Читать книгу El único e incomparable Bob - Katherine Applegate - Страница 38
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Hace un tiempo a Julia se le metió en la cabeza que necesitaba mejorar mis modales. Fuimos a una clase de adiestramiento canino.
En realidad, yo no estaba interesado en todo ese asunto de Sentado y Quieto y Baila un tango.
¿El peor mandato de todos? ¿La orden que es de verdad inexcusable, que sólo un humano habría podido inventar?
SUÉLTALO.
“Suéltalo” significa Sigue caminando, Bob. Por supuesto, hay un trozo de beicon a unos cuantos centímetros de tu hocico babeante, pero hazme un favor y simplemente finge que no está ahí, ¿de acuerdo?
Bueno, eso no está bien. De donde vengo, nunca dejas pasar una comida gratis. Si el ovni cae en la alfombra, es mío. Y lo comeré antes de que ni siquiera puedas decir: ¿Dónde diablos está mi albóndiga?
En mera cuestión de minutos, ya me habían acusado de ser un perro con poca motivación, lo cual es totalmente injusto.
Estoy muy motivado.
Dame sólo un poco de queso, por favor.
El caso es que tal vez haya sido un poco rebelde. Quizá fui el payaso de la clase. Perseguir mi cola, levantar la pata aquí y allá, efectuar algunas fuuummarolas, son algunos ejemplos de ello.
—¿Veis todas esas locuras que está haciendo? —dijo la instructora, señalándome con un dedo acusador—. A eso lo llamamos PAAF, un Periodo Aleatorio de Actividad Frenética.
Luego, se llevó a Julia a un lado.
—Es un perro inteligente —dijo—. Pero está jugando contigo.
Eso era cierto. Pero odiaba que me hubieran descubierto. Pensé que estaba siendo más sutil.
—Bob necesita saber quién manda —dijo la instructora—. Necesita verte como la líder de la manada. Dale algo de tiempo. Veo esto mucho con perros que antes fueron callejeros. Les lleva un tiempo confiar en la gente.
O toda una vida, en mi caso.
Cuando salimos temprano ese día, ladré: “¡Hasta luego, perdedores!”, a mis compañeros de clase.
No pude evitar restregárselo un poco.