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INTRODUCCIÓN El autor

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Cualquier estudioso moderno al que nos acerquemos y que haya hablado sobre Lactancio nos dirá siempre lo mismo sobre la persona de este controvertido autor cristiano: que se sabe muy poco de su vida. No vamos a solucionar nosotros aquí este problema: en primer lugar, porque no es eso lo que pretendemos, y, en segundo lugar, ello es, en definitiva, secundario; aunque no supiéramos nada de su vida, tendríamos ahí sus obras; y éstas ofrecen suficiente materia para juzgar al pensador y al escritor que hay tras las mismas. Precisamente esta materia es la que ha dado lugar a que, como pensador, haya sido tratado con frecuencia como teólogo plagado de errores, y, como pensador, haya sido unas veces ensalzado como el «Cicerón cristiano» y, otras, haya sido tildado de «mediocre» 1 .

Pero sobre el Lactancio escritor y pensador volveremos después al hablar de su obra. Adelantemos ahora lo poco que se sabe sobre su vida. Nace alrededor del 250 en África, patria de otros ilustres padres de la Iglesia de Occidente, como Minucio Félix, Tertuliano, Cipriano y Arnobio. Cuando Lactancio nombra a sus predecesores en la defensa de la fe cristiana 2 cita precisamente a Minucio Félix, Tertuliano y Cipriano, dejando claro que «son conocidos para mí». ¿Cómo y cuándo conoció Lactancio a estos tres autores y por qué no cita también, entre sus predecesores en la defensa de la fe cristiana, a Arnobio, el cual, según testimonio de Jerónimo 3 , fue maestro de Lactancio y escribió además, como sabemos, una apología de la nueva doctrina? En lo que se refiere al cómo, es evidente que Lactancio los conoció a través de sus obras, las cuales, por otra parte, son de las pocas de autores cristianos que Lactancio cita de primera mano 4 . En lo que se refiere al cuándo, es muy probable que este contacto tuviera lugar incluso antes de que Lactancio se convirtiera al cristianismo y antes de que marchara de África a Nicomedia para ejercer allí su profesión de maestro de la retórica. Si esto es así, los conoció, en un primer momento, no como autores cristianos —o al menos no para aprender de ellos como autores cristianos—, sino como autores de obras de oratoria; sólo después, una vez convertido al cristianismo, Lactancio los considera como predecesores suyos en la defensa de la fe cristiana. Que su contacto con ellos tuvo lugar antes de su conversión al cristianismo parecen insinuarlo los siguientes hechos: en primer lugar, que conoce, entre los autores cristianos, prácticamente sólo a estos tres; si su contacto con ellos hubiese sido como autores cristianos, probablemente habrían entrado en ese contacto algunos autores más, máxime cuando su conversión al cristianismo se produjo cuando ya no estaba en África y no había razones para que no entraran africanos; consiguientemente, hay que pensar que los conoció durante su aprendizaje en África, que los conoció como africanos y como autores africanos de piezas de oratoria; de oratoria cristiana, pero oratoria, al fin y al cabo. En segundo lugar, hay que decir que, cuando Lactancio cita a estos tres autores, los define mediante clichés típicos de la retórica; de Minucio dice que fue un conocido abogado 5 ; de Tertuliano, que fue un hábil conocedor de las lenguas, pero de elocuencia poco fácil, poco elegante y bastante oscura 6 ; de Cipriano, que practicó la oratoria y que escribió en este campo obras admirables 7 ; estos juicios parecen indicar que su primer contacto con ellos fue como autores de piezas oratorias en África. En lo que se refiere al hecho de que no cita a Arnobio entre sus predecesores en la defensa de la fe católica, puede tener fácil explicación; cita a Minucio, a Tertuliano y a Cipriano, pero no a Arnobio, que fue precisamente su maestro de retórica en África; ello parece indicar que, cuando Lactancio escribe sus Institutiones , no conocía todavía al Arnobio cristiano, autor del Aduersus Nationes 8 ; y, como no lo conocía como autor cristiano, no lo cita como tal 9 .

