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II. DEFENSA Y SEGURIDAD: TANTO MONTA

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Sentadas las bases de la Inteligencia, adentrémonos en la Defensa y su aproximación al concepto de seguridad, si es que no han sido siempre parte de un mismo todo. Aunque pretendiéramos limitar el marco de la aportación a la labor de los servicios de inteligencia integrados o pertenecientes al ámbito militar, lo cierto es que la interrelación entre Fuerzas Armadas y el resto de fuerzas y cuerpos armados que tienen encomendada la seguridad de un Estado cada vez es más estrecho y difícilmente se pueden aislar. Basta dar un rápido repaso al régimen del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), heredero del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), para ser conscientes de esto. Configurado como un organismo público, es decir organización administrativa general de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de régimen jurídico del sector público5, tiene como función facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones6. Bien es cierto que es adscribe al Ministerio de Defensa7, pero bajo el principio de coordinación con los demás servicios de información del Estado español. Este es, por excelencia, es servicio de inteligencia patrio, por lo que ha de ser referencia constante en este texto.

Aquí es donde toma cuerpo una realidad de la que no podemos desprendernos en el análisis de la cuestión que nos ocupa. Esta no es otra que la progresiva aproximación del concepto tradicional de Defensa hacia el concepto de seguridad8. La tradicional defensa militar, basada en la territorialidad, al menos en el supuesto de España, es un concepto que no es, per natura, predominante en el momento actual9. Es más, desde el ámbito de la Unión Europea se aboga por un concepto de Defensa directamente relacionado con la seguridad, relación que va más allá del propio rótulo de la política de la Unión10, tanto es así, que la máxima figura en materia de seguridad y defensa se auspicia bajo la nomenclatura de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, omitiendo, no inintencionadamente el término defensa11. Nada distinto nos encontramos a un nivel todavía más globalizado12.

La defensa de la soberanía nacional a través de las instituciones a las que se encomienda la defensa, principio de base constitucional13, no puede por sí mismo amparar el mantenimiento del sistema acostumbrado14. Primero porque el concepto defensa es muy limitado en su propia conceptualización, implica una militarización, incluso como manifestación política externa15. Pero más allá de esto, lo realmente importante es garantizar la condición de estar libre de todo daño, peligro o riesgo, que provengan de amenazas tanto internas como externas, lo que coincide con la definición de seguridad nacional. Luego, la defensa, nunca ha sido más, tampoco menos –no es cuestión de restarle importancia–, que una parte de un concepto mucho más amplio: la seguridad. En su virtud, las fuerzas armadas, en toda su extensión, incluyendo a los servicios de información y a los de inteligencia, son agentes encargados de procurar la seguridad.

Inteligencia artificial y defensa. Nuevos horizontes

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