Читать книгу Solo tengo un plan A - Laia Andía Adroher - Страница 14

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Capítulo 7

Me he quedado bloqueada. No sé si ha sido su susurro, el tono, su tacto, su presencia o que mi mente estaba en otro planeta, pero el comentario me ha dejado sin palabras. Necesito hacer una pausa, necesito ir a por la copa que me iba a tomar hace apenas tres minutos, así que aprovecho que la canción llega a su fin para disculparme y volver con el que es mi acompañante de hoy.

—¿Nos vamos? —Iba con la intención de la copa, pero que el misterioso hombre haya salido detrás de mí ha provocado que mi boca hablara diferente.

—Te llevo a casa, bomboncito —me sonríe Alejo.

E incluso, para mi sorpresa, soy yo la que me arrimo a él como si se tratara de mi pareja oficial. No sabría confesar qué me ha pasado, pero ha salido solo. Y no debo aclarar que Alejo me ha recibido encantado. Espero que esta noche haya servido para todos. A Rut, para entender que debe dejar de mandarle mensajes, a Álvaro para presenciar que yo también puedo salir adelante, y al misterioso hombre para que entienda que debe mantener las distancias conmigo. Este último ha intentado decirme algo, pero mi acompañante se ha adelantado y ha frenado la situación. Mejor así. Tampoco me ha pasado desapercibida la mirada de Álvaro al salir, ni la cara de insinuación de Vanesa por el comportamiento extraño de nuestro amigo.

—Tampoco ha sido para tanto, ¿no? —me pregunta Alejo casi llegando a mi casa.

—La verdad es que no, podría haber sido peor. Gracias por esta noche. —Es lo menos que puedo decirle; sin su ayuda, sé de sobras que no habría asistido.

—Entonces, seguro que la semana que viene aceptas encantada.

—¿Me estás diciendo que no nos veremos hasta entonces? —Siendo realista, a eso ha sonado su comentario.

—Claro que no, sabes dónde encontrarme; así que cuando quieras, princesa.

—Entonces, cenamos el miércoles, necesito tu ayuda en algo de trabajo.

—Miedo me das. ¿Ahora es el momento del beso de despedida tras la primera cita?

—Para ti tengo todos los besos que quieras. —Le sonrío acercándome a él y dándole uno en la mejilla.

Lo que me sorprende es que, en cuanto me separo, es él quien tira de mi mano y me vuelve a plantar uno como el primero de la noche. No sé por qué mi cuerpo no lo frena y no soy capaz de poner distancia entre nosotros. Nunca lo hubiese pensado, pero sus labios me atrapan y me despiertan un deseo irreconocible. ¿Es posible que los sentimientos hacia una persona que conoces tanto cambien de golpe? Yo no lo creo, pero nunca se sabe. O quizás sean simple imaginaciones mías por todo lo que tengo en mi cabeza. Porque quiera avanzar y cerrar un capítulo de mi vida, porque quiera convencerme de que no solo existe Álvaro para mí, o de que llevo demasiado tiempo sin disfrutar del sexo con una persona de plena confianza.

Cuando vivía aquí tenía muy claro que el sexo como tal no sería para mí. Consideraba que debía tener una relación especial con esa persona y que el sentimiento fuera más puro para poder llegar al clima máximo. Quizás por esa razón solo lo tuve con Álvaro, y puedo estar segura de que es el mejor que he experimentado. Aunque, pensándolo bien, tampoco tengo mucho con lo que comparar. He tenido sexo del bueno en Estados Unidos, pero se ha quedado ahí, en sexo, y nunca han conseguido llenarme del todo.

—Buenas noches, bomboncito —me dice Alejo en cuanto se separa—, nos vemos el miércoles.

—Buenas noches —atino a contestar. La verdad es que me ha dejado completamente en otro mundo.

Ahora no tenía por qué seguir con su papel, nadie nos estaba observando, no había moros en la costa, y, sin embargo, el beso en la intimidad me ha sabido mucho mejor que en plena discoteca. Tendría que haberle preguntado por eso, pero no me ha dado tiempo, ya que cuando mi cerebro ha decido funcionar, Alejo ya estaba demasiado lejos. Maldita sea, siempre me quedo con las preguntas en la punta de la lengua.

