Читать книгу Volver a las fuentes - Juan Gualberto Godoy - Страница 10

Pensamiento nacional y dependencia

Оглавление

El libro que usted tiene entre sus manos está pensado para animar a la reflexión, el debate, y ser un humilde aporte a la larga lucha del pueblo argentino, hoy por la segunda y definitiva emancipación. Está escrito en forma sencilla, sin “poses intelectuales” que lo único que hacen es gastar tinta y confundir con la intención de marcar una supuesta distinción de quien escribe. Nada más alejado de nuestro propósito.

Pretende ser un libro nacional al alcance de todos, de lectura fluida, que lo acompañe en sus ratos libres, en alguna plaza, antes de dormir, los fines de semana, en la pausa diaria, en los locales partidarios, en nuestras aulas, y que mate en mano sirva para el diálogo fraterno en los que apuntamos a la liberación nacional y mejoramiento de la vida del conjunto del pueblo argentino. Busca incitar al despertar de la conciencia nacional-latinoamericana. Al final, usted tendrá la palabra y decidirá si cumplimos con los objetivos mencionados, y seguramente también realizará aportes para el debate.

Asistimos a un avance y penetración cada vez más profunda de los países imperialistas en la vida política, económica y cultural de los países dependientes. Un crecimiento inusitado y descontrolado del sector financiero; una gran presencia de las empresas a lo largo y ancho de todo el globo y el crecimiento enorme de su poder que se mide en miles de millones de dólares; una concentración impresionante de la riqueza en una cada vez más pequeña minoría y la expansión enorme de la pobreza en amplios sectores sociales; la generación de una importante parte de la población mundial sin medios ni recursos para poder sobrevivir y/o tener niveles mínimos de dignidad; deudas cada vez mayores para los pueblos; guerras imperialistas en cualquier rincón del planeta; crimen organizado, enormes represiones y matanzas; el poder enorme de los medios de comunicación concentrados que echan luces y sombras sobre hechos y personajes al mismo tiempo que desfiguran la realidad cotidiana en beneficio de su propio interés: el de las oligarquías locales y el imperialismo. En fin, un sistema de miseria planificada que se erige triunfante, se torna hegemónico y pone en serias dudas la preservación y continuidad del género humano.

Ante este desolador presente, muchas voces, algunas lamentablemente desde el “campo nacional”, aparecen pregonando que como el mundo cambió (con lo que coincidimos), que ya no sirven las categorías del pensamiento nacional ni el nacionalismo popular, las reivindicaciones nacionales, la apuesta al desarrollo industrial, el rompimiento del encadenamiento de la deuda externa, la ruptura de la dependencia; que el imperialismo no existe más, que repasar el pasado nacional en clave revisionista no es científico, como asimismo es “poco serio” el pensamiento surgido en Nuestra América. En síntesis, pregonan que el pensamiento nacional actúa a destiempo, está fuera de moda, y que hay que aggiornarse.

Las academias de nuestro país, sobre todo las tradicionales, hay que decirlo, siguen pensando en términos de civilización y barbarie, y a partir de ese esquema buscan construir un pensamiento que no puede ser otra cosa que un pensamiento enajenado de la realidad nacional. Se construye un pensamiento a contrapelo del país y sus necesidades.

Nosotros consideramos aquí que es al contrario, pues en ese mundo que describimos anteriormente en que al fin y al cabo lo que se pone en duda es la existencia misma de la nación, para avanzar fuertemente sobre los pueblos, es suicida concluir negando el imperialismo, la oligarquía y la necesidad de avanzar en la emancipación nacional. Así, desde nuestra perspectiva, las reivindicaciones nacionales y el levantamiento del nacionalismo popular aparecen como una cuestión central en el enfrentamiento a las potencias imperialistas en la actualidad.

En la historia del territorio que se extiende desde el río Bravo hasta Tierra del Fuego, una y otra vez se han levantado los pueblos contra la opresión imperialista, y ante el avance de los nacionalismos de los países opresores han encontrado la forma de enfrentarse a ellos por medio del levantamiento de banderas nacionales.

