Читать книгу Biotecnología en el menú - José María Seguí Simarro - Страница 6

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PRÓLOGO

A los más veteranos del lugar puede que les resulte familiar una zarzuela que se titulaba La verbena de la Paloma, compuesta por Tomás Bretón sobre libreto de Ricardo de la Vega y estrenada allá por 1894. En ella, el autor ponía en boca del boticario, Don Hilarión, una legendaria frase que rápidamente pasó al acervo popular y desde entonces se repite asiduamente con cada avance científico: «Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad».

Con esta sentencia el boticario dejaba patente su asombro ante las novedades terapéuticas que llegaban a su botica, fruto de unos avances científicos que se sucedían a más velocidad de la que la sociedad de la época era capaz de asumir. Esta frase era una gran verdad por aquel entonces, y lo es aún más hoy en día, más de un siglo después del estreno de dicha zarzuela. Con cada avance científico, por espectacular que sea, se abren las puertas para el siguiente avance, aún más espectacular. Cada vez llegan a la sociedad más avances, de más calado, y más rápidamente. Este frenético ritmo en muchos casos está provocando un aluvión de datos que pueden no ser bien digeridos por la sociedad. Surgen voces que apoyan los avances y otras que no los ven como tales avances, sino como amenazas. Ante todo esto, la opinión pública, por pura precaución, suele posicionarse siempre del lado más cauto y precavido.

¿Y eso será bueno?

¿Se sabe lo suficiente como para usarlo sin riesgos?

Yo, por si acaso, voy a lo seguro, a lo de siempre...

Esto precisamente es lo que sucede con las plantas transgénicas y los diferentes productos que de ellas se derivan. Las plantas transgénicas son unas herramientas muy útiles para solucionar muchos de los problemas (no todos, por supuesto) que hoy en día presentan las sociedades de los distintos países. Sin embargo, estas mismas sociedades, supuestamente beneficiarias, muestran en general un claro rechazo a este tipo de aplicaciones biotecnológicas, pues creen que presentan una serie de riesgos potenciales y peligros reales que hacen que sus beneficios no compensen su utilización. Es, sin duda, una de las paradojas más interesantes de nuestros días. Y a su vez, uno de los debates más apasionantes.

A muy distintos niveles, se ha abierto desde hace ya años un intenso debate entre quienes producen, comercializan, cultivan o estudian este tipo de plantas, y quienes se oponen a su cultivo, comercio y consumo. Es la batalla (dialéctica) de los transgénicos. En esta batalla se enfrentan dos bandos muy desiguales, tanto en su número como en sus estrategias, razones, argumentos y resultados. Nadie en las sociedades desarrolladas es ajeno a la realidad de este debate, presente en los medios de comunicación, las tertulias radiofónicas, las columnas de opinión de los diarios o las charlas de barra de bar entre amigos.

–¿Os habéis enterado de lo que ha pasado en Alemania con la gente que está muriendo por comer brotes de soja contaminados?

–podría decir uno de estos amigos.

–Ya... Igual que pasó con lo de las vacas locas, o el aceite de colza...

–podría decir otro amigo.

–Si es que hoy en día, con esto de los transgénicos, nadie está a salvo...

–podría decir un tercero.

–¿No decían que eran buenos? –añadiría el camarero, siempre atento tras la barra.

Y ya tenemos montada una tertulia sobre los transgénicos. La chispa que enciende la mecha es un tema que en realidad no tiene nada en absoluto que ver con los transgénicos, pero como huele mal, como los transgénicos, ambos temas se acaban asociando aunque no se sepa muy bien de qué van. Muy probablemente ni estos amigos, ni el camarero, ni gran parte de la sociedad sepan muy bien qué son los transgénicos, qué beneficios conlleva su uso y hasta qué punto son o no peligrosos. La idea generalizada es que los cultivos transgénicos son peligrosos para la sociedad, para la salud y para el medio ambiente. En cualquier momento nos pueden atacar. Por eso la sociedad los rechaza, los ve como una nueva versión del monstruo de Frankenstein, los Biofrankensteins.


Los biofrankensteins son la versión transgénica del viejo monstruo del Dr. Frankenstein. Imagen del autor.

De este modo, cuando alguien sale en un medio de comunicación y argumenta algo a favor del uso de los transgénicos, la primera reacción casi instintiva de mucha gente es sospechar de él y pensar algo como: «Algo oculta, seguro, cuando defiende algo que como todo el mundo sabe, es malo por naturaleza». Reflexiones muy parecidas, si no idénticas, se harán cada vez que lean noticias sobre políticos, instituciones o gobiernos, como el español o la Comisión Europea, que autorizan el cultivo de algún transgénico, aunque sean pocos.

