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1 Poema épico de un obscuro poetastro.

2 En realidad la referencia es a las fabulae togatae, obras de personajes y de argumentos itálicos. En época de Juvenal ya no se representaban, pero sí se utilizaban para recitales públicos.

3 Tipo de poesía cultivada por Tibulo y Propercio, y principalmente por Ovidio.

4 Télefo, rey de Misia, herido por la lanza de Aquiles, y luego restablecido. Junto con la leyenda de Orestes, la de Télefo fue tratada con preferencia por los poetas trágicos, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Accio y Ennio.

5 De manera que la escritura no deja espacios en blanco. Aquí se trata de rollos que se introducían dentro de un estuche.

6 Normalmente sólo se escribía en el anverso del rollo, pero no en el reverso; el poema aquí en cuestión es tan largo que llena ambas caras del rollo y ni aún así termina.

7 Esto suena a refrán.

8 Frontón debió de ser un mecenas, hoy desconocido, de los literatos de la época. Por lo demás, era habitual que los potentados ofrecieran recitales en sus mansiones.

9 De emoción.

10 En la época de Juvenal las epopeyas mitológicas eran el género literario más cultivado. Ya el humanista Parrasio sospechó que aquí Juvenal pensaba en las Argonáuticas de Valerio Flaco. También en tal poema Jasón recoge del bosque de Marte el vellocino de oro, y al principio mismo del poema Eolo, a exigencias del Bóreas, suelta los vientos, que ponen en grave aprieto la nave Argo hasta que interviene Neptuno. En este pasaje pretende sólo (como lo volverá a hacer más abajo) señalar lo manido de los temas y motivos, presentando los ejemplos más conocidos.

11 Del maestro que castigaba a los alumnos con palmetazos.

12 Con esta expresión Juvenal indica que también él asistió a las clases de retórica. En ellas era tópico el tema de Sila que abandonaba la dictadura.

13 La metáfora no está tomada de la lengua deportiva, sino de ciertos recorridos que se hacían por placer o por simple ejercicio físico, por el campo de Marte. Con ello indica Juvenal uno de los marcos de sus sátiras.

14 El poeta satírico Lucilio.

15 Las bodas de castrados estaban prohibidas.

16 Probablemente Mevia fue un personaje muy conocido en el imperio de Nerón o en el de Domiciano. Las mujeres bajaban a la arena no sólo como gladiadoras, sino incluso como luchadoras contra fieras. Sin embargo, el pecho descubierto aquí hace pensar mejor en una cacería. Las mujeres que bajaban al Circo a luchar contra fieras eran siempre plebeyas; por eso aquí la referencia no debe de ser a esta modalidad de lucha.

17 Juvenal habla de su juventud no como de algo ya muy lejano. Al escribir esta sátira frisaría en los cuarenta. Los romanos se dejaban la barba, cuidando de ella, hasta los veinte; luego se la afeitaban. En su redacción, esta sátira es posterior por lo menos a las tres que le siguen.

18 El latín dice gravis barba, que significa seguramente «barba molesta».

19 Nótese la progresiva concreción del texto, que sigue ahí fielmente al latino. Canopo era una ciudad del interior de Egipto, la cual adolecía de muy mala reputación. Pero lo más probable es que Crispino no fuera originario de ella; con la mención de un lugar tan conocido por su mala nota, Juvenal pretendió únicamente resaltar la mala fama del país de origen. Parece que el tal Crispino levantaba admiración por sus vestidos de púrpura. Durante el imperio de Domiciano fue por algún tiempo prefecto del pretorio. La indumentaria citada (la capa y el anillo) no era preceptiva de su cargo, la llevaba sólo por ostentación, opinión abonada por la fatuidad que el personaje exhibe. A este mismo sujeto en la sátira IV se le atribuye el uso de abundante perfumería.

20 Propiamente se trata de la lacerna, una capa ligera que se vestía encima de la toga o en vez de ella.

21 Los romanos se ponían anillos de verano, más ligeros, o de invierno, más pesados, pero aquí, en pleno verano, Crispino luce uno de invierno. Todo para acentuar su personalidad ostentosa.

