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Breve biografía política de un criollo

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Comenzamos este recorrido, que espero que le sea grato a usted, como entrada, con un texto sencillo sobre un clásico, puntal del pensamiento nacional: Arturo Jauretche. En este escrito, la intención no es establecer novedades acerca del pensamiento del autor, sino presentar sus principales ideas, ya que pensamos que estas ideas son las que sientan las bases, en tanto comienzan cierta sistematización, y es por eso que reaparecen continuamente a lo largo de nuestro trabajo y/o en otros de los pensadores que abordamos aquí.

Así, la idea de este breve apartado, para comenzar a delinear el pensamiento de don Arturo Jauretche, es esbozar algunos aspectos biográficos del pensador haciendo énfasis en su militancia política2, de modo que logremos comprender en forma más acabada sus ideas, y además porque Jauretche fue ante todo un militante político profundamente comprometido con las luchas nacionales que le tocó vivir, expresándose en ellas ya sea por medio de su participación en alguna agrupación política, en la pluma como periodista o como escritor (profundamente nacional), como funcionario, o en la tarea que la hora demandaba, desde cualquiera de estas trincheras pero siempre del lado de la nación… del pueblo.

Nuestro pensador nace con el siglo, en 1901, un 13 de noviembre3 en Lincoln, provincia de Buenos Aires, ese “pago chico” que había sido tierra ranquelina durante largos años. De familia numerosa, hijo de un empleado y una maestra, de joven aparece como una promesa política del conservadurismo, ya que milita en sus filas, y entre 1917 y 1918, cuando ya hacía uno o dos años que las mayorías populares se expresaban en el yrigoyenismo, preside el Comité de la Juventud Conservadora en su pueblo, asumiendo una posición aliadófila en la Primera Guerra Mundial, enfrentando el neutralismo pregonado por Yrigoyen. Por entonces abandona la carrera docente, y prueba suerte con abogacía, de la cual años más tarde se gradúa.

Apoya la Reforma de 19184, y hacia el año 1921 comienza a despertar del sueño conservador. Aquí cumple un rol importante el estudio de la Revolución Mexicana; allí el joven lee acerca de Emiliano Zapata, Pancho Villa y los revolucionarios mexicanos, pero lo fundamental es que observa la importancia del papel de las masas en la historia. Tiempo después abraza la causa yrigoyenista. Homero Manzi, a quien conoce en la Facultad de Derecho, ayuda al joven Jauretche en ese tránsito. Sirva como ejemplo lo que dice Manzi acerca de qué rescatan estos jóvenes del primer movimiento nacional-popular del siglo XX. Cuenta Homero que una vez, visitando a un Yrigoyen ya muy anciano, este les dijo:

Salgo de mi rancho a la edad en que los hombres se jubilan, en que solo se tiene serenidad para esperar la llegada de la muerte, y ello lo hago por mi ley del petróleo, para salvar de garras ajenas y propias los tesoros que Dios desparramó en esta tierra. Alguien deseoso de sorprender… su pensamiento, le preguntó: ¿y la tierra, doctor? Sonrió Yrigoyen con una paternal sonrisa, y le dijo: Amigo mío, del subsuelo al suelo hay un poquito así. (Ford, 1971: 19)

Cuando ocurrió el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, que agrupó a todo el espectro político de derecha a izquierda, Jauretche se encontraba en Mendoza, y no duda en desenfundar el arma para enfrentar a algunos “pitucos” que festejaban la caída del “Peludo”, y gritarles “Viva Hipólito Yrigoyen”. Por este hecho caerá preso (no sería la única vez). Ya en libertad participa de las conspiraciones cívico-militares del yrigoyenismo por la vuelta del “Peludo”. Por ello, en diciembre de 1933 lo encontramos “con las armas en la mano” en la sublevación de Paso de los Libres, que tenía ramificaciones en todo el territorio nacional, y en la que participaban Dellepiane, los hermanos Francisco y Roberto Bosch, Gregorio Pomar, Scalabrini Ortiz (quien actúa desde Buenos Aires), y otro puñado de patriotas. No obstante, el levantamiento fracasa, y son apresados varios de los revolucionarios, entre los que está Arturo Jauretche. Allí escribe un poema: “El paso de los libres, relato gaucho de la última revolución radical”, rescatando la gauchesca del Martín Fierro, y poniendo en la voz de un paisano, Julián Barrientos, el relato del levantamiento5.

