Читать книгу La locura de ser cura - Leandro Bonnin - Страница 8
ОглавлениеUna vida apasionante
Hace unos años los obispos españoles hicieron un video vocacional que se llamaba: “Yo te prometo una vida apasionante”. La frase se refiere al sacerdocio, claro.
Si ustedes –y los obispos españoles– me permiten, quiero decirlo yo también con todas las letras y con todo el énfasis posible: ser sacerdote es apasionante, la vida sacerdotal es una vida apasionante.
¿Por qué es apasionante?
Podría decir tantas cosas, pero hoy me quedo con una: provoca impresión y es apasionante el misterio cotidiano de ser Jesucristo. Suena totalmente loco, y de hecho lo es, y, sin embargo, es verdad.
Es imposible y a la vez cierto que nosotros, miserables hijos de Adán, somos llamados a ser Jesucristo Maestro, Sacerdote y Pastor.
Ser Jesucristo Maestro, percibir cómo el Espíritu Santo cientos de veces habla por nosotros, e –incluso– a pesar de nosotros. A pesar de nuestra oscuridad, la Luz de la Palabra sigue obrando con eficacia, a veces con una eficacia imponente.
Ser Jesucristo Sacerdote, tener la increíble certeza de que nuestras manos son sus manos, nuestros labios son sus labios, nuestra voz es su voz, cada vez que celebramos la Misa, confesamos, bautizamos o ungimos.
Ser Jesucristo Pastor, ver con qué confianza las ovejas –pequeñas, crecidas, adultas, ancianas, formadas o recién iniciadas– vienen a nosotros buscando lo que solo puede darles Él, ¡pero nos lo piden a nosotros! Ovejas que vienen tantas veces lastimadas, confundidas, enredadas, y también ovejas que van cuesta abajo en el camino de la santidad. Misterio increíble de la confianza que brota de la fe, que lleva a tantas personas que no me conocen –a mí, a Leandro– a abrir su alma de par en par, porque esperan que así el Buen Pastor, a través de sus instrumentos, las cure, las oriente, las ilumine.
Es un misterio que da vértigo de solo pensarlo, y que produce una sensación sobrecogedora al intentar vivirlo.
Por eso es tan necesaria la oración por los sacerdotes que ya estamos en la cancha, y por los que están en las divisiones inferiores, esperando ansiosos que llegue el día de ponerse la camiseta del Buen Pastor, y comenzar a servir.
Es importante la oración para que el semillero no se seque, para que cada familia rece y haga lo que deba hacer para que alguno de sus hijos descubra el llamado de Dios, le preste su persona, para prolongar su presencia en el mundo.