Читать книгу La vida antes de nacer - José Luis Cabouli - Страница 11

Repasando el libro del alma

Оглавление

Gabriela llevaba un par de sesiones trabajando con la TVP cuando expresamente me pidió explorar el espacio entre vidas antes de nacer para revisar su programación para esta vida. También Gabriela trae su carga del pasado, pero a diferencia de Teresa no revive ninguna vida pasada sino que directamente, a través del libro del alma, toma conciencia de su pasado y hace una revisión de todo lo que tiene que hacer en su nueva experiencia en la Tierra. Incluso logra examinar sus vínculos con cada uno de sus familiares más próximos. Si Ana nos mostró los preparativos astrales para poder ingresar en la Tierra, Gabriela nos describe los preparativos de fondo, el ajuste de los detalles del trabajo a cumplir. Para esta experiencia, tras una breve relajación, le sugerí a Gabriela que imaginara una gran biblioteca en el espacio y que la recorriera hasta encontrar el libro de su alma.

Martes 25 de noviembre de 1997

Terapeuta: ¿Dónde estás? ¿Estás sola o acompañada?

Gabriela: Cuando me hiciste recorrer la biblioteca me pareció encontrar un libro que decía: “Alma 77777”. Es una biblioteca con muchísimos libros, muy gordos y muy viejos, y hay mesas con declive. Se supone que tengo que tomar mi libro. Estoy sola y sé que lo tengo que tomar, pero no quiero hacerlo.

T: Muy bien, ¿cómo es ese libro?

G: Es muy grande, pesado. Las tapas son de un color marrón amarillento. En realidad, el libro tenía un solo siete. Yo le agregué los otros porque me parecía que era un número muy chiquito. Las almas están numeradas y esa es un alma muy vieja. Por eso le agregué un montón de sietes pero no sabía cuántos tenía que agregarle.

T: Muy bien, adelante.

G: No dice ALMA. Pero sé que dice ALMA, a pesar de que está escrito en unas letras que no entiendo. Ya miré varias veces el libro y tiene un montón de vidas. No lo quiero mirar más. Son todas vidas feas, tristes, malogradas.

T: Andá a buscar entonces lo que te propusiste en este trabajo; tu programación de vida, el propósito para esta vida como Gabriela.

G: Espero que ésta sea una vida más linda, que no me dé miedo agarrar el libro la próxima vez que tenga que leerlo. Es como que el libro se escribe mientras estamos acá abajo. Cuando uno llega allá arriba se encuentra que tiene escrito todo lo que fue en su vida. Es como si ese libro se fuera escribiendo paralelamente mientras uno vive y, cuando uno llega allá arriba, tiene que leer lo que fue en su vida y darse cuenta para qué fue y qué es lo que tendría que haber hecho y que no hizo. Y en función de eso armar para qué va a bajar de nuevo.

T: Andá a repasar entonces el capítulo de ese libro que contiene la experiencia de cuando estabas en el espacio entre vidas antes de nacer. Cuando se diagrama tu vida como Gabriela. Cuando se planifica todo, cuando se decide quiénes serán tus padres y verás claramente cómo se vinculan tus vidas anteriores con esta vida. Cuento hasta tres e irás a repasar ese capítulo. Uno... dos... tres.

G: Es como que bajé un montón de veces y no hice nada de lo que tenía que hacer. Entonces en ésta me van a ayudar para que no sea una vida para nada. Me dicen que acá abajo voy a estar muy sola pero que ellos me van a acompañar desde allá arriba.

T: ¿Y quiénes son ellos?

G: Son almas que ya hicieron todo lo que tenían que hacer. Son buenas por naturaleza. Me dicen que crea. Que tengo que poder sola. Va a haber momentos en que no pueda más pero aunque esté sola estaré acompañada. Dicen que voy a sufrir mucho. Yo no quiero nacer de vuelta, pero no es porque no quiera sufrir. No quiero porque todas las veces que bajé no sirvió para nada. Es como que ya no confío más en poder por mí misma, pero todo está elegido en función de que pueda sola. Todo será con mucho sufrimiento, pero es necesario que así sea.