Luego de estos hechos, tiempo más tarde, el 29 de junio de 1935, Jauretche es miembro fundador de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), donde participan Manzi, Dellepiane, Scalabrini Ortiz, Amable Gutiérrez Diez, Gabriel del Mazo, entre otros, que vienen a realizar una doble denuncia: por un lado, a los gobiernos entreguistas de la década infame, y por otro, es la primera denuncia profunda y sistemática del accionar del imperialismo británico (el que realmente tenía injerencia en nuestro país). Al mismo tiempo, los forjistas hacen una tarea titánica editando cuadernos, repartiendo volantes, haciendo unas 4 mil conferencias, y más, sin contar prácticamente con recursos económicos, pero sí con una profunda voluntad patriótica y militante. Dicen los forjistas:

Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre (…) el proceso histórico argentino en particular y latinoamericano en general revelan la existencia de una lucha permanente del pueblo en procura de su soberanía popular, para la realización de los fines emancipadores de la Revolución Americana, contra las oligarquías como agentes de los imperialismos en su penetración económica, política y cultural, que se oponen al total cumplimiento de los destinos de América. (Declaración FORJA 29/6/35. Jauretche, 1976: 87).

FORJA se desintegra poco tiempo después del 17 de octubre de 1945 (hecho al cual apoya), porque las banderas por las que lucharon durante 10 años en soledad las asume otro movimiento nacional y popular con posibilidades políticas de realización.

Jauretche entonces se integra, como la inmensa mayoría de los forjistas, al peronismo naciente, y lo hace en la provincia de Buenos Aires que gobierna Domingo Mercante, como presidente del Banco de esa provincia. En los años del peronismo Jauretche “se planta” en la defensa del movimiento nacional y popular, y pelea con los adulones porque le hacen mal al proyecto nacional de liberación. Son quienes destruyen, no informan, engañan, no ayudan, bloquean iniciativas, son los que una vez Evita les dijo: “Estos alcahuetes son los que nos van a joder” (Eva Perón, cit. Galasso, 2003: 546).

Luego de que la barbarie oligárquica arrojara bombas sobre la población civil en la Plaza de Mayo, y en septiembre diera un golpe de Estado que deja inconcluso el proceso de la Revolución Nacional peronista, y en junio del año siguiente, como parte del proceso revanchista, fusila a más de una veintena de patriotas, don Arturo (que tiene que exiliarse en Montevideo) está de nuevo en la trinchera, demostrando las falacias del plan económico de Prebisch, con un librito: El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje, luego con Los Profetas del Odio al cual le suma La Yapa, Ejército y política, y poco más tarde con el Manual de Zonceras Argentinas6, Política Nacional y Revisionismo histórico. También luego de la clausura del periódico El Líder funda El 45. Apoya por esos años la candidatura de Frondizi (está por entonces junto con Scalabrini Ortiz en la trinchera desde la revista Qué), pero ante la traición de éste se aleja7, diciendo que Frondizi tenía un problema con la letra “ll”, pues pasó de “un programa para veinte millones de argentinos a un programa para veinte millonarios”. (Galasso, 2011: 382)

Hacia 1962 edita el libro FORJA y la década infame, y más tarde, El medio pelo en la sociedad argentina. Luchador incansable, los últimos años lo encuentran cercano a la llamada “Tendencia”, a las juventudes revolucionarias peronistas (no obstante su oposición al camino de la lucha armada, el cual no creía conveniente en ese momento), dirige la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), vota la fórmula Perón-Perón pero a través de la boleta de la izquierda nacional (la del Frente de Izquierda Popular (FIP) que lidera Jorge Abelardo Ramos), que decía “vote a Perón desde la izquierda”, lo que lo lleva a decir, recordando sus comienzos políticos en el conservadurismo, que: “Al revés de tantos políticos, yo subí al caballo por la derecha y terminé bajándolo por la izquierda”. Este gran pensador argentino, profundamente patriota, se nos fue justamente el día de la patria, el 25 de mayo de 1974. No lo queremos abrumar más con los aspectos biográficos de don Arturo, con lo dicho basta para tener un panorama general de su vida. Dejemos de lado entonces estos, y entremos de lleno a su ideario, que nos sirve hoy para orientarnos en la lucha.

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