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IV. El papel de la academia frente a los desafíos de impulsar desarrollo local con sostenibilidad ambiental y justicia social, bajo condiciones de afectación ocasionados por el COVID-19

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Las instituciones de educación superior deben promover un cambio en la cultura de la sostenibilidad con apuesta contextualizada e interdisciplinaria para atender en la formación del recurso humano local. Igualmente, poner al servicio los conocimientos científicos, técnicos, recursos físicos y humanos en el contexto de la actual emergencia sanitaria.

Las universidades mediante sus redes académicas tienen la posibilidad de trabajar proyectos conjuntos aprovechando sus fortalezas, colaborar en el intercambio de experiencias y tecnologías, en los ámbitos de la planificación territorial, medio ambiente, educación ambiental y otros.

También hay que pensar desde la academia, adaptar o diseñar metodologías de intervención con participación de la comunidad y especialmente en redes comunitarias que permitan el empoderamiento de la comunidad para la realización de diagnósticos participativos para la protección del patrimonio natural y cultural. Igualmente, impulsar estrategias articuladas que busquen un cambio en la cultura de la sostenibilidad.

La nueva realidad social, política y económica generada por la crisis de salud mundial COVID-19 ha llevado a un cambio del modelo educativo, de una presencialidad a una virtualidad poco conocida a la cual tenemos que adaptarnos y asumir porque no sabemos cuándo termina esta situación.

La actual situación de crisis de salud pública ha afectado a la educación en todos sus niveles de formación, entre otras razones, por las medidas preventivas de distanciamiento social. Lo anterior ha puesto en prueba de acción a toda la comunidad académica de las habilidades y competencias en el uso de las tecnologías de la comunicación e información, es decir, competencias digitales que posibilitaran la continuidad de los procesos de enseñabilidad y aprendibilidad a través de la virtualidad de manera sincrónica y asincrónica. Esta situación novedosa para muchos, ha evidenciado vulnerabilidades en la comunidad académica y carencias de tipo infraestructural, tecnológico y físico en el sector público y rural.

Por lo anterior, cabe destacar que la mayoría de los programas de formación en la educación superior de la región caribe, y específicamente de la Universidad de Cartagena son en la modalidad presencial y, ante la situación de pandemia lo que ha hecho la universidad es realizar ajustes normativos en sus políticas curriculares que permitan el desarrollo de las actividades académicas y administrativas, así mismo, establecer normas transitorias para el desarrollo de las prácticas académicas y pedagógicas, dando la oportunidad de realizar prácticas no convencionales.

Por lo anterior y acogiendo recomendaciones del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), en el sentido de que las Instituciones de Educación Superior, deben diseñar y adoptar medidas pedagógicas que permitan evaluar formativamente y generar mecanismos de apoyo al aprendizaje de los estudiantes en desventaja, así como normas de carácter nacional para dar continuidad en la prestación de los servicios académicos haciendo uso de mecanismos tecnológicos y las tecnologías de la información y las comunicaciones a que haya lugar, la Universidad de Cartagena a través de su Consejo Académico1 y superior expidió directrices y adoptó medidas de prevención relacionadas entre otros aspectos, con la utilización de las TIC ‘s para el desarrollo de las actividades académicas. En virtud de lo anterior, aprobó los Acuerdos N. 11 y 12 del 16 marzo de 2020 y acogidas mediante Resoluciones n°. 00566 del 16 de marzo de 2020 y n°. 00573 del 17 de marzo de 20202.