22 Desde aquí Juvenal habla como si, plantado en la calle, viera discurrir ante sí las figuras más características de la corrupción de costumbres en Roma.

23 La iniquidad de la ciudad consiste en que otorga esplendor y riquezas al vicio y al crimen mientras mata de hambre a la virtud.

24 Personaje de existencia real, quizás bajo el imperio de Domiciano. En la sátira VII se anuncia su bancarrota, por lo que parece que esta litera nueva sólo pretende engañar sobre la verdadera situación económica de su dueño.

25 Aquí Juvenal exagera, porque las literas sólo excepcionalmente se fabricaban de dos plazas, lo normal es que fueran sólo de una, si bien holgadas de espacio, de manera que para ocuparla íntegramente se necesitaba ser muy obeso.

26 El delator mismo no parece poder pertenecer a una capa alta de la sociedad, por lo que nuestro satírico aquí no puede haber pensado en Marco Aquilio Régulo, de dignidad senatorial, como muchos han creído. Los escolios apuntan hacia el estoico Heliodoro, que supuestamente intervino como testigo contra su discípulo Lucio Junio Silano Torcuato, o piensan, alternativamente, en Publio Egnacio Céler, que acusó a Barea Sorano. Como sea, el delator lo fue bajo el imperio de Domiciano.

27 Bebio Masa, uno de los delatores más malfamados del período de Domiciano. Pertenecía a la dignidad ecuestre, y de ella ascendió a la de senador. Plinio el Joven y Herennio Senecio le acusaron por su mala gestión en el proconsulado de África, y salió condenado.

28 Otro tipo de la misma calaña, Metio Caro. En el año 93 acusó y logró que condenaran a Herenio Seneción, y llegó a acusar al mismo Plinio el Joven.

29 Este Latino era un mimo o actor de comedia, privado de Domiciano, y también delator. Sin embargo, él mismo teme al anónimo delator primero, y por eso le manda la actriz cómica Timele, bien para acallarlo, bien para ganárselo.

30 Gilón y Proculeyo son aquí nombres usados al buen tuntún, que no designan concretamente a nadie.

31 En Lyón se organizaban concursos de oratoria en latín y en griego; los que no salían triunfantes se exponían a fuertes vejaciones.

32 Le ha robado su patrimonio, y el joven se ve forzado a prostituirse.

33 La institución de la clientela. Muchos pobres y desocupados romanos acudían de buena mañana a saludar a determinados ricos que les ofrecían algún dinero para pasar el día.

34 No se sabe a quien aludía Juvenal, pero no al personaje que sigue inmediatamente, Mario Prisco, que fue desterrado, y por tanto no pudo alardear en Roma de sus riquezas.

35 Plinio el Joven acusó y logró hacer condenar al procónsul Mario Prisco por sus estafas y extorsiones cometidas cuando fue procónsul de África, pero fue desterrado únicamente, sin que se le confiscaran los bienes, por lo que la provincia que le ganó el pleito no pudo recuperar las cantidades defraudadas, y Mario Prisco vivió lujosamente su destierro.

36 Las cenas empezaban regularmente a las nueve de la noche, pero para prolongarlas, este Mario Prisco, se ponía a la mesa ya a las ocho.

37 Alusión a las sátiras de Horacio, de carácter, sin embargo, tan distinto de las de Juvenal. Éste aquí indica trabajar incluso de noche, a la luz de una lámpara; durante el día no le sería necesaria.

38 En alguna de las muchas Teseidas; cf. el principio de esta sátira.

39 El Mar de Icaria, en el que Ícaro se precipitó.

40 Dédalo, que también se cayó en el mar.

41 El hombre recibe en calidad de fideicomiso la herencia de su amante para pasársela a su esposa. En general, la ley romana limitaba bastante los derechos de heredar y de instituir herederos, forzándolo a un grado de parentesco bastante próximo. En el caso que aquí finge Juvenal se supondrá que la mujer ha tenido un hijo con el amante de su marido.

42 El joven que había sacrificado todo su patrimonio a la pasión de las carreras de caballos podía intentar resarcirse logrando el mando de una cohorte como prefecto o como tribuno.