Todo lo que acabamos de decir nos da una idea de su actividad en África, aunque no tenemos datos al respecto. Estudió y practicó la elocuencia propia de la escuela de la época 10 : se trataba, como el propio Lactancio reconoce, de ejercicios consistentes en pleitos fingidos 11 ; el poso de este aprendizaje se refleja constantemente a lo largo de toda la obra, como veremos más adelante. Pero en la obra se reflejan también otros estudios: estudios de lengua, como lo demuestra el hecho de que con frecuencia recurre a argumentos filológicos y etimológicos, además de los retóricos; estudios de historia y de hechos antiguos, como lo demuestran sus constantes citas de autores como Varrón y Evémero. Debió también de distinguirse como defensor del Imperio y de su unidad: de ello hay reflejo en su obra 12 , y ello también, juntamente con su prestigio como profesor, le supondría una llamada por parte de Diocleciano para marchar a Nicomedia, la nueva capital del Imperio, a enseñar retórica.

Con ello entramos en otro capítulo de la biografía de Lactancio: el de su estancia en Nicomedia y su conversión al cristianismo. El testimonio de Jerónimo nos indica que fue enviado —el mismo Lactancio nos dice que fue enviado (accitus) 13 — a Bitinia, juntamente con Flavio, gramático, para enseñar allí retórica. La orden partió del propio emperador Diocleciano. No cabe duda de que en esta decisión de Diocleciano debió de influir su prestigio como estudioso y como defensor del Imperio. Los biógrafos de Lactancio no se atreven a pronunciarse sobre el momento en que Lactancio se convirtió al cristianismo: si antes o después de su salida de África y de su llegada a Nicomedia, en Bitinia. Nosotros creemos que su conversión al cristianismo debió de producirse durante su estancia en Nicomedia, es decir, después de salir de África; ésta es una hipótesis en favor de la cual estarían los siguientes datos: en primer lugar, el hecho de que fuera el propio Diocleciano el que le encargara la enseñanza de la retórica en Nicomedia; no parece lógico que uno de los más duros perseguidores de la fe cristiana diera este encargo a un cristiano; hay que suponer entonces que Lactancio no era todavía cristiano cuando recibió tal encargo. En segundo lugar, el hecho de que no cite a Arnobio como autor cristiano y predecesor suyo en la defensa de la fe; de Arnobio, como ya hemos dicho, sabemos que fue maestro de Lactancio en África, y sabemos también que se convirtió al cristianismo y escribió una obra contra los paganos al final de su vida; si Lactancio hubiese conocido al Arnobio cristiano, lo habría citado sin duda —de la misma forma que cita a Minucio, Tertuliano y Cipriano, africanos y cristianos los tres— como predecesor suyo en la fe; hay que suponer, pues, que cuando se marchó de África, su maestro todavía no era cristiano; y, si el maestro no lo era, es probable que tampoco lo fuera el discípulo. En tercer lugar, está el hecho de su contacto con las comunidades cristianas griegas de Oriente; es muy probable que fuera este contacto el que determinó su conversión al cristianismo en Nicomedia; que hubo ese contacto con las comunidades cristianas de Oriente parece probarlo el hecho de que el único autor cristiano griego utilizado por nuestro autor sea Teófilo de Antioquía: fue probablemente su contacto con los cristianos helenísticos de Nicomedia el que le permitió el acceso a los textos de Teófilo 14 . Por todo ello, creemos que su conversión al cristianismo debió de producirse durante su estancia en Nicomedia, y no durante su estancia en África. De todas formas, sea uno u otro el momento de su conversión, lo cierto es que Lactancio fue uno de aquellos intelectuales, eruditos, oradores, rétores, jurisconsultos, que, en aquella época de profunda crisis religiosa, moral y política, en la que los hombres, proclives al cristianismo, anhelaban una palabra de salvación que garantizara una revelación divina, se entregó a la fe en Cristo y encontró en ella la paz interior que había buscado en la filosofía o en los cultos mistéricos 15 .

De su estancia y actividad en Nicomedia tampoco sabemos prácticamente nada; sólo que, según el testimonio de Jerónimo 16 , se vio sumido en la miseria por falta de discípulos. Lo más probable es que, durante la persecución de Diocleciano, cuyo primer edicto fue promulgado en el 303, fuera privado de su cargo de profesor de retórica 17 ; como consecuencia, se vería privado de su fuente de ingresos.

Siendo ya de edad avanzada, abandonó Nicomedia, al ser llamado por Constantino a la Galia, para que se hiciese cargo de la instrucción literaria del hijo de éste, Crispo 18 .

No sabemos más de su vida, ni la fecha y lugar de su muerte.

Instituciones divinas. Libros I-III

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