Es así como la Universidad de Cartagena, estableció el método de evaluación de los procesos académicos bajo el enfoque de evaluación formativa. En ese sentido, la valoración del aprendizaje debe ir más allá del tradicional enfoque cuantitativo, es decir, debe posibilitar reconocer los avances y los aprendizajes de los estudiantes. Para ello, la orientación curricular se sustenta en cuatro (4) componentes del proceso para la evaluación formativa, siendo los siguientes:

• Trabajo colaborativo

• Encuentros de retroalimentación

• Tutorías de acompañamiento

• Guías y documentos de orientación (Trabajo independiente)

Ante esta nueva perspectiva en los procesos de enseñanza y aprendizaje, el estamento docente de la universidad de Cartagena ha fortalecido la creatividad, el trabajo colaborativo, investigativo e interdisciplinar; asimismo, el dinamismo y el establecimiento de sinergias académicas, es decir, ha puesto al profesorado en actitud de apropiar nuevas herramientas TIC´s y estrategias pedagógicas para poder lograr los resultados de mantener educación con calidad.

Por lo tanto y en virtud de las circunstancias actuales dándole una mirada prospectiva a la misma, es necesario que las universidades se preparen considerando la creación de programas no presenciales bajo la modalidad virtual o con un alto componente en dicha modalidad, manteniendo un servicio de calidad y ofreciendo programas muy pertinentes ajustados a los contextos locales y regionales.

De cualquier forma, vemos que a nivel de la educación superior en la región caribe colombiana la mayoría de sus programas se impartían en modalidad presencial y ante la situación de pandemia han efectuado ajustes normativos en sus políticas curriculares que han permitido el desarrollo de las actividades académicas y administrativas.

En ese sentido, la experiencia de la Universidad de Cartagena se orientó a adoptar una serie de herramientas tecnológicas para el desarrollo de las actividades académicas por medios no presenciales, elaboró guías y documentos de orientación para familiarizar a los miembros de la comunidad académica con el uso de esas tecnologías, y creó un equipo de soporte técnico para brindar asesoría a docentes y estudiantes. Además, ha puesto en desarrollo la Maestría en Recursos Digitales Aplicados a la Educación y la Especialización en Didáctica y TIC (aprobada por el Consejo Superior) ambas en modalidad 100% virtual.

Frente a los desafíos para impulsar desarrollo local la universidad tiene la gran responsabilidad de acompañar y participar en el debate y formulación de políticas educativas territoriales a partir desde un ejercicio territorial que identifiquen las brechas que generan la inequidad en el territorio y que deben ser analizadas y diagnosticadas. El desarrollo educativo con enfoque territorial parte de la premisa de que es necesaria la participación activa de los actores locales para garantizar un proceso endógeno de cambio con el apoyo de los niveles público y privado tanto nacionales como, dado el caso, internacionales.

Poner mayor atención a la educación de calidad es apostar que el objetivo cuatro (4) de desarrollo sostenible puedan lograse. Esto implica pensar que el ser humano y la naturaleza debería predominar en las decisiones de políticas públicas de los gobiernos en los diversos niveles territoriales.

Este enfoque debe producir cambios y modificaciones en el contenido, las estructuras y las estrategias de la enseñanza, con una visión común que alcance a todos los estudiantes y con la convicción de que es responsabilidad del sistema educativo ordinario educar a todos, dándoles las mismas oportunidades de calidad y gratuidad.

La mirada de la Educación en el desarrollo de las regiones constituye un escenario de interpelaciones y apuestas importantes para el reconocimiento de la pertinencia académica y pertenencia social. Estos aspectos deberán constituirse en reflexiones permanentes acerca de cómo enseñar y cómo aprender y que posturas serán las más adecuadas para asumir los retos y oportunidades para posicionar los cambios y transformaciones que desde la educación deben generarse. Cambios estos que deben leerse desde las opciones que proponen otros organismos nacionales e internacionales con la intencionalidad de favorecer el desarrollo integral de los contextos en los que interactúa la institución educativa.

A pesar de la creciente importancia que los diferentes gobiernos les han dado a las políticas enfocadas al fortalecimiento en la formación profesional de los profesores, aún no contamos con el profesorado que deseamos y necesitamos. Desde hace un par de décadas la formación docente y el desarrollo profesional continuo han sido considerados como elementos decisivos en el mejoramiento de la calidad de la educación; aspecto que se convirtió en eje de la formulación de las políticas públicas y de las estrategias orientadas al mejoramiento de la calidad.