43 Automedonte: nombre propio para designar simplemente auriga. Juvenal gusta de utilizar personajes mitológicos simplemente como apela tivos. Las corporaciones romanas se integraban según la fortuna personal, y la mengua de ésta implicaba automáticamente el descenso de clase social. Por esto el afectado aquí en cuestión intenta recuperar la posición perdida.

44 La Vía Flaminia conducía de Roma a Rímini.

45 Es un disfraz que no pretende ocultar la condición de mujer de la que lo lleva.

46 Que ha interpuesto después del verdadero (para que sea posterior) y que ha sellado con un sello robado o imitado.

47 Quizás un nombre genérico para las mujeres envenenadoras.

48 Manchas lívidas en la piel de un cadáver se tenían como indicio cierto de muerte por envenenamiento.

49 Has de cometer un crimen tal que, descubierto, te valiera ser deportado a las islas Cícladas o ser ejecutado en la Cárcel Mamertina.

50 Todo ello indica viviendas de gran lujo.

51 El latín dice nurus «nuera», pero el término quizás equivalga al más genérico «joven», «muchacha». La fuerza intencional de la expresión estriba en «avarienta».

52 Porque ya durante el noviazgo son infieles.

53 Poeta desconocido, que en tiempos de Juvenal debió de tener, como poeta, pésima reputación.

54 En un mito paralelo al bíblico del diluvio, Deucalión y Pirra fueron los únicos supervivientes de una gigantesca inundación ocurrida por tierras del Istmo. Su embarcación encalló en la cima del monte Parnaso, donde ambos desembarcaron. Y una nueva generación de hombres surgió de la pareja, pero de modo atípico, pues ambos se dedicaron a lanzar piedras hacia atrás; de las que tiraba Deucalión nacían hombres, y de las de Pirra, mujeres.

55 El dinero que los romanos llevaban encima lo tenían en un pliegue de la toga, e introducían en él lo que cobraban.

56 Los siete platos que aquí devora el glotón solitario designan algo descomunal; en la cena de Trimalción, del Satiricón de Petronio, se tomaron sólo cuatro. Por lo demás comer solo, sin invitar a nadie, era cosa de pésimo gusto.

57 Aquí empieza la amplia sección que trata de la institución llamada la clientela, en sí desarrollada excelentemente, pero que rompe la unidad de la sátira. La llamada sportula (nombre del cuévano en que estaba depositado el dinero) era una paga de veinticinco ases (seis sestercios y cuarto) que el rico pagaba a sus clientes no al atardecer, por los servicios prestados, sino a la mañana siguiente. La sportula, de todos modos, no se abonaba sólo a los clientes, que eran la pobretería, sino también a personas acomodadas y libertos ricos (quizás como recompensa a visitas de cumplido efectuadas anteriormente), pero éstos pasaban normalmente la suma ingresada a los clientes que les acompañaban.

58 En el suelo, para humillar a los recipiendarios.

59 Para recibir la sportula era preciso vestir toga.

60 Linaje muy noble, supuestamente descendiente de Eneas cuando se estableció en Italia.

61 El reparto se efectúa según el orden de rango de la clase senatorial; los pretores precedían inmediatamente a los tribunos. Pero un advenedizo ricachón se les cuela delante: Juvenal hace ver intuitivamente la tremenda inversión de valores.

62 Poderoso caballero es don Dinero: el desprecio por los orientales y por lo oriental era algo arraigadísimo en Roma, pero un liberto frigio se impone a los magistrados porque es un potentado.

63 Aquí el latín pone tabernae, pero la palabra no debe ser entendida al pie de la letra, porque las tabernas no daban como para enriquecerse tanto. El liberto en cuestión era un acaudalado comerciante, cuyas cinco tiendas regían unos encargados que tenían a sus órdenes una numerosa dependencia.

64 De todos modos, advertido o no por Juvenal, aquí hay un desfase. Este rico no lo es más que Palante, como inadvertidamente declara a continuación. Este Palante poseía 300 millones de sestercios, que colocados tan sólo a un 6% le daban 18 millones anuales.

