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IV. Discusión

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El abandono de estos aprovechamientos de pluviales ha ocasionado un incremento de la vulnerabilidad del territorio del Sureste Ibérico ante fenómenos de sequias e inundaciones. La renuncia al mantenimiento de los bancales en las laderas subáridas permite una mayor erosión lineal de las aguas de escorrentía superficial. Cuando se producen precipitaciones copiosas e intensas, que ocasionalmente se registran, al no laborar el terreno para favorecer la penetración del agua de lluvia, ésta permanece en superficie y forma regatos con capacidad de incidir linealmente y dar origen a roturas en los márgenes de las parcelas. Son cárcavas o “trenques”, que si no son reparados como el antiguo campesinado hacía, progresaran por erosión regresiva alcanzando mayor tamaño, más capacidad de concentrar las aguas superficiales y más capacidad erosiva. Además de desmantelar los bancales gradualmente, con la pérdida de suelo útil que significa, esas aguas concentradas y cargadas de elementos sólidos, pueden causar pérdidas materiales aguas abajo, sea al afectar a viviendas, servicios e infraestructuras de todo tipo que, en un espacio densamente poblado, ocupan las áreas de menor altitud (Fig. 6).

Este abandono implica cambios en el sistema de cultivo que favorecen el aumento de las escorrentías. También le acompañan la impermeabilización de superficies, sea por urbanizaciones, áreas de asentamientos industriales y servicios, aparición de invernaderos etc, acciones que hacen aumentar las escorrentías superficiales que se dirigen a un nivel de base local o general con menores pendientes donde se concentran al detener su velocidad de evacuación.

La discusión actual se centra en dejar que la naturaleza, en este caso el matorral, ocupe los bancales y caballones, dejar que se restaure el ecosistema natural al reducir el control humano de esos paisajes. Es, apostar por la gestión pasiva de la sucesión ecológica “rewilding” (Fig. 7), que en el caso del Sureste Ibérico trae fuertes procesos erosivos mientras no existe una cubierta vegetal continua. Además, la renuncia del pastoreo y del mantenimiento que hacía el agricultor, puede ocasionar incremento del peligro de incendios.

Figura 6. Cárcavas en bancales abandonados (paraje El Mayés, Ojós, Murcia)


Fuente: Rafael Miguel García Sánchez (02-12-2020).

Figura 7. Bancales abandonados en la rambla de Víllora (término municipal de Murcia), en los que se observa sucesión ecológica por práctica de “rewilding”.


Fuente: Rafael Miguel García Sánchez (24-04-2018).

La desatención trae la deconstrucción de estos paisajes culturales de terrazas2 que sufren un proceso de deterioro, con caída de los muretes de piedra seca, pérdida de suelo e invasión de matorrales. Habría que asociar la recuperación de los paisajes abancalados y de las infraestructuras de entarquinamiento y derivación de avenidas, a mantener un patrimonio cultural que encierra saberes sobre la adaptación de la sociedad a la naturaleza a lo largo de la Historia. También como un medio de alejar el riesgo de inundaciones de determinadas áreas sin necesidad de crear nuevas, costosas e impactantes obras en el territorio.

Planificación regional: paisaje y patrimonio

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