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Prólogo

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Curioso: en la actualidad el cuerpo es tan idolatrado como despreciado. Algunos lo toman de manera compulsiva como el foco de prácticas en su estilo de vida, mientras que otros preferirían deshacerse de él, debido a su cercanía con la burda materia. Hace unos años un locutor austríaco decía que las personas son dioses que tienen que ir al baño. Lo mismo dijo también Milan Kundera en su libro La insoportable levedad del ser: “La mierda es un problema teológico más complejo que el mal”. Seguramente esto es verdad. Pero puede decirse de una manera algo más reflexiva, algo que intentaré hacer en las siguientes páginas.

Agradezco a quienes —contrariamente a mi promesa de no realizar después de 2009 una publicación considerable— se involucraron de nuevo en este proyecto: a Jasmin Hassel, asistente de investigación; a Michael Berentzen, Vera Jansen y Agnes Engel, asistentes estudiantiles, y a mi secretaria Mónica Liedschulte. Además, agradezco al Convento de Clarisas en la catedral de Münster por tomar parte en este libro con entusiasmo, al igual que lo hicieron con otros en el pasado, y advertir errores que se escaparon al autor y a su equipo, incluso después de múltiples lecturas. Por último, sin el apoyo constante de la doctora Christine Hober, de la editorial Butzon & Bercker, no me hubiese atrevido a reformular nuevamente el texto, para simplificarlo y ajustarlo a un contexto más conciso.

En la fiesta de santo Tomás de Aquino de 2011, Münster, Alemania

KLAUS MÜLLER

Finalmente inmortales

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