«¿Pero cómo pueden atreverse a autorizar eso, con lo malos que son?». Acto seguido, algunos colectivos comienzan campañas de propaganda y de concienciación social para reforzar la idea de que los transgénicos son malos y de que los gobiernos se están equivocando. A mucha mayor escala, vuelve a reproducirse el debate de la barra del bar. Y en medio de este debate estás tú, que ves y oyes que hay que erradicar los transgénicos si queremos salvar el planeta mientras observas que hay políticos que los autorizan, hay agricultores que los siembran, hay distribuidores que los comercializan, y... ¿hay consumidores que los consumen?

En este libro se pretende analizar el fondo de este debate, en el que se entremezclan ámbitos de la sociedad tan complejos y distintos como el científico, el político, el sociológico, el psicológico y el comunicativo. La idea es mostrar los argumentos de unos y otros, y discutir las causas y las consecuencias que para la sociedad tiene este debate, y sobre todo los cauces que el debate en sí está tomando. Una especie de manual de supervivencia, en definitiva, para que tú, como lector, parte de la sociedad y testigo de este permanente fuego cruzado, te formes tu propia opinión. Para ello, se expondrá primero qué son realmente las plantas transgénicas y también qué no son. Para qué sirven y para qué no sirven. Una vez expuesto esto, nos centraremos en analizar la opinión negativa que sobre ellas tiene la sociedad, en general, y la europea y española, en particular. Exploraremos cuáles son las causas del rechazo y los motivos que las avalan. Se expondrán los argumentos científicos, veraces y contrastables, que hay actualmente para defender las posturas a favor y en contra de la modificación genética de las plantas, y reflexionaremos acerca de si son suficientemente sólidos para sustentar la opinión generalizada, o si hay otras causas que distorsionan la percepción de este fenómeno. Una vez expuestas las causas y su justificación científica y sociológica, se analizarán las consecuencias que el desencuentro entre ciencia y sociedad tiene para ambos partícipes a corto y largo plazo. Finalmente, se plantean posibles soluciones para tratar de paliar el desencuentro y reconciliar a dos contrincantes condenados necesariamente a entenderse y que ya llevan demasiado tiempo distanciados.

En este libro se ha hecho un especial esfuerzo por documentar todas las afirmaciones y los datos, y en especial los más polémicos, con profusión de referencias bibliográficas, de modo que el lector tenga acceso a las fuentes originales. En ese sentido, en la medida de lo posible se ha tratado de incluir referencias accesibles a través de Internet, para que todo aquel lector interesado en contrastar la información que aquí se proporciona, o en ampliarla, pueda de forma fácil y rápida hacerlo. En último término, el objetivo de este libro es proporcionar una visión objetiva de la realidad de las plantas transgénicas sobre la base de lo que la ciencia puede decirnos de ellas sin sesgos ni distorsiones interesadas. Desde una perspectiva divulgativa, pero sin faltar bajo ningún concepto al rigor que un tema como este merece. En algún momento a lo largo de este libro puede que pienses que esto no es así. Que este libro no es objetivo y que tiene un claro sesgo, pues contradice muchas de las ideas instaladas en nuestra sociedad. Soy consciente de ello y asumo el reto de ir contra corriente, de tratar de explicar una realidad distinta a la que nos llega desde muchos frentes. Si piensas de ese modo, te pediría que hicieses un esfuerzo extra en llegar al final del libro y en comprobar por tu cuenta si los datos que en él se exponen son o no fiables. Precisamente para eso he incluido un buen número de referencias bibliográficas y documentales. Al mismo tiempo, comprueba en qué fuentes beben quienes afirman lo contrario. Tras estos ejercicios, confío en que me creerás si digo que los datos que aquí se exponen son fiables. Con la visión real que se pretende plasmar aquí, y sabiendo cómo y por qué nos llega distorsionada a la sociedad, cada uno de nosotros tendremos más y mejor criterio propio para decidir qué hacer sobre este tema. Porque en definitiva, somos cada uno de nosotros quienes al final decidimos con nuestra opinión qué hacer con este tema, al igual que con muchos otros.

Sea cual sea tu decisión, espero firmemente que al final del libro te sientas mucho más y mejor informado para tomarla. Como autor de lo que viene a continuación, esa sería mi mejor recompensa.

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