Durante el siglo XX, la Argentina, con el peronismo, aparece como un caso emblemático de una Revolución Nacional que lleva adelante la nacionalización de la estructura económica (hasta entonces en manos británicas), la apropiación de la renta agraria diferencial, que antes era disfrutada sólo por la minoría oligárquica, el desarrollo de las fuerzas productivas y la industria nacional al mismo tiempo que el otorgamiento de un conjunto de derechos sociales y políticos, para lo cual constituyó su “columna vertebral”: el movimiento obrero organizado más importante de su época, organización imprescindible para emprender el camino de la emancipación nacional.

Siguiendo con nuestro país, nuestra historia es similar a la del resto de la Patria Grande. La Argentina en particular ha tenido, luego del fracaso del proyecto de construir una gran nación latinoamericana, una inserción al mundo en forma dependiente, abastecedora de los productos necesarios para el desarrollo de los países centrales, en nuestro caso, claramente, el de Gran Bretaña. De esta forma, nuestra estructura económica se orientó hacia las necesidades extranjeras. El país fue organizado a partir de criterios externos contrapuestos a las necesidades nacionales.

El imperialismo, a lo largo de los años, fue penetrándola, de modo de garantizar el saqueo de nuestra economía, al tiempo que impedir todo germen de desarrollo. Nuestra independencia política no logró ser acompañada por la económica, por lo tanto caímos en un régimen de dominación semicolonial. Nuestra independencia fue sólo de forma, pues en la realidad pasamos a depender de Gran Bretaña, que también desde 1833 logra ocupar (hasta hoy, salvo el interregno lamentablemente breve de 1982) una parte de nuestro territorio, como sabemos, nuestras Islas Malvinas. Este mecanismo de relojería funcionó en forma “aceitada” a lo largo de más de un siglo hasta la Revolución Nacional peronista, como indicamos anteriormente.

No obstante, esta Revolución Nacional queda trunca por el golpe de Estado fuertemente clasista y revanchista de 1955, que no logra destruir profundamente —a pesar de intentarlo con todos los métodos posibles, prohibiciones, decretos, persecuciones, encarcelamientos, fusilamientos, etc.— el movimiento nacional peronista, que vuelve al poder tras 18 años. No obstante, a partir de la última dictadura militar que aplica el terrorismo de Estado más cruento para implantar, finalmente en los años 90, un plan económico de miseria planificada, que apunta a “atrasar” el reloj de la historia y construir una Argentina preperonista. Es el proyecto de “la fusiladora”, aunque profundizado, el que termina aplicándose en nuestro país con el realineamiento como semicolonia yanqui.

Pensamos aquí que si bien en los últimos años se avanzó en la redistribución de la riqueza, en la democratización del acceso a un conjunto de bienes y servicios, la recuperación de varias empresas y la ampliación de derechos, sin desdeñar y ponderar esos avances, destacamos que poco se avanzó sobre la estructura imperialista dependiente de nuestro país y, vale decir, poco avance también en la penetración cultural que se monta sobre esa estructura.

Consideramos entonces que para enfrentar la estructura oligárquico-imperialista que expolia a nuestro pueblo, es menester un volver a las fuentes, una vuelta a los clásicos y no tan clásicos del pensamiento nacional, al revisionismo histórico en clave popular, y a la reivindicación de los patriotas y crítica a los vendepatrias.

En los tiempos del bicentenario de nuestra emancipación local, parte de la lucha por la liberación y unificación de la gran nación latinoamericana, proyecto que se parte en veinte pedazos, es que planteamos esta vuelta a lo nacional. No pensamos que sea un planteo novedoso, varios lo han pensado y realizado a lo largo de todos estos años; nosotros venimos a hacer nuestro aporte en ese sentido y en esa línea. Discutir en estos doscientos años de nuestra independencia las problemáticas nodales aparece como una cuestión insoslayable.

En este sentido, tratamos en este trabajo varios temas centrales de nuestra patria. El pensamiento nacional discute la dependencia, y en esa disputa aparece la necesidad de revisar la historia en clave de los sectores populares, de modo de lograr reconstruir la conciencia nacional avasallada por las potencias imperiales. La oligarquía aliada al imperialismo procura que no se conforme un pensamiento nacional, al tiempo que construye un relato de nuestro pasado que pretende ser excluyente, y silenciar los hechos y personajes que han discutido la opresión oligárquico-imperialista. Así, nuestras clases dominantes pretenden que no tengamos una conciencia nacional ni una historia propia, como así tampoco luchadores nacionales.

