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El fondo de la vinculación internacional con sentido común

Un viejo refrán dice que nadie es profeta en su tierra, y en cada ocasión que escucho tal aseveración popular me cuestiono el porqué; imagino el conjunto infinito de argumentaciones que han enriquecido la veracidad de tal dicho; también recurro a justificaciones que quizá están asociadas más a viejos paradigmas que tienen que ver con esa, vieja también, creencia acaecida al devenir histórico de nuestro país, el “malinchismo”. El asunto es que creo contar con una teoría que puede contradecir el dicho de la primera línea de este texto semanal.

Me explico: para empezar, el que alguien (persona u organización) no obtenga reconocimiento en sus propias latitudes quizá pueda deberse —y recalco que es una aproximación personal— a que no existe evidencia comprobada de que en realidad haya hecho una propuesta de valor que pueda ser reconocida por la sociedad en su conjunto o por los grupos sociales de influencia. Tal aseveración debe tener relación directamente proporcional a la lógica del ente o persona sujeta a valoración.

En palabras más coloquiales, si existen elementos para considerar una valoración social sostenible, un reconocimiento e impacto en la región o regiones de influencia, de manera automática el ente u organización tendrán una valoración positiva y, por lo tanto, apreciada en su región; es decir, podrán ser profetas en su tierra. Creo que este es el punto de partida para el establecimiento de esquemas que reconozcan internacionalmente la propuesta de valor que dicho ente ofrezca en el mercado.

Dicho de otra manera, tal propuesta de valor es vital para contar con un reconocimiento que supere las fronteras del círculo de influencia; y a dicha propuesta quiero referirme, puesto que es un círculo virtuoso o una espiral de mejora que sin duda llama la atención internacional.

En el caso muy particular de las instituciones educativas, no sólo se trata de la calidad de los programas educativos, de su planta docente, de la infraestructura educativa o sus relaciones, incluye —creo— un componente asociado al impacto que la organización educativa ha producido a lo largo de su vida institucional; en concreto, al impacto que su vida institucional ha provocado en su zona de influencia. En palabras del Director de Vinculación Estratégica de la Asociación Nacional de Instituciones de Educación Superior (anuies), el doctor Guillermo Hernández Duque Delgadillo, la internacionalización de las instituciones de educación superior es resultado de su pertinencia global, o sea —esta es una paráfrasis o interpretación de un servidor—, de que “conecten” a nivel local, regional y nacional, en un contexto de desarrollo de competencias y capacidades globales.

Entonces, ¿cómo es que podemos definir experiencias de vinculación internacional exitosas? En mi definición, no únicamente por la praxis común del intercambio docente o estudiantil, sino por el reconocimiento y búsqueda que otros hacen de nuestras prácticas, de nuestras relaciones y resultados, de nuestro impacto en pocas palabras.

Hoy, con relaciones internacionales aún en ciernes, pero con gran potencial, reconozco que el impacto que la unaq ha evidenciado internacionalmente es el punto de partida de un modelo que pretende no solamente incidir en la región de influencia de esta institución de educación superior estatal, sino que pretende ir más allá de Sudamérica, Norteamérica y Europa: pretendemos racionalizar aquello que ha resultado satisfactorio, y más aún, aquello que ha llamado la atención de connacionales y extranjeros; pretendemos, en resumidas cuentas, ratificar el gran potencial que nuestro país puede ofrecer al mundo para beneficio de los mexicanos y de la comunidad internacional. En esas estamos. ¶

26 de junio de 2018

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