Si os preguntáis en qué me va a poder ayudar Alejo, es muy sencillo. Tengo un par de campañas en ropa interior que tienen que salir en breve y de las cuales se va a hacer promoción en tiendas y en ciertas revistas, y me han pedido que seleccione las fotos para cada opción. Esta tarea es algo que me ha costado hacer, pero que al final, viendo los buenos resultados que he conseguido en mi trayectoria, los clientes han dejado de poner tantas objeciones. Por norma general, tendrían que ser ellos los que escogieran qué va con cada campaña, así que me siento afortunada por poder elegir yo misma qué fotos mías va a ver el mundo. Y contando que sé que Alejo tiene experiencia en ver a chicas en estas condiciones, y aunque pueda sorprender, entiende de lencería femenina, me puede venir muy bien su opinión. Siempre cuento con un apoyo en esta toma de decisiones; porque aunque tengo el poder de hacerlo todo, tampoco confío tanto en mi criterio para no considerar una segunda opinión. Aquí no tengo muchos a los que recurrir, así que, para esta vez, Alejo es el candidato perfecto, aunque me da un poco de miedo puesto que nunca he hecho esta tarea con alguien cercano a mí.

Antes de irme a la cama, saco el móvil del cajón y ojeo un poco mis mensajes. Me estoy acostumbrando a salir por aquí sin él, y ni siquiera lo echo de menos. Mi familia siempre sabe con quién estoy, por lo que lo tienen fácil para localizarme. Así que, por los demás, me da completamente igual. Pero como tampoco soy ninguna antisocial, no me cuesta nada contestar los mensajes, eso sí, solo una vez al día, teniendo en cuenta que también debo contestar a mi agente para que sepa que sigo viva, bien y que no me ha pasado nada extraño. Hablando profesionalmente, claro, porque en mi vida personal han pasado más cosas estos días que todo lo que llevo vivido. Contesto lo que me parece poco o menos importante, y dejo mis tres sorprendentes para el final.

Vanesa: Date un buen capricho esta noche, estoy segura de que Alejo sabe bien lo que se hace.

No merece ni contestación. La veré mañana, así que ya le podré decir que deje de beber que se está quedando sin neuronas. Tampoco lo voy a negar, seguro que tiene razón en su comentario y sería un buen capricho para mí, pero una tiene que saber quién es quién en su vida y cómo quiere mantenerlo.

Álvaro: Creo que nos merecemos una conversación. Mentiría si dijera que estoy bien, y a ti, Lara, no puedo mentirte.

Lara: Quizás tengas razón, sabes dónde encontrarme el lunes.

No quiero darle más bombo. Para mí resulta muy complicado tenerlo cerca y no poder ser nosotros dos. Dice que a mí no puede mentirme, pero podría haberme contado antes lo de su compromiso. ¿Qué esperaba? ¿Que llegara un día y me lo encontrara casado y con dos niños? Sé que no hay momento bueno para una noticia así, pero si le has tenido cariño a esta persona, lo menos que puedes hacer es informarla de un paso importante en tu vida. Lo entiendo, normalmente cuando lo dejas con una pareja, la gente evita tener contacto o noticias por su parte, y más con algo así, porque lo que intentas es hacerla desparecer, en cierto modo, de tu vida. En mi caso, es distinto, por cómo nos hemos criado, de dónde somos y lo que significa este pueblo en nuestra historia. Es algo de lo que no nos podemos esconder.

Yo tampoco me he sentido bien mintiéndole esta noche, entre nosotros nunca ha habido secretos y no me gusta sentir que lo estoy engañando. Probablemente tenga razón y nos merezcamos esa conversación; una en la que podamos vaciarnos, hablar de estos seis años, hablar de nosotros, de nuestras sensaciones al volver a vernos, de nuestra relación, de lo que pasó, de por qué nos encontramos en este punto… Vale, seguramente necesitamos mucho más que una conversación, pero por algo debemos empezar.

