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V. La alternativa de construir sociedades sostenibles

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Toda esta situación actual de pandemia nos lleva a pensar en la dificultad para construir sociedades sostenibles. El virus SARS CoV2 ha puesto en quiebre a un modelo desarrollo insostenible que ha traído grandes repercusiones para el planeta y la humanidad, consecuencias como la presencia de un gran número de refugiados ambientales, personas que abandonarán los acuíferos y los suelos agotados, y que huirán de los avances de los desiertos y del aumento del nivel del mar. No obstante, es urgente la conservación del medio ambiente como esencial para la supervivencia del planeta y para reducir la pobreza a largo plazo.

¿Pero que es una sociedad sostenible? Para responder a este interrogante encontramos, por ejemplo, que esta es definida “como aquella en la que todos tengamos cubiertas nuestras necesidades de forma digna y que garantice para las generaciones futuras esas mismas condiciones de vida” (Goñi Txaro, 2017).

El libro “Nuestro Futuro Común” (nombre original del Informe Brundtland) Presentado en 1987 por la Comisión Mundial Para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU, encabezada por la doctora noruega Gro Harlem Brundtland, demostró que el camino que la sociedad global había tomado estaba destruyendo el ambiente por un lado y dejando a cada vez más gente en la pobreza y la vulnerabilidad (ONU, 1987). Igualmente señalo que la protección ambiental había dejado de ser una tarea nacional o regional para convertirse en un problema global. Todo el planeta debía trabajar para revertir la degradación actual. También señaló que debíamos dejar de ver al desarrollo y al ambiente como si fueran cuestiones separadas. El Informe dice que “ambos son inseparables”.

Por lo tanto, pensar en una sociedad que pretende ser sostenible tiene que debatir y repensar qué produce, cómo produce, para qué produce, cómo consume, y cómo gestiona los residuos de esa producción.

Una sociedad sostenible tiene que ser una sociedad que se integre con el ecosistema en el que se encuentra. Tiene que convivir con la naturaleza en la que se establece. Tiene que respetar el medio en el que se ubica. Integración, convivencia y respeto por la naturaleza parece difícil si no paramos de expoliar los recursos de la Tierra sin dejar el tiempo suficiente para su regeneración.

Indudablemente nada es imposible, pero tenemos que formular una nueva manera de pensar el desarrollo centrada en lo humano y no en el crecimiento económico. Un desarrollo sostenible que se centre en tres grandes dimensiones: orientadas en medio ambiente, sociedad y economía, aspectos plenamente articulados para garantizar un mundo equilibrado en crecimiento, equidad y sostenibilidad ambiental.

Por lo tanto, la idea de lograr un desarrollo sostenible es necesario trabajar por una sociedad sostenible y eso implica pensar en el sujeto, en la participación de la sociedad civil, mayor demanda de la participación ciudadana y exigencia de eficiencia política llevando a los estados a darse organización interna propia que responda a las necesidades y expectativas de los ciudadanos. En ese sentido, la descentralización es una estrategia que representa una democratización del Estado, redefine la relación estado sociedad civil, promueve la participación y control ciudadano.

Trabajar por una sociedad sostenible es pensar en políticas públicas centradas en los derechos y la igualdad, es actuar en el ámbito local para facilitar el crecimiento económico. Igualmente, trabajar estrategias territoriales y ambientales en el ámbito local donde los gobiernos locales con una buena gestión municipal, sustentada en diagnósticos participativos, orientan las decisiones de políticas públicas hacia un desarrollo sostenible con justicia social.

En esta línea de interacciones, los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen una hoja de ruta para la investigación de nuevas dinámicas en las que se mueve el mundo, las que se convierten en oportunidades de desarrollo, que ameritan ser abordadas como ejes para movilizar saberes y conocimiento pertinente, desde la escuela, los centros de investigación, y otros sectores del desarrollo económico, social y político.

Planificación regional: paisaje y patrimonio

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