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ELEMENTOS DE BASE

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Los elementos de base de los métodos de juego, tanto ofensivos como defensivos, comportan los siguientes atributos:

• Fundamento frente a finalidad

La concepción de cualquier método de juego ofensivo o defensivo se estructura en un primer análisis según un fundamento, pues establece sus principios y bases, y con una finalidad que expresa una intencionalidad que da un significado a todas las actividades de la organización del equipo. De hecho, la organización del equipo se basa en el conjunto de actitudes y comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos, los cuales determinan un fundamento sólido, por un lado, para la comprensión situacional del contexto y, por otro, con una finalidad objetiva para la solución de esas situaciones de juego. Sólo así es posible desarrollar y evolucionar de las respuestas menos complejas hacia las más complejas. En estas circunstancias, siempre que un equipo retrocede en su rendimiento, tanto en el plano individual como en el colectivo, sin que se observen razones aparentes, los medios de entrenamiento se deben direccionar e intensificar planteando ejercicios cuyo contenido contemple profunda y predominantemente los fundamentos y las finalidades de la organización del equipo.


• Simplicidad frente a complejidad

La organización del equipo de fútbol bajo una perspectiva metodológica se tiene que basar en una doble articulación:

1. En la simplicidad de la comprensión de sus fundamentos y finalidades en lo que concierne a su articulación entre los diferentes jugadores y sectores del equipo.

2. En la simplicidad de su aplicación práctica, que se expresa por la solución eficaz de las situaciones problemáticas del juego. Cuanto mayor es la capacidad de los jugadores en su inteligencia táctica, ejecución motriz y talento, más compleja puede ser la organización ofensiva o defensiva de un equipo. Además, el pensamiento y las acciones de carácter «simple» deben permanecer como elementos referenciales de fundamento en todo el método y el ritmo de juego, al que sustentan, en último término, con su eficacia.

• Adaptación frente a flexibilidad

La conceptualización y la construcción del método de juego tanto ofensivo como defensivo se debe basar esencialmente, en un primer análisis, en dos factores fundamentales: la precisión, el rigor y la orientación adecuados de las acciones técnico-tácticas individuales y colectivas ejecutadas para la solución de los diferentes contextos situacionales en el juego, y la aplicación de un tiempo y un ritmo, en cualquier fase del juego, adecuados a la organización y preparación técnico-táctica de los jugadores que componen el equipo. Concomitantemente hay que establecer dos tipos de adaptación funcional de los métodos ofensivos y defensivos preestablecidos por el equipo:

1. El que se deriva de su carácter intrínseco, que se refleja en la concordancia organizativa entre el método ofensivo y el defensivo en su aplicación por el propio equipo. De hecho, es necesario que los presupuestos fundamentales de uno de los métodos no pongan en riesgo de forma inevitable la aplicación de los presupuestos de la eficacia de otro. En este sentido, el equipo debe jugar en un bloque homogéneo y compacto no sólo en la aplicación de cada uno de los métodos preestablecidos, sino también en la transición de uno hacia otro método con el objetivo de que no exista ninguna ruptura en la continuidad del proceso ofensivo o defensivo. Esto determina, por ejemplo, la colocación de ciertos jugadores en posiciones «clave» dentro del dispositivo ofensivo o defensivo del equipo para favorecer el inicio y el desarrollo tanto del ataque como de la defensa con los mejores jugadores (especialistas). Así se preconiza que el equipo tenga la «flexibilidad» suficiente para pasar rápidamente de un proceso ofensivo a otro defensivo, y viceversa, buscando de esta forma sacar todas las ventajas inherentes a los posibles desequilibrios en la organización del equipo adversario cuando éste deja de atacar y tiene que pasar a defender, o cuando recupera el balón y ha de pasar a atacar. En resumen, esta articulación ofensiva frente a la defensiva determina que las características de base de uno de los métodos no deben poner en riesgo los presupuestos de la eficacia del otro, pero sí, si es posible, deben aumentarlos.


2. El que se deriva de su carácter extrínseco, que materializa tanto en su globalidad como en su especificidad el método ofensivo y defensivo establecido y aplicado por el equipo adversario. De hecho, se busca asegurar cierto número de medidas preventivas y adaptativas tendentes a contrarrestar la iniciativa, las cualidades y a los jugadores que las aplican. Esta dotación se realiza fundamentalmente para intentar una recuperación rápida del balón, inmediatamente después de su pérdida, estableciendo de forma simultánea la creación de circunstancias y momentos más ventajosos, que posibiliten en un futuro inmediato que el proceso ofensivo que salga de esa situación tenga las más elevadas probabilidades de éxito. En los mismos términos y acentuando la misma dinámica, el equipo debe organizarse y dar primordial importancia a la protección de su portería, evitando por todos los medios recibir un gol cuando no fue posible una recuperación rápida del balón y paralelamente no se consiguió romper el proceso ofensivo adversario que progresó hacia las zonas predominantes de finalización. También se busca obligar al equipo adversario a defenderse con un menor número de jugadores, de menor cualidad en términos defensivos, o incluso más, en situaciones desfavorables para ellos en términos de espacio, tiempo y número, inmediatamente después de la recuperación del balón y durante el desarrollo y la concreción del proceso ofensivo. En resumen, en relación con esta segunda articulación se puede afirmar que el desarrollo de cualquier método de juego debe contener medidas preventivas y adaptativas que tiendan a contrarrestar la iniciativa y eficacia de los métodos de juego del adversario.

• Sorpresa e iniciativa

Hay que destacar que la organización de un equipo de fútbol ha de hacerse a partir de los métodos de juego de carácter ofensivo o defensivo y mediante los ritmos acordes con el rendimiento favorable de las capacidades de los jugadores. Además, para valorar y potenciar esta conceptualización se debe igualmente contar con dos aspectos esenciales:

1. Un conjunto de acciones inesperadas, desde el punto de vista del equipo adversario, con el objetivo de sorprenderle y obligarle a realizar continuamente ajustes en su organización. Estos constantes ajustes, además de desgastar a los adversarios en términos energéticos, establecen las condiciones más propicias para que existan fallos en el plano técnico-táctico, originando así desequilibrios en su organización de tipo numérico, espacial y temporal. De hecho, los desequilibrios de una organización disminuyen la coordinación (sincronización) de las acciones adversarias y, consecuentemente, su eficacia.


2. La iniciativa, en el sentido de poner en práctica un pensamiento y una acción. De hecho, la iniciativa debe ser una cualidad de los métodos y del ritmo de juego, en el cual se toman decisiones anticipando las del adversario y aplicándolas con el objetivo de sacar ventaja de su ejecución.

De aquí resulta la necesidad de que su conceptualización debe tener en cuenta el nivel actual de las capacidades del jugador, es decir, sus capacidades técnicas, tácticas, físicas y psicológicas, con el objetivo de llenar todos los prerrequisitos establecidos para cada método de juego elegido. Por ello, si este elemento no se respeta, la eficacia de la organización del equipo no se podrá aprovechar al máximo.

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