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Prólogo

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Se reivindica la memoria como un ejercicio para rescatar del pasado reciente aquellas experiencias que se mantienen válidas en el presente, como por ejemplo, el estilo de vida de un militar y su trayectoria en las filas del Ejército de Chile.

«Aventuras y desventuras de un viejo soldado II» no solo es la continuidad de la primera parte, sino que es –sin ambigüedades– un homenaje a la vida en el ejército, escrito por un militar en retiro, Juan Sergio Saavedra Rojas, quien, valiéndose del derecho a sus recuerdos, de investigaciones bibliográficas y de conversaciones con sus excamaradas, logra articular un conjunto de relatos en los que se rescata el valor de aprovechar cada día «aunque el viento sople en contra», gracias a la convicción de ser protagonistas de la propia historia. «No dejes que termine (el día) sin haber crecido un poco, / sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños. / No te dejes vencer por el desaliento».

Aunque el viento sople en contra como la muerte del conscripto Edgard Terrazas Borja producto de un derrame cerebral, la vida en situación de calle del exsoldado Luis Almendra, la arrogancia del instructor Caicedo, el accidente que casi le cuesta la vida al cabo Artes, las medidas disciplinarias que cambian si los involucrados son oficiales o clases, el desmayo de un clase ante el izamiento erróneo de la bandera en pleno acto cívico y el abandono de la ciudad de Calama que tantas riquezas le genera al país; a la vuelta de página, encontramos la esperanza de no dejarse vencer por el desaliento.

Ahí está la honradez de aquel soldado conscripto que ya en viaje hacia su pueblo, regresa al regimiento para informar a su superior que había entendido mal el mensaje, que su padre estaba vivo; el coraje de ese otro soldado, quien sin dinero para el pasaje debió pedir que lo llevara gratis el chofer y así cumplir con su llegada al regimiento; el reconocimiento a los héroes de 1978; la hazaña aún sin superar del capitán Alberto Larraguibel Morales como jinete del caballo Huaso; y, como la vida continúa en las nuevas generaciones, el viejo soldado juega con su nieto con soldaditos de plástico.

Sin embargo, la diversión también tiene cabida en los recuerdos de este viejo soldado. «El zorro con bototos» era una ramada que se hacía en Calama durante la celebración de las fiestas patrias y donde, según cuenta Saavedra Rojas, se pasaba muy bien; pero, para el resto del año están (estaban) los boliches y burdeles, además de los viernes de casino en el regimiento. Entre varias alternativas, se presenta «El Quijote», un lugar con música, cervezas y prostitutas. Y, en Santiago, «El mistral», «El bamby y «Los 4 gatos»; donde dicen que «todo el sueldo y mucho más se gastaba en San Diego, desde avenida Matta hasta la Alameda».

«Aventuras y desventuras de un viejo soldado II» de Juan Sergio Saavedra Rojas nos permite conocer el estilo de vida de los militares, el que nace con el juramento a la bandera y termina con la muerte misma.

Patricia González Sáez Periodista-Profesora de Lenguaje-Escritora-Editora

Aventuras y desventuras de un viejo soldado II

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