Consideramos en este punto que esas tres cuestiones se revelan fundamentales para la lucha nacional. Es por eso que nuestro trabajo está dividido en cuatro partes que se relacionan entre sí. La primera parte aborda a algunos pensadores nacionales que definimos como “clásicos” del pensamiento nacional. Cabe la aclaración de que el término “clásicos” no implica que no hayan sido o sean silenciados; no obstante, son algunos de los puntales en los que se asienta el pensamiento nacional. Recorremos entonces a estos pensadores (entre otros, abordamos a Arturo Jauretche, Hernández Arregui, Scalabrini Ortiz, Manuel Ugarte, etc.) y sus principales categorías de análisis, de modo de analizar y traer al presente un conjunto de herramientas que nos sirven para pensar el pasado tanto como la actualidad. Es la construcción de un conjunto de categorías pensadas desde y para un país semicolonial como es la Argentina. La conformación de una epistemología propia.

En segundo lugar, hacemos un abordaje del revisionismo histórico en relación con la orientación de una política nacional. Al análisis de la necesidad de revisar nuestro pasado, para qué hacerlo, le sigue el repaso por las corrientes historiográficas, la relación entre la lectura histórica y la sustentación de un proyecto político. A partir de aquí, y con varias de las herramientas que tratamos anteriormente, nos damos a la tarea de revisar algunos personajes y hechos históricos en clave nacional (varios silenciados y/o tergiversados), como Simón Bolívar, Felipe Varela, la “revolución de los colorados”, la relación y el lugar otorgado por Juan Perón a los trabajadores en el movimiento nacional y en la estructura del país, etcétera. A la política de historia diseminada por todo el tejido social por la clase dominante hemos de oponerle el revisionismo histórico con una mirada popular, latinoamericana y antiimperialista.

En la tercera y última parte hacemos un abordaje de lo que se ha denominado como “malditos” en la historiografía argentina; no “malditos”, claro, porque sean personajes malos, sino en tanto son personajes silenciados por el aparato cultural dominante. La cultura oficial los silencia o tergiversa porque son pensadores o luchadores “peligrosos” que ponen en cuestión el orden semicolonial imperante. Así tratamos, entre otras, las figuras de Manuel Rodríguez, Rufino Blanco Fombona, Alejandro Marín, César Marcos, Isidro Velázquez, entre otros. Es rescatar a estas figuras como un acto de revisionismo histórico, resistencia, reivindicación y justicia1.

Estos escritos están redactados con el pulso de la historia presente, fueron hechos a lo largo de los últimos años (varios revisados, actualizados y profundizados), al tiempo que la participación con el pueblo argentino en sus luchas y anhelos. No nos escondemos pues bajo los “ropajes de la ciencia”, y no tenemos miedo en asumir nuestro discurso como político. El pensamiento nacional asume la primacía de la política. Nos alejamos así de la supuesta “neutralidad valorativa” del academicismo tilingo que busca el reconocimiento del aparato cultural y posgrados o estudios en Europa o Estados Unidos, esa intelligentzia de espaldas a las necesidades nacionales y de cara al Atlántico, y nos sumergimos en las corrientes profundas de nuestra patria. Va pues un humilde aporte, esperamos que se lo disfrute y sea útil a los fines enunciados.

1. Cabe la aclaración: hay pensadores que aparecen en el apartado “La memoria del ‘olvido’” y también en otro/s, la cuestión radica en que consideramos pertinente incluir ese texto en el apartado que se ha incluido. Incluso podemos aceptar que todos los personajes tratados aquí son en mayor o menor medida “malditos”. No obstante, hay algunos que, afortunadamente, han tenido cierta repercusión y difusión mayor con respecto a otros, por eso la idea de “los clásicos”, además de que en general han tenido una obra más prolífica con una mayor resonancia. Lo mismo vale para textos que quizá podrían incluirse en uno u otro apartado, las categorías que dividen los capítulos no son claramente excluyentes.

Volver a las fuentes

Подняться наверх