Número desconocido: Me encanta ponerte nerviosa, lástima que en tus posados parece que tengas más carácter.

Este tío es imbécil. Y con todas sus letras. ¿Que me haya pirado después de bailar con él no le ha dado ninguna pista sobre que me importa un comino lo que piense de mí? ¿Acaso es un experto en leer el cuerpo de la gente y ha interpretado señales que ni yo misma veo? Si piensa que me pone nerviosa, me alegro por él, pero que no se haga muchas ilusiones al respecto. Solo es un tío guapo, vale, lo admito, increíblemente guapo y con un saber estar y una percha para los trajes… En fin, nada que no pueda obtener en otra parte.

Lara: Ya te gustaría a ti ponerme nerviosa, por suerte para mí, estoy muy satisfecha.

Puestos a mentir y a jugar a las parejas, que Alejo me sirva también en mis coartadas.

Número desconocido: Podrás engañar a tu príncipe azul; a mí, en absoluto. El próximo día comprobaremos lo nerviosa que te pongo… o quizás tienes miedo de que descubra lo mojada que vas a estar.

No. Por aquí no voy a pasar. La prepotencia que la guarde para quien le aguante, no para mí. Y no, mojada solo hay un hombre que me ponga nada más verle, y no es él.

Lara: En tus mejores sueños.

No voy a seguir con esta estúpida conversación, así que vuelvo a guardar el móvil en el cajón antes de que pueda volver a replicarme. Mirando el lado positivo, ya ha pasado una semana y tampoco se me ha hecho tan cuesta arriba, ¿no? La ilusión no debe perderse nunca y prefiero pensar así que deprimirme por todos los acontecimientos que estoy viviendo. Me quedan unas tres semanas por aquí y luego podré volver a mi rutina, que, aunque a veces pueda parecerme estresante, me permite sentirme feliz la mayoría del tiempo. Plena, ya es otra cuestión.

A ver si engaño a mi padre para volver a salir a navegar mañana, y por la tarde me quedaré en casa de mi abuela ya que el domingo suele ser un día de familia y no quiero entorpecer los planes de nadie de por aquí. ¿Tendrá el desconocido su familia aquí? No me imagino yo dirigiendo un hotel, sola todo el día, porque tampoco me ha parecido que tenga amigos en el pueblo. Aunque a mí me importa un bledo. A mí solo me preocupa que lo sucedido durante estas semanas no me afecte mi vuelta, que pueda perder mi esencia o que pueda afectarme tanto psicológicamente que me cueste volver a ser yo misma.

Lo que sí que empiezo a pensar es que en este pueblo se está volviendo todo el mundo majareta. Con lo tranquilo que lo dejé al irme y lo revolucionado que me lo encuentro. Espero que, al menos, mi cabeza quede intacta y no se contagie por esta locura… Porque no sé en qué momento cierro los ojos y mi mente empieza a divagar en un sueño que para nada me esperaba. Creo que la noche me ha afectado más de lo que pensaba y ahora estoy pagando la factura. No sé en qué momento he decidido que tener un sueño erótico era buena idea. La cuestión es que no he logrado descubrir del todo quién era mi acompañante. A veces aparecía Alejo y volvía a recrear el beso que tanto me ha provocado; a veces, era el dueño del hotel y su prepotencia me encendía más, volviendo al agarre en la pista de baile; y a veces se trataba de Álvaro y su dulzura en la cama. Ha sido un tanto raro, pero realmente placentero y eso me asusta. Puedo considerarlo más una pesadilla y temo estar volviéndome loca.

No puedo pensar con mucha claridad y tampoco puedo seguir de esta manera, que nunca he sido de comerme tanto la cabeza. Admito que tampoco he tenido motivos, puesto que conocía a un chico que me atraía y si me apetecía me lo pasaba bien, pero sin pensar más allá y sin creer que había algo más de lo que disfrutar, solo pasarlo bien. Ahora creo que el revuelo que me ha provocado Álvaro me está afectando, haciéndome ver otros hombres de una manera distinta. Voy a tener que empezar a organizar mi puzle interior para poder enfrentarme a los demás.

Solo tengo un plan A

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