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2.6. El jardín japonés y de extremo oriente

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Pronunciado el balance positivo que supuso el jardín oriental sobre el inglés y europeo del siglo XVIII, hemos de apreciar más que sus influencias sobre el modelo occidental, su gran valor intrínseco. Y de ello hay que responsabilizar en mucho a la alta carga religiosa con que se dota e impregnan las realizaciones orientales, las cuales lejos de los referentes religiosos occidentales en las que el hombre es dominador total de los terrenos, encuentran un contraste máximo en unas sociedades, que ponen a la madre naturaleza como cenit de todo y en la que en ningún modo el hombre podrá intervenirla. Dicho de otra forma, cualquier paisaje natural no podrá sufrir mejora alguna al ser esa su definición potencial máxima. Con ello, en función del valor y belleza natural que adopte el espacio natural, será motivo de exaltación y reconocimientos o simplemente será naturaleza. Este valor que imprimen a la naturaleza desde los principios de su historia, es un culmen en el que el alma presente en cada elemento terráqueo no tiene parangón alguno en lo físico o en lo filosófico para el pueblo chino.


De la clasificación que hacen en lo femenino (yin) y lo masculino (yan) o lo que es lo mismo en la pareja de contrarios y complementarios, se fija siempre el valor de los jardines a exaltar y que será motivo y principio de las nuevas concepciones jardineras de origen humano. De esta manera por ejemplo, el contraste entre un árbol erguido y de porte muy estridente habrá de encontrar la suavidad de la tenue y sutil nevada en su base. Siempre serán motivos contrapuestos a la vez que necesitados de sí, los que eleven la protección a reverencial y de aquí a su imitación, copia y distribución en ejercicios profesionales. El simbolismo es base de un trazado que siendo imposible reproducir físicamente ha de buscar al menos el idéntico efecto sensorial en escala reducida. Por ejemplo, una montaña (piedra singular) junto a una ladera boscosa de gramíneas (musgo).



Recuerde

El jardín se convierte en reproducción a escala reducida del paisaje.

La sociedad japonesa perfeccionó y aumentó con creces el valor paisajístico del jardín oriental, dotándolo de una tecnología más sutil aún. Llegado el siglo XV, llegan a definir hasta tres tipologías bien definidas de intervenciones: jardín colina, jardín llano y jardín de té. En función al grado de definición que adoptaran estos podrán ser además: acabados, semiacabados o inacabados, todos y cada unos de los elementos que componían las intervenciones incorporaban una simbología además de su propia función. De los tres el jardín de té resolvía un grado de excelencia y sofisticación que difícilmente encuentra similitud alguna en cualquier modelo paisajístico. Su denominación que viene dada por el requerimiento tan preciso y complejo que adopta el hecho de tomar el té, suponía además de una intervención paisajística de gran calado, todo un guión ceremonial que aglutinaba y requería un gran número de elementos compositivos de un jardín en el que el individuo había de encontrar grandes virtudes.


Recuerde

La base del trazado del jardín oriental y en especial del japonés era el simbolismo.

Operaciones para la instalación de jardines y zonas verdes. AGAO0208

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