutua y recíprocamente. Un jugador interviene siempre en la organización del juego, aunque sea adversario o compañero, facilitando o impidiendo mediante sus desplazamientos el juego colectivo.


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