T: Y eso, ¿para qué te va a servir?

G: Porque en todas las anteriores no había sufrimiento en mí; sufrían los otros. En esta me toca sufrir a mí.

T: ¿Y qué vas a aprender con eso?

G: A no lastimar. A ayudar. Dicen que uno crece en el sufrimiento y que voy a poder porque ellos van a estar ahí, aunque yo no me dé cuenta. Yo no quiero, pero no quiero porque tengo miedo de fracasar de vuelta. ¡Otra vez volver a leer ese libro con un fracaso más después de millones de fracasos! No tengo más ganas. Quizás por eso siempre tengo esa sensación de estar cansada como si fuera vieja.

T: Y fijáte, ¿cuál es la idea general para tu vida como Gabriela?

G: La verdad, dar luz. Va a ser la primera vez que tenga hijos. Poder amar a mis hijos, lo cual no va a ser fácil. ¡Ay! ¡Tengo mucho miedo! Miedo de que se muera mi hija. Ya que puedo estar ahí les pido que eso no, eso no. Cualquier cosa menos que se la lleven a ella —llorando—. Me costó muchísimo quererla. Soñaba todas las noches que la mataba, que la quemaba, que se me caía de las manos. Yo sabía que la quería, pero no la podía querer. Pero ahora nos llevamos bárbaro. La pude querer, la pude amar. Me costó muchísimo armar esta relación. ¡Que no se la lleven! ¡No! Cualquier sufrimiento, ¡pero ése no!

T: Eso es, dejá salir todo eso.

G: Se trata de que aprenda a dar, a amar, a ayudar. Vengo de un “vagón” de vidas donde todo era para mí y nada para el otro. Y en esta vida se trata de todo lo contrario, de que todo sea para el otro. No va a ser nada fácil.

T: ¿Y cuál va a ser el trabajo más difícil de esta vida como Gabriela? ¿Qué es lo que más te va a costar?

G: Creer en mí. Poder sola. No necesitar del otro para poder ayudarlo. Dedicar mi vida a los otros, pero creyendo en mí.

T: ¿Y para qué te va a servir encarnar específicamente en la Argentina? ¿Qué condiciones en particular te ofrece la Argentina para el desarrollo de tu vida?

G: Un lugar donde hay mucho sufrimiento.

T: ¿Y cuál es el propósito de tu trabajo como psicóloga?

G: Ayudar. Yo tengo alguien que me ayuda. Es mi abuela. Me ayudaba cuando estaba acá. Pero mi abuela está muerta ahora. Tal vez tenga que ver con eso; ayudar con la muerte. Desde que era chica todo lo que tenga que ver con la muerte ejerce una atracción especial sobre mí. Me viene: “Ayudar a morir en paz”.

T: Muy bien. Ahora contaré hasta tres y avanzarás al momento en que te encontrás con quienes serán tus padres. Uno... dos... tres.

G: Yo estoy muy resignada. Como que no me queda más remedio. A mi papá lo eligen por la relación que tiene con la muerte. Por no darle valor a la vida.

T: ¿Cómo es eso?

G: Matar por matar. Caza, mata, pesca. Eso me va a posibilitar no tenerle miedo a la muerte. Animarme a meterme en todo eso sin miedo. Pero todo lo voy a tener que hacer sola. Es como que me dieran todo lo malo, pero bueno, eso es lo que me vengo ganando desde hace millones de años.

T: ¿Has estado en relación con quien será tu papá anteriormente o es la primera vez?

G: No sé, pero me dan ganas de llorar. No, no lo conozco, pero tengo que ayudarlo a que pueda querer. Va a ser muy difícil porque no quiere a nadie. Es muy egoísta.

T: ¿Y para qué te va servir la experiencia de tenerlo como padre?

G: ¡Mirá vos! Es como que en él estuvieran condensadas muchas de mis vidas anteriores. Le encantan las mujeres. A mí, en una vida, me encantaban los hombres. Era muy divertida, cantaba. En otra vida yo asesinaba personas; él asesina animales. El es como si fuera una condensación de todas mis macanas juntas. Y teniéndolo como padre... humm... yo tengo que quererlo, lo que no me va a ser difícil, porque teniendo tanto miedo no es difícil quererlo. Lo que es difícil es lograr que él me quiera, ¡ja! Como que somos tan parecidos que nos repelemos.

