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Capítulo 6

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Les he pedido a todos que se reúnan en nuestro apartamento. Creo que es algo que debemos hablar, y creo que es lícito que ellos sepan de la propuesta de Fede. Podría ser egoísta, y por miedo a que ellos sufrieran o a sufrir yo, podría haberme callado y haber cortado de raíz la proposición de Federico. Podría haberle dicho que no. Pero la propuesta no solo es para mí. Hay mucho dinero en juego para todos.

Él sabe quién viene conmigo. No solo Axel, que es un excelente camarógrafo y editor. También están en el grupo Faina que fue Trending Topic durante muchos días por sus Fujitsus y la gente le tomó mucho cariño. O Genio, con su carisma, y su vulnerabilidad disfrazada de humor.

Y sé, porque no tengo ninguna duda, que si Carla y Eli estuvieran en un reality, lo petarían. Porque las Supremas somos así. Sabiendo eso, y a riesgo de que no quiero que esto les provoque ansiedad o les haga algún tipo de daño a la larga, debo comunicarles lo que nos han ofrecido.

Somos un pack. Yo voy si ellos van.

Nos hemos reunido en la mesa del salón. La verdad es que el Resort es increíble y los apartamentos tienen de todo. Son amplios, muy luminosos y huelen a paraje tropical, a relajación y a vacaciones, que es justo lo que intuyo que ya no voy a tener y que tendré que demorar de nuevo.

Les he dejado el iPad abierto con el contrato que les ofrece Fede a cada uno de ellos solo por estar dos semanas en el programa y jugar sus roles. Se van a caer de la silla. Fede debe estar en un nivel de desesperación máxima.

Mis amigos lucen como tienen que lucir cuatro personas que han sido lanzados contra el agua a una velocidad de cien kilómetros por hora.

Eli y Carla llevan los albornoces del hotel, y Faina y Genio siguen con ropa de playa, pero Faina además lleva un collarín que acarrea con dignidad y su sonrisa sempiterna.

Esta mujer siempre sonríe, le pase lo que le pase. Seguramente, porque la vida ha sido muy puta con ella, y ya está de vuelta de todo. ¿Qué tiene de importancia un pequeño esguince cervical después de todos los porrazos que se ha dado tras sus fujitsus?

—Chicos, esto es una reunión de urgencia —les digo invitándoles a que se sienten en la mesa.

—Pues yo tengo hambre —dice Faina—. Apiádense de mí, que soy inválida. Si vamos a hablar de cosas serias pedimos cena al servicio.

—¿Vamos a hablar de cómo matamos a esos dos psicópatas que conducían la lancha? —pregunta Genio cuidando de Faina en todo momento—. Porque poco se habla del agua que he tragado. Y eso que ya tengo el labio cosido, doy gracias a Dios.

—Jackson y James deberían estar encerrados. Son el Isis —susurra Carla sentándose con toda la delicadeza de la que es capaz. Le duele el muslo, pero se le pasará—. Bueno, ¿qué pasa? —exige saber.

—Bien. Sé que tenemos una semana por delante en la que vamos a estar en Punta Cana sin hacer nada o mucho, depende de por dónde se mire —aclaro—. Pero me acaba de llamar Fede y me ha propuesto algo. Me ha pedido ayuda desesperadamente como nunca lo ha hecho.

Carla se cruza de brazos y Eli se sienta en el apoyabrazos de su silla. Ambas me miran inquisitivas.

—Bueno y qué te ha pedido…

Axel y yo nos miramos con nerviosismo.

—Ayer, en los vientos huracanados, perdió a medio equipo y se lesionaron. Perdió a la presentadora, a la terapeuta, a una pareja participante, al cámara jefe, al editor y a un par de tentadoras…

Cuando pronuncio esa palabra, Faina se levanta de la silla con rostro emocionado e incrédulo por la noticia.

