Читать книгу La vida antes de nacer - José Luis Cabouli - Страница 12

Capítulo IV
De la concepción al nacimiento

Оглавление

El alma ha culminado los preparativos para su descenso en la materia. Ha hecho la revisión de su pasado y ya tiene la hoja de ruta a seguir. Ahora viene lo más difícil. Hay que poner en ejecución el plan de trabajo que le ha sido asignado y para eso hay que entrar en ese vehículo que es el feto, el que a su vez está dentro de una bolsa llamada útero, que a su turno está dentro de otro vehículo que es la madre. Como si fueran varios envases contenidos uno dentro del otro y dos voluntades, bien definidas cada una de ellas, que a partir de este momento compartirán este universo único donde los pensamientos y sensaciones de uno incidirán en el comportamiento del otro.

En realidad, la influencia del alma a punto de encarnar ya puede ser percibida antes de que se produzca la fecundación. Algunas madres saben exactamente el momento preciso en el que se produce la concepción de su hijo. Otras, hasta pueden sentir en su cuerpo el ingreso de su futuro bebé. A veces es el padre quien siente la influencia del futuro ser. Varias personas me han relatado que pudieron percibir nítidamente el estado de ánimo del espíritu de su hijo antes de que fuese concebido y que más tarde, en la infancia o en la adolescencia, la conducta de su hijo concordaba con aquella primera sensación.

Ahora, madre e hijo estarán unidos telepáticamente o cuánticamente —si lo prefieren— durante nueve meses en una gestación normal. Este detalle es de una importancia singular porque es una de las claves para comprender el misterio de la fuerza del vínculo madre-hijo más allá de todas las teorías que se han desarrollado para explicar esta relación. Esta conexión es imposible de reproducir o igualar por el padre, aunque a veces alguno de los hijos tenga mayor afinidad con él. La simbiosis con la madre no pasa sólo por el hecho de haber estado dentro del vientre materno. Son nueve meses durante los cuales los pensamientos y sensaciones de la madre envuelven y penetran el alma del feto sin ningún obstáculo que se les interponga. El feto reaccionará a las emociones de la madre de acuerdo con el registro de sus impresiones pasadas, pero sea cuales fueren estas reacciones emocionales hay una conexión mental que para bien o para mal se mantendrá de por vida. Recuerden que se trata de dos campos vibratorios que se superponen e interactúan entre sí y de cómo sea esta interacción dependerá también el futuro vínculo madre-hijo. Hemos visto también que, aun cuando ambos campos vibratorios están íntimamente relacionados, si la madre no presta atención al alma del feto que está con ella, éste puede decidir desconectarse por medio de su voluntad y esto se reflejará más tarde en la futura relación filial. Esta sería la excepción a este vínculo especial que ya no podrá recrearse en la vida adulta.

Dijimos que el feto no sólo es influido por los pensamientos, sino también por los estados de ánimo y emociones que experimenta la madre y que reacciona ante ellos. Las actitudes que más inciden en el feto son la indiferencia, el abandono y el rechazo. Todo esto puede provocar distintas reacciones según la historia previa que tenga el alma del nuevo ser. Algunos vienen de circunstancias muy difíciles y se asustan o se repliegan ante la mínima señal de indiferencia o de temor por parte de sus padres. Otros tienen tanta confianza en sí mismos que las dificultades no hacen mella en ellos. A veces, hasta se sonríen ante las preocupaciones de sus padres. Sea como fuere, en todas las circunstancias siempre hay una lección a aprender.

Entremos, entonces, en el universo fetal propiamente dicho y veremos de qué manera se ponen en movimiento las piezas de este juego.

La vida antes de nacer

Подняться наверх