65 Palante era liberto de Antonia, la madre del emperador Claudio, y fue administrador de las finanzas imperiales, y personaje todopoderoso. Licino fue un liberto de Augusto a quien éste dejo inmensamente rico.

66 Es decir, los tribunos de la plebe, cuyas personas tenían el carácter de «sacrosancti».

67 Los esclavos importados por mar eran exhibidos para su venta con los pies blanqueados y sujetos a un armazón con agujeros dispuestos para ello.

68 La alusión es al templo de la Concordia que se alzaba inmediatamente detrás del Arco de Septimio Severo. Este templo debía de tener un conocido nido de cigüeñas, de ahí la enálage construida audazmente por el poeta.

69 De modo que había magistrados lo suficientemente mezquinos como para no dar a los clientes que les acompañaban lo que recibían de la sportula, y lo retenían ellos; al cabo del año echaban cuentas de lo que habían ahorrado.

70 Es decir, el único medio de subsistencia.

71 De todas formas, debía ser una mujer de alto rango, pues era impensable que una plebeya fuera conducida en litera.

72 El breve pasaje que empieza aquí es prueba muy fehaciente de la desacertada afición de Juvenal a las digresiones. Nuestro satírico no logra resistir la tentación de proseguir la secuencia verosímil de su pensamiento y nos ofrece unos versos, magníficos en sí, pero que constituyen una digresión dentro de otra más amplia, que en el conjunto de la sátira es el tema de la clientela. Luego inmediatamente retoma el primer hilo (tras mi punto y aparte) y después, tras el punto y aparte siguiente, retoma el hilo general de la sátira. Pero la nitidez de la composición ha quedado algo perjudicada.

73 Esperamos en vano el desarrollo correspondiente a su puntualización: «a lo largo del día». Juvenal no nos lo da por ninguna parte.

74 Se trata del forum Augustum, que servía ante todo para la celebración de juicios. Allí había una estatua marfilina de Apolo, llamado aquí por ello «el jurista».

75 Se trataba de estatuas de generales romanos que Augusto mandó erigir aquí, con atuendo de gala. Entre estas estatuas había una de Eneas.

76 Era el alejandrino Tito Julio Alejandro, hijo de Alejandro Lisímaco, que detentaba el título de arabarches (general de árabes), aunque hay quien tiene tal palabra simplemente por nombre propio. Alejandro Lisímaco era hermano de Filón, el escritor judío; era, por tanto, judío de nacimiento, pero que apostató del judaismo. Padre e hijo tuvieron cargos relevantes en el ejército romano, y por ello resultaba lógico que tuvieran estatuas dedicadas entre las triunfales.

77 Sed etiam cacare apostilla lapidariamente el escoliasta.

78 Tan modesta era la comida de los pobres en Roma.

79 Hasta aquí no se reasume el tema del rico glotón que engulle sus manjares sin invitar a nadie, pero ahora se liquida inmediatamente.

80 Después de un banquete los romanos solían bañarse en agua caliente, pues creían que esto favorecía la digestión.

81 Publio Mucio Escévola, cónsul en el año 153 a. C., adversario del círculo de los Escipiones.

82 Privado de Nerón, de quien se decía sostener relaciones abominables con él. Cronológicamente debió de ser parcialmente contemporáneo de Juvenal.

83 La tortura del empalamiento.

84 Dentro de la litera.

85 Héroe legendario, supuestamente contemporáneo de Eneas.

86 Acompañó a Jasón y a Hércules en la expedición de los argonautas; la tradición cuenta que le secuestraron las ninfas del río Ascanio.

87 Como señal de que se entra en combate.

88 Durante la marcha el casco no se llevaba puesto, sino colgado del cinturón; el soldado se lo ponía inmediatamente antes de la pelea.

89 En la Vía Flaminia estaba enterrado el actor de pantomima Paris, y en la Vía Latina el emperador Domiciano. Sin embargo, Juvenal no parece pensar aquí concretamente en nadie, sino en general en personas que llevaran mucho tiempo enterradas. Es una manera de decir que no se explicarán cosas ocurridas en la actualidad más inmediata.

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