T: Muy bien. Ahora fijáte en el ser que será tu mamá como Gabriela.

G: Mi mamá es la falsa bondad. Es todo para el otro, pero de mentira. Es todo para el otro porque no tiene vida propia. Yo tengo que dar con vida propia. Ella da, pero después reclama. Cobra lo que da o desvaloriza al que da... ¡Claro! Y el amor lo voy a aprender de ellos. Ellos dos se quieren muchísimo, se quieren realmente. Pero sólo se quieren ellos.

T: ¿Y para qué te va a servir la experiencia de tener a esta madre?

G: Cómo cuida al otro. Pero me tengo que quedar sólo con eso. Con el cómo lo cuida y cómo da. Y el amor entre los dos, cómo se quieren.

T: ¿Has estado en relación con este ser anteriormente? ¿Sí o no?

G: Me parece que sí. Me aparece una cosa que me hizo de chiquita, que me decía: “Botas y más botas, botas y más botas”. Yo tenía tres o cuatro años y le hablaba y ella no me contestaba, como si no me conociera. Yo me desesperaba. Creo que en algún momento, en alguna otra vida, yo la maté y una de las dos usaba botas. Ella no sabe que me conoció. No sé si yo la maté o ella me mató a mí. Alguna de las dos mató a la otra.

T: ¿Y para qué se van a encontrar ahora como madre e hija?

G: Ella tiene que darme amor y poder unirse a mí y yo tengo que poder separarme de ella cuando ella hace todo lo contrario para que yo no me pueda separar. ¡Qué horror!

T: Muy bien. Ahora examiná un poco a quienes serán tus hijos. ¿Qué relación tenés con estos seres que serán tus hijos? ¿Qué esperás aprender con la experiencia de ser su madre?

G: A mi hija la odié mucho. Quizás fue mi madre en alguna vida anterior. Mi abuela también fue mi madre en una vida anterior. Estoy llena de madres, ¡ja, ja! Pero a mi hija la odié mucho. Tengo que aprender a quererla y a que me quiera. Sin hacerla dependiente. Dándole vida propia. Y si lo logro, cuando se vaya voy a sufrir mucho. Porque esta vida es para eso. Para lograr cosas y después sufrir. Como si fuera a construir una torre con mucho sacrificio y después, ¡fa!, la tiran y... ¡a empezar de vuelta!

T. ¿Y cuál es el sentido de esto, de lograr cosas para después sufrir?

G: Pagar por todo lo que hice sufrir a otros. Es como si fuera un desafío muy grande. Si pudiera pasar todo lo que tengo que pasar alcanzaría con esta vida y ¡basta! Creo que esta vida va a ser muy dolorosa. Hay mucho por hacer. Pero me dieron a mi abuela. Ella es la que me da fuerza. Mi abuela debe de haber sido una madre muy buena en alguna otra vida pero, en ese momento, yo no la pude querer y ahora la tengo que querer. Y en esta vida voy a poder quererla. Podría decir que nunca quise a nadie antes de esta vida.

T: Muy bien. Tomá conciencia de todo esto.

G: Y esta vida es un desafío. Tener que poder, querer a un padre jodido, a una madre jodida. La única a la que va a ser fácil querer es mi abuela.

T: Fijáte también cómo será el encuentro con quien será tu marido. ¿Qué cosas te llevan hacia él? ¿Qué esperás aprender con la experiencia de tenerlo como marido?

G: Más de lo mismo. Es un alma mucho más joven e inexperta y con él está la cuestión del orgullo. Matar el orgullo, pero el mío. Poder amar a alguien que me va a costar muchísimo amarlo. Alguien inferior, más joven, más infantil, más egoísta. Se trata de poder amarlo pese a todo y ayudarlo a crecer a él también. Y mi hijo... mi hijo va a ser lo más difícil de todo. No quiere venir, no quiere vivir. Hay que enseñarle a amar la vida. Va a ser rebelde, caprichoso, complicado, pero lo tengo que ayudar a que ame la vida por sobre todo y a que esta vez no se mate. Es como si se hubiera suicidado un montón de veces. Tiene que aprender a vivir y amar la vida. Va a ser muy difícil con él. A él también lo conozco de antes.

