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V. Conclusiones

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En la actualidad, se comprueba que algunas de las prácticas que se desarrollan para alejar el riesgo de inundaciones e incluso para un mejor aprovechamiento de las aguas de escorrentía, se basan en el reconocimiento de las antiguas técnicas de captación de pluviales y de freáticos próximos a la superficie que adquieren nuevas funcionalidades. Se reúnen las aguas de bordes de caminos y calles urbanas para acumularlas en tanques de tormenta y balsas para riego y otros usos. Así sucede en Puerto Lumbreras, donde las aguas que escurren en el casco urbano, durante los momentos de lluvia, son aprovechadas para riego por la Comunidad de Regantes de Puerto Lumbreras. O en la ciudad de Alicante, donde parte de las escorrentías se reúnen en un parque urbano inundable diseñado con ese fin. Se reúnen las aguas de escorrentía en cauces que se habilitan como vaso de embalse al construir una presa de laminación de avenidas. El sistema es eficiente al restar una parte del volumen de crecida que fluye de forma controlada. Las presas sobre la rambla del Moro y del Judio recogen las escorrentías no aprovechadas en los antiguos secanos hoy transformados en regadíos. Más completa es la actuación en 1988/89 en la Cañada del Corral y en el Barranco del Moro para salvaguardar la Zona Regable de Yéchar (Mula). En un primer momento se actuó en los bancales de piedemonte abandonados en los que se reforzaron las motas de tierra compactada y se reforzaron los sangradores, dispuestos alternadamente para favorecer la infiltración y laminación de la avenida. A la vez se construyó una presa, con un vaso de embalse de 43 806 m3, para recoger los excesos de las aguas corrientes y manejar las aguas de crecida, lo que ha evitado daños aguas abajo en situaciones posteriores de grandes aguaceros.

Se ha revitalizado la técnica del pozo horizontal cubierto, para captación de subálveas de los depósitos de las ramblas y piedemontes, estableciendo drenes en las calles entre invernaderos. Bajo una cubierta de grava se instala el dren (traducción actual de las galerías drenantes), que recoge los escurrimientos de las cubiertas impermeables, para su guarda en un depósito y posterior reutilización en el riego. Se consigue así preservar los viales sin que se destruyan por la acumulación de agua y, aprovechar un recurso escaso en estos espacios semiáridos.

Tras los graves daños ocasionados por las avenidas, derivadas de las copiosas e intensas lluvias de septiembre de 2019, hay interés por preparar el territorio para mitigar estas catástrofes. Se recuperan técnicas agrícolas de laboreo (labrar según curvas de nivel) y, mantener y reconstruir las motas-caballones, con vegetación adecuada propia de las condiciones ecológicas del territorio, que minimizan el valor de la pendiente. En las partes altas de las áreas vertientes se recuperan abancalamientos y, se restituyen cauces donde se habían alterado hasta hacerlos desaparecer y ocuparlos para otros usos y, se incrementa el interés por los tanques de tormenta como medio de laminación de avenidas en los medios urbanos. Son en parte los “nuevos aljibes” que deben de recoger los caudales que en su día acumularon los aljibes tradicionales para abastecer a una población que hoy se nutre de la red de agua potable. Está la idea de revitalizar estos depósitos subterráneos para los nuevos planteamientos urbanos, sea en medio rural o urbano. En esta línea de detraer aguas del escurrimiento superficial, es la iniciativa de revegetar terrazas para retener una parte de las precipitaciones.

Son actuaciones posibles para la resiliencia de estos espacios ante la falta de agua (sequías) y exceso (inundaciones), en el escenario de aumento de estos hechos extremos que preconizan los modelos de cambio climático.

Planificación regional: paisaje y patrimonio

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