—¿Cómo que tentadoras? ¿Me estás diciendo que está grabando La Isla de las Tentaciones? ¡Es mi programa favorito, gorda!

Yo intento calmar a Faina.

—No es la Isla… La productora de Fede va a competir con la Isla con un programa parecido. La Isla del Pecado. Pero han sufrido un percance muy gordo, tienen dos semanas para grabar el programa, y les falta el personal profesional que ahora está de baja. Por eso necesitan nuestra ayuda. Para suplirlos.

—¿Y esto dónde es? —quiere saber Carla.

—Lo están grabando en la isla de Samaná —contesta mi guapísimo novio.

—Aquí en Punta Cana —comprende Eli entretenida con la emoción de la tinerfeña que no deja de dar palmas y saltitos—. ¿Y para qué nos quiere a nosotros? — insiste Eli.

—Pues yo voy a ir de presentadora —les cuento.

—Becca Naranjo —dice Faina alzando el puño—.

¡Sí!

—Tú, Eli, vas a ir de terapeuta de parejas.

—¿Qué dices? —replica Eli.

—Va a haber una terapeuta haciendo sesión con las parejas en algunos momentos y analizando sus reacciones —narro con naturalidad.

—¡Eli! —exclama mi hermana feliz por su pareja. Se levanta y la abraza con fuerza—. ¿No quieres hacerlo?

Eli la observa algo insegura.

—¿Y de qué iría Carla? —me pregunta.

—De tentadora en la casa de los chicos —cuento.

—No me jodas… —susurra Eli.

—¡No me jodas! —exclama Carla con un tono completamente opuesto al de Eli—. ¿En serio?

—¿Y nosotros? —Faina se planta delante de mí con sus ojos azules muy abiertos y brillantes llenos de emoción.

—Genio y tú sois una de las parejas participantes.

Faina se da la vuelta, mira a Genio y lo agarra por las manos.

—G… es mi sueño. Es mi programa fetiche. Vamos.

Vamos, por favor… sabes que nunca haría nada malo y que te quiero muchísimo. Pero vamos, amor.

Genio no sabe lo que hacer. Sé que siente algo de zozobra por mezclarse con tíos que, seguramente, no estén nada mal. Y seguro que no le gusta la idea de que Faina esté rodeada de buenorros salidos. Pero sé, por el modo en que la mira, qué haría lo que fuera por ella. Y sé que va a decir que sí, porque eso la hace feliz.

Sin embargo, Eli y Carla son harina de otro costal.

Mi mejor amiga no las tiene todas consigo.

—Creo que no estáis analizando lo que va a pasar una vez estéis en el programa —les habla con esa voz que hipnotiza y que hace que todo el mundo la escuche—. Se trata de que vais a tener cámaras las 24 horas del día, y que ya no seréis anónimos.

—Nosotros ya no lo somos —aclara Faina.

—Cierto —apunta Eli—. Pero esos programas son muy estresantes y tensan mucho la cuerda de la pareja. Pocas salen con vínculos más fuertes que cuando entraron. Es un desafío al amor, a la confianza y a lo que de verdad se siente… ¿lo entendéis? —sus ojos oscuros miran a todos los presentes—. ¿Estáis dispuestos a arriesgarlo todo?

—Sí —Faina asiente sonriente—. No voy a perder a Genio. Pero nos lo vamos a pasar muy bien.

—¿Y como terapeuta yo tengo que salir ante las cámaras? —me pregunta—. ¿No puedo ser una voz en off? —yo hago que no con la cabeza—. Yo ya tengo un trabajo, una consulta, no sé si este tipo de publicidad es beneficiosa para mí o si me va a convertir en una friqui víctima de los medios.

—Eh, rubia… —Carla la rodea con un brazo y la sienta sobre sus piernas—. Yo no tengo ninguna duda de que tú vas a quedar increíble en televisión. Y no eres friqui de nada.

—Carla… —musita un tanto incómoda—. ¿Y tú estás segura? ¿De verdad quieres ir?