T: ¿Y qué esperás aprender con tu hijo? ¿Para qué te va a servir a vos la experiencia de tener a este ser como tu hijo?

G: Ayudar al que no se deja ayudar. No sé para qué me va a servir a mí. Es como si esta vida fuera todo para los otros. Es como si esta fuera la primera vida que hago para los otros y se supone que ese dar a los otros me va a dejar algo a mí. Al menos, cuando vuelva a leer el libro del alma, encontraré escrito algo diferente.

T: Muy bien. Contaré hasta tres y al llegar a tres irás al momento de tu concepción. Fijáte cómo se efectúa tu descenso al cuerpo y cómo se lleva a cabo tu concepción. Uno... dos... tres.

G: Es como si cayera por un tobogán, de esos que dan muchas vueltas. Como si fuera un sacacorchos. Hay una mezcla de alegría y resignación. No entiendo por qué la alegría. Quizás porque me dicen que con esta vida voy a poder.

T: ¿Hay alguien más allí?

G: Yo no veo a nadie pero hay mucha gente. No sé si es gente, es energía. Todo es positivo. Como que me dicen: “Vas a poder, vas a poder”. Y me voy contenta, pero resignada.

T: Eso es, seguí adelante.

G: Ya estoy adentro, ya empezaron los problemas. No quieren saber nada. Mi mamá no quiere tener un hijo. A mi papá le da lo mismo. Pero no se puede abortar. Es el primer hijo y es peligroso abortarlo. Ahí todavía estoy acompañada por esa energía.

T: ¿Qué energía?

G: Esa que me dieron arriba. Es la fuerza que te mueve. Eso es lo que me acompaña. Ellos decían que siempre iba a estar acompañada, aunque estuviera sola. Esa es la energía que siempre me acompaña, aunque por momentos sienta que la pierdo. Después la recupero. ¡Es cierto! Me caí cien mil veces y siempre me levanto de nuevo con fuerza. Esa fuerza me viene de allá. Es como que esa fuerza es mía.

T: Muy bien, seguí avanzando.

G: Mi mamá está muy feliz porque ni se nota que está embarazada. Ni piensa que yo estoy adentro. Corre, va, viene. Corre, va, viene. Una siente que está en una coctelera allí dentro. Hace lo mismo como si no estuviera embarazada. Se supone que tendría que hacer calor allí dentro pero yo tengo mucho frío... Bueno, ¡basta! ¡No quiero estar más allí dentro! ¡Quiero nacer! ¿Para qué me voy a quedar ahí dentro si ni siquiera hay paz?

T: Eso es. ¿Qué más está pasando cuando estás ahí dentro?

G: Ella está angustiada, llora. No sabe cómo va a hacer para trabajar cuando nazca. No tiene idea de lo que va a hacer. No quiere que nazca. Yo quiero salir de allí dentro. Quizás porque sé que allá afuera está mi abuela. Es la única en la que puedo confiar. ¡Uh! ¡Qué feo! ¡Es la única en la que puedo confiar para siempre! ¿Y cuando ella se vaya? ¿Cuando se muera? ¡No puedo confiar más en nadie...! Bueno, se supone que ahí voy a estar lista para seguir sola. No sé si estoy lista —llorando.

T: Eso es. Dejá salir todo eso.

G: Voy a nacer. Soy tan chiquitita que es como si me escupiera. Ni me doy cuenta de que nazco. ¡Otro tobogán!

T: ¿Y qué estás experimentando en ese momento?

G: Es como si estuviera sola. Está lleno de gente, pero es como si estuviera sola. Ella no puede llegar a mí. No sé qué le pasa.

T: ¿Y cuál fue el momento más difícil cuando estabas en el vientre de tu madre?

G: Cuando ella no sabía qué iba a hacer conmigo.

