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Pelota de tenis

Así es la manera en que yo entiendo las cosas: vivimos en una solitaria pelota llamada Tierra, y básicamente los humanos la han estado arrojando contra la pared durante tanto tiempo que la pobre pelota vieja se está cayendo a pedazos.

Es como yo con una pelota de tenis, la muerdo hasta que no es más que trozos de caucho babeado que saben, bueno, a caucho babeado.

Y eso significa que no quedan tantos lugares para los animales salvajes.

Parece que hay zoológicos buenos y zoológicos malos, santuarios buenos y santuarios malos, al igual que hay familias perrunas buenas y familias perrunas malas. Los lugares buenos intentan mantener a las especies silvestres sanas y seguras. No quieren que los animales en peligro de extinción desaparezcan para siempre.

Tampoco quieren que la Tierra se convierta en una babeada y deteriorada pelota de tenis.

Aunque, honestamente, el caucho babeado no sabe mal.

Deberías probarlo alguna vez.

La cuestión aquí es que daría lo que fuera por ver a mi querido amigo Iván viviendo en lo profundo de las selvas de África, donde nació. O a Ruby corriendo por la sabana con una manada de elefantes, con sus grandes orejas agitándose al viento.

Renunciaría a una pila de un kilómetro de alto de hamburguesas con queso y beicon sólo para ver que eso sucediera. De verdad.

Pero eso no va a pasar. Yo lo entiendo, y ellos también.

Cuando eres un animal, es útil ser realista.

El único e incomparable Bob

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