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V
ОглавлениеMuy sorprendido, el niño siguió su ca-mino y llegó a un espacioso jardín, donde se alzaba la casa con tejado de oro. Junto a la verja se hallaba su padrino, sonriéndole. Ni en sueños había visto el niño la belleza y la alegría que reinaba en aquel jardín.
El padrino le condujo a la casa, aún más regia que el jardín, y le enseñó sus magníficas y alegres habitaciones. Luego, llevándole junto a una puerta sellada, le dijo:
—¿Ves esta puerta? No tiene candado, tan sólo está sellada. Podrías abrirla, pero no quiero que lo hagas. Instálate aquí, pasea y haz lo que quieras. Disfruta de todo esto, pero sólo te encargo una cosa: no traspases esta puerta. Y si lo hicieras, recuerda lo que viste en el bosque.
Diciendo esto, el padrino se marchó. El ahijado se sentía alegre y satisfecho. Habían transcurrido ya treinta años desde que estaba allí, pero él se imaginaba que sólo habían sido tres horas. Y entonces se acercó a la puerta sellada y pensó: «¿Por qué me habrá prohibido mi padrino entrar en esta habitación? Voy a ver lo que hay dentro de ella».
Empujó la puerta y entró. Pudo comprobar que aquella era la habitación mejor y más espaciosa de toda la casa. En el centro había un trono de oro. El ahijado re-corrió la sala, se acercó al trono, subió las gradas y tomó asiento. Entonces vio que junto al trono había un cetro. Lo tomó en las manos yen el mismo instante se derrumbaron las cuatro paredes, dejando al des-cubierto al mundo entero. Ante él, divisó el mar y los buques navegando. A la derecha, vio unos pueblos desconocidos habitados por gente no cristiana. A la izquierda vivían cristianos, pero no eran rusos. Y, finalmente, detrás de él se veía el pueblo ruso.
—Voy a ver lo que ocurre en mi casa. ¿Habrá sido buena la cosecha? —se dijo mirando en dirección a las tierras de su padre. Empezó a contar las gavillas para saber si habían recogido mucho trigo, cuando vio avanzar un carro guiado por un mujik. Era el ladrón Vasili Kudriashov, que se dirigía al campo a robar las gavillas.
Irritado, el ahijado gritó:
—Padrecito, están robando el trigo.
El padre se despertó. «He soñado que están robando en nuestro campo, voy a verlo», pensó, y, montando un caballo, se dirigió a sus tierras.
Al llegar, descubrió a Vasili y llamó a los campesinos en su ayuda. Azotaron a Vasili y, maniatado, lo condujeron a la cárcel.
El ahijado miró a la ciudad donde residía su madrina. Ésta se había casado con un comerciante. Se hallaba durmiendo y, mientras, su marido se dirigía a casa de su amante. El ahijado le gritó a su madrina:
—¡Levántate, que tu marido está haciendo cosas malas!
La mujer se levantó, fue en busca de su esposo, lo avergonzó y lo echó de su lado.
Después, el ahijado miró a su casa. Su madre dormía sin darse cuenta de que se había introducido en la isba un ladrón, que estaba forzando un baúl. Entonces la madre se despertó, dando un grito. El malhechor se abalanzó sobre ella blandiendo un hacha.
Sin poderse contener, el ahijado lanzó el cetro y le dio en una sien al ladrón, matándolo en el acto.