Acompañamiento a comunidades y espacios divulgativos de la dinámica territorial

Ahora bien, al abordar el papel de la academia frente a los desafíos de impulsar desarrollo local con sostenibilidad ambiental y justicia social, además de lo que se señaló con anterioridad, un punto importante es el acompañamiento del sector académico a las comunidades frente a sus problemáticas territoriales.

Para el caso de la Universidad de Cartagena se puede evidenciar acciones concretas como la participación en el Conversatorio Internacional denominado “Conflicto territorial, capital económico Vs Desarrollo humano sostenible”; donde se presentaron situaciones de Europa y América Latina. En ese espacio se abrió una oportunidad de divulgación para qua la comunidad expresara sus preocupaciones por la tenencia colectiva de la tierra para el caso del Corregimiento de la Boquilla, así como las acciones para la gestión de ese territorio en disputa donde el equipo de la Universidad acompaña las iniciativas organizativas de las comunidades de pescadores.

Otro espacio de acompañamiento y divulgación lo constituyo el “Foro: Territorio es paz con seguridad alimentaria”; el cual permitió la expresión de las comunidades del Corregimiento de Bayunca, zona rural, que también es un territorio con habitantes afrodescendientes, donde la Institución Educativa del Corregimiento de Bayunca y su Consejo Comunitario han venido organizando espacios para promover la seguridad alimentaria y adelantando acciones de participación para la gestión de su territorio.

Otro aspecto importante, es la organización para la participación en redes y organizaciones para el trabajo mancomunado. En este punto debemos resaltar, la apuesta de la Universidad por impulsar la acción interinstitucional, comprendiendo los beneficios sinérgicos de las Alianzas y Redes, sin estar limitados por las fronteras político administrativas, tal es el caso por ejemplo de la Red Universitaria Iberoamericana de Territorio y Movilidad –RUITEM– que ha posibilitado conocer experiencias y metodologías en temas desde la academia pero de gran interés para el territorio, ello expresado en Foros Abiertos como el de “Ambiente y sostenibilidad en tiempos de COVID-19”. De la misma manera, la activa participación en el Comité técnico Interinstitucional y Educación Ambiental –CIDEA– Bolívar, en el cual la Universidad de Cartagena viene jugando un papel dinamizador importante.

Ahora bien, un aspecto que a nuestro juicio es de gran significancia, lo constituye el poder mantener los espacios para la formación de formadores. En este caso representado en el Programa de Licenciatura en Educación con énfasis en Ciencias Sociales y Ambientales donde destaca la necesidad de abordar de manera integrada lo social y lo ambiental, es decir de manera simultánea y no parcelado como ha sido tradicional.

Un punto de gran valor es la gestión que ha permitido obtener la Resolución de Registro Calificado para la Maestría en Educación Ambiental y Desarrollo Local. Registro otorgado el 24 de noviembre del año 2020, por parte del Ministerio de Educación Nacional de Colombia. Programa de formación posgradual que responde a las necesidades regionales y ha sido fruto de esa acción en alianza en red nacional e internacional para dar respuestas a las problemáticas del desarrollo local y educativo ambientales desde un enfoque contextualizado, investigativo e interdisciplinario.

Reflexiones y aproximaciones desde la academia ante la nueva realidad situacional

Las Reflexiones y lecciones aprendidas derivadas de la nueva situación, destacan las siguientes:

El desarrollo sostenible solo es factible cuando se aterriza en lo territorial desde un enfoque de desarrollo local que potencialice las capacidades locales.

La academia debe impulsar una apuesta más allá de las aulas.

Se hace necesario acompañar los procesos de las comunidades, divulgando sus necesidades, propuestas y vulnerabilidades frente a las asimetrías del poder.

Se debe promover y propiciar la cooperación interinstitucional, así como el trabajo en red.

Se hace necesario impulsar iniciativas productivas endógenas a partir de las fortalezas de las comunidades

Planificación regional: paisaje y patrimonio

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