T: Y en ese momento, cuando ella no sabía qué iba a hacer con vos, ¿cuáles son tus reacciones físicas?

G: Me hago más chiquitita.

T: Y cuando te hacés más chiquitita, ¿cuáles son tus reacciones emocionales?

G: Le tengo miedo. Mucho miedo.

T: Y fijáte, ¿cuáles son tus reacciones mentales en esos momentos?

G: Que me voy a tener que proteger de ella. Que va a ser difícil. Ella finge ser buena y uno puede creérselo.

T: ¿Y de qué manera todas estas sensaciones están afectando tu vida como Gabriela?

G: Quizás yo estoy a la defensiva.

T: Y esto de estar a la defensiva, ¿qué te hace hacer?

G: Es como si fuera al revés. Confío demasiado en el otro. Es como si no tuviera con qué defenderme. Quedo completamente a expensas del otro. Como si le hubiera creído que ella era buena y que todos son buenos. Pero esto es por lo que yo cargo de mala encima de mí.

T: Y eso, ¿qué te impide hacer?

G: Desconfiar. En general no desconfío de nadie. Confío en todos y es así como me joden. Todos son buenos. La única mala soy yo.

T: Y esto de que la única mala soy yo y todos son buenos, ¿qué te hace hacer en tu vida como Gabriela?

G: Cosas que no tengo ganas de hacer. Maldades. Pero ya está, eso ya lo perdí. Ahora sí que soy buena. Pero fue todo un trabajo, ¿eh? No vine buena. ¡Ja, ja! Fue todo un trabajo doloroso de esta vida. No sé si voy a llegar a hacer todo lo que tenía que hacer, pero creo que hice bastante.

T: Muy bien. Ahora fijáte, ¿cuál fue el momento más difícil de tu nacimiento?

G: No es difícil nacer. Es otro tobogán más y yo caigo resignada, fácilmente.

T: Muy bien. Contaré hasta tres y experimentarás tu nacimiento paso a paso para agotar todas estas sensaciones. Uno... dos... tres.

G: Quiero salir. Ella ni sabe lo que quiere. Yo quiero salir. Hago fuerza para salir y como soy muy chiquita, salgo. Ya estoy afuera. No fue difícil, fue tan fácil como entrar. Es como que me dieron una alta cuota de resignación que traigo de allá arriba, del primer tobogán, necesaria para poder pasar por todo lo que. tengo que pasar.

T: Muy bien. Fijáte en el momento en que cortan el cordón...

G: —Interrumpiendo— Mi mamá está como contenta pero es siempre un “como”. No está contenta, está como contenta.

T: ¿Hay algo de eso que te esté afectando?

G: Ya no. Hasta me puedo llevar bien con ella. Siempre me llevé bien con ella. Demasiado bien. También... yo no existía casi. Ahora me pude separar y hasta puedo hablarle.

T: Muy bien. Ahora que has recuperado el conocimiento del propósito de tu vida como Gabriela, fijáte si estás dispuesta a cumplir con todo eso o si hay algo que quieras cambiar.

G: Me gusta ayudar. Lo que no sé bien es el cómo, con qué, de qué forma. Pero eso no me lo dicen. Lo tengo que encontrar yo. Me lo podrían decir, ¿no? Dicen que me voy a dar cuenta. Que tengo muchos años de experiencia. Muchos siglos de experiencia. Se trata de que yo pueda hacerlo sola. Me avisaron que iba a estar sola aunque esté acompañada. Que confíe en mí, que si creo en mí voy a poder y que haga todo lo que tengo que hacer sin miedo. Ellos me dijeron que iban a estar todo el tiempo y que me iban a ayudar. Que no tenga miedo a nada. Que la cosa está funcionando bien. Que siga luchando y que no baje los brazos.

T: Muy bien. ¿Hay algo más que quieras agregar?

G: Que quizás no sea necesario que se lleven a mi hija... Pero que si se la llevan es porque ya hizo todo lo que tenía que hacer.

T: Muy bien. Es muy importante que tomes conciencia de eso.

