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a) El género literario

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Ya hemos dicho más arriba que se trata de una institutio; ahora bien, la institutio, como género literario, no está recogida en los antiguos tratados de retórica; ello ya supone una dificultad para el análisis, por cuanto no conocemos las normas teóricas del género y, consiguientemente, no sabemos si esas normas teóricas, si es que existían, son respetadas en el tratado de Lactancio. Lo único que podemos hacer es analizar, desde la propia obra, las características de la misma.

Desde el punto de vista del contenido, una institutio —al menos eso parecen comprender las Divinae Institutiones de Lactancio— comprendería dos cosas: por una parte, la exposición clara y sistemática de los elementos de la doctrina en cuestión: si es una institutio métrica, los elementos de la doctrina métrica; si es matemática, los de matemáticas, etc.; y, por otra, la refutación de los hechos, argumentos y análisis que van contra esa doctrina. Esto lo hace Lactancio en su obra: expone los principios de la doctrina cristiana, y refuta los hechos —el politeísmo y las persecuciones, tanto morales como físicas— y los argumentos —la filosofía pagana— que se oponen a la doctrina cristiana: de ello ya hemos hablado al exponer el contenido de la obra. Quizás sea cierto que tiene más éxito como refutador de los contrarios que como expositor de la doctrina propia; pero ello no es óbice para comprobar que se intentan las dos cosas. En definitiva, desde el punto de vista de su contenido como género literario, la obra es una mezcla de apología, por una parte, y de tratado teórico, por otra. En lo que se refiere a la parte apologética, Lactancio no es excesivamente original, por cuanto en ella se encuentran los temas y argumentos que encontramos en Minucio, Tertuliano o en cualquier otro apologeta de los primeros siglos del cristianismo; lo más novedoso a este respecto es quizás la introducción de argumentos tomados de Evémero y de los libros herméticos y sibilinos. En lo que se refiere a la parte expositiva de la doctrina cristiana, lo más importante parece ser la introducción del elemento racional; no se trata de un comentario a los documentos bíblicos, ni de una defensa formal de la doctrina, sino de una defensa de la doctrina y conducta cristianas, porque, en pura lógica, ellas son las auténticas: en el libro IV, por ejemplo, tras exponer la doctrina sobre Cristo —su nacimiento, sus milagros, su pasión—, demuestra, en los capítulos 23-26, con argumentos racionales, que todo eso es cierto; se podrían citar multitud de pasajes en los que la defensa de un punto conflictivo de la doctrina o conducta cristianas se hace o se intenta hacer con razonamientos lógicos: así, por ejemplo, en 5, 16, cuando trata de defender a aquel que, en peligro de muerte en un naufragio, no se atreve a quitar una tabla a otro que es más débil que él, lo hace con argumentos basados en la jerarquía de valores y en la identidad entre sabiduría y virtud. Y así se podrían citar más casos.

En definitiva, desde el punto de vista del contenido del género literario, es digno de resaltar el hecho de que Lactancio es el primer autor cristiano que mezcla apología con exposición doctrinal.

Desde el punto de vista de la forma, es difícil distinguir lo que sería propio del estilo personal del autor y de su formación literaria, de lo que es propio del género literario que cultiva. Al aspecto apologético de la obra responderían muchos de los elementos retóricos de la misma; pero de estos elementos retóricos hablaremos más adelante. Al aspecto expositivo-doctrinal responderían el aire sentencioso que aparece con frecuencia 53 , las definiciones, etc. Pero la forma literaria merece capítulo aparte.

Instituciones divinas. Libros I-III

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