G: Ella es muy buena. Es una santa. Ella dice que cree que ésta es su última vida porque es demasiado buena. Pero espero que sea una vida larga. Una vidente me dijo que se iba ir a vivir al exterior y que se iba a separar de mí. Tal vez ésa sea la pérdida. Ojalá... Aprender a querer para después poder perder. ¡Qué difícil! Te podría decir que tal vez el mandato fuera ese. Aprender a querer para después poder perder.

T: ¿Y qué aprenderás con eso?

G: Amar sin ningún interés. Si uno ama porque ama y da porque da no está pensando en lo que pierde. Y va a ser así. Voy a amar muchísimo y voy a perder eso que amo. Tengo que amar mucho y, cuando lo ame mucho, lo voy a perder. Es como si así me fuera fortaleciendo y fuese pagando, pagando deudas. Como que traje una cuenta bancaria demasiado en rojo, con muchas deudas... pero las voy a poder pagar.

Creo que ahora, con la lectura del libro del alma de Gabriela, tenemos una idea más acabada de todo lo que está en juego antes de producirse la concepción. No se trata sólo de venir, ocupar un cuerpo y ¡listo! Hay muchos preparativos antes de subirse al cuerpo. La vida en la Tierra es un viaje que muchas veces suele ser accidentado y no sólo hay que preparar el vehículo que vamos a utilizar, sino que, además, hay que tener en claro qué es lo que esperamos obtener de este viaje. No se trata de hacer tan sólo un paseo. Tenemos que lograr algo más y para eso también el conductor del vehículo debe prepararse.

En sus preparativos Gabriela prácticamente no dejó punto por revisar. Sus errores pasados y el trabajo de corrección a realizar sobre estos errores, sus temores, su propósito de vida, su trabajo como profesional, su lección de vida, los integrantes de su familia y hasta el país donde iba a nacer están presentes en su trabajo preliminar antes de su concepción. Paradójicamente, con todas las dificultades que debía afrontar, lo más difícil para Gabriela era creer en sí misma. Tantas veces se equivocó, tantas veces fracasó, que esta vuelta se le hacía difícil confiar en sí misma. Sus maestros le prometieron que la iban a ayudar, pero claro, ella tenía que poner el cuerpo.

Observen de qué manera clara y precisa Gabriela examina el vínculo kármico y el trabajo a realizar con cada uno de los integrantes de su familia, algo que no siempre es posible lograr. No sólo aparecen sus padres y su abuela, sino que también están su marido y hasta sus hijos, que, al momento en que Gabriela se prepara para descender, todavía no existían como tales en la Tierra. Sin embargo, todos estos encuentros están previstos de antemano; cada ser tiene un rol específico a cumplir, y Gabriela tiene un aprendizaje y una tarea a cumplir con cada uno de ellos. Todos sus vínculos familiares en esta vida fueron conflictivos. Algunos de ellos ya fueron resueltos y en otros aún está trabajando.

A diferencia de lo que experimenta la mayoría de los pacientes, el nacimiento de Gabriela fue fácil. Para ella fue como deslizarse por un tobogán. Como pueden apreciar, no siempre el nacimiento es traumático. En este caso, lo difícil no era el nacimiento sino todo el contexto que la esperaba al nacer.

Una de las cosas más pesadas que arrastraba Gabriela era la culpa de sentirse mala, una sensación muy presente en algunas personas. En su caso, Gabriela confesaba que de chica era realmente mala. Asustaba a todo el mundo. Pero hemos podido ver que esta sensación fue reactivada en el vientre materno cuando dijo: “Todos son buenos. La única mala soy yo”. Y uno termina convencido de su propio mandato. Afortunadamente, esto era algo que Gabriela ya había superado a fuerza de hacer ese trabajo de corrección que se había impuesto antes de venir.

Todos hacemos nuestro trabajo aunque no lo recordemos. Hacerlo consciente, como en el caso de Gabriela, nos ayuda a realizarlo más concienzudamente teniendo la certeza de que eso es lo que tenemos que hacer.

Ahora que sabemos de qué manera nos preparamos para venir y cómo llegamos al momento de la concepción entremos en el universo de la vida fetal.

La vida antes de nacer

Подняться наверх