—A mí también me da reparo… pero, por otro lado, creo que es algo único y especial que podemos vivir todos. Además, estoy segura que podremos tener nuestros momentos juntos y fuera de cámara, ¿no?

Yo asiento. Está en una de las cláusulas de las condiciones del contrato. Queremos tener nuestros momentos de compartir la experiencia fuera de cámara, y nos veremos cuando sea necesario con nuestros propios métodos.

—Es de esas cosas en las que no veo que salgamos ganando en nada —espeta Eli retirándose el pelo rubio de la cara.

—Y ahora es cuando os enseño esto —tomo el iPad y lo planto en frente de los cuatro—. Fede va a tirar la casa por la ventana. Nos necesita. Y está dispuesto a pagar esto a cada uno de nosotros.

—Hostia… —dice Carla mirando la pantalla anonadada—. Eli mira el maldito cheque, ¡por Dios! Es mucha pasta. ¿Y solo son dos semanas?

—La grabación del programa entero —contesto.

—Con este dinero se puede empezar de nuevo donde uno quiera —asegura Genio.

—Podrías montar otro restaurante en Madrid —sugiere Faina—. O comprar un terreno y hacer una casa… es mucho dinero. Es… Es… ¡nosotros vamos! ¿Dónde hay que firmar?

—¿Estás segura, Faina? —le pregunta Genio.

—¿Tú confías en mí?

—Plenamente.

—Yo también en ti, cari —Faina me mira con determinación—. Vamos. Nosotros vamos.

Sonrío y vuelco toda mi atención en Eli y en Carla.

Solo me faltan ellas.

—Es mucho dinero —sentencia Carla—. No ganaré eso en mi vida como abogada de divorcios —alza su barbilla respingona, toma aire, me mira y dice—: Estoy dentro.

—Pensaba que lo íbamos a hablar —replica Eli un poco decepcionada.

—Mira todos esos ceros, Eli. No hay nada que hablar —contesta—. Son solo dos semanas, haremos el paripé y listos. Y después —la abraza—, a disfrutar dónde y cómo queramos.

A Eli la respuesta de Carla le pone nerviosa. De todos, es la menos predispuesta a decir que sí y eso que, laboralmente, es la que más tiene que ganar, porque se haría famosa en nada y eso le iría muy bien a su consulta, que ya de por sí no le va nada mal. Pero todos tenemos miedos, a ganar mucho y también a perder. Y Eli tiene miedo de perder a mi hermana. Estoy segura que es eso, porque lo leo entre líneas. Porque parece que, de las dos, la que más apuesta por ellas en este momento es Eli. O esa es la sensación que tengo.

Eso me hace pensar que sus cimientos no son sólidos. Y es normal, porque hay demasiadas cosas nuevas en ellas, en sus vidas. Y deben tomar muchas decisiones y, por ahora, de las dos, veo más comprometida a una que a otra. Y eso me preocupa.

—¿Eli?

Ella se despega un poco de mi hermana, exhala y mueve la cabeza afirmativamente.

—Está bien. Son solo dos semanas, ¿no? Grabamos y nos vamos.

—Sí. Pero debéis asumir que tras el paso por este programa exprés que debemos grabar, cabe la posibilidad de que vuestras vidas cambien. Seríais caras conocidas.

¿Estáis preparados?

—Nadie está preparado para eso —arguye Axel—. Pero siempre podéis tomar la decisión de, una vez acabado esto, permanecer alejados de los focos y seguir con vuestra vida recuperando la normalidad poco a poco.

Como hizo él, pienso. Que se mantiene en el anonimato, con su identidad oculta como hijo de Alejandro Montes y expareja de Tori Santana. No sé cómo reaccionaría Axel si en algún momento, la protección que le da la invisibilidad, se viera alterada y toda su tapadera volara por los aires. Y no quiero descubrirlo tampoco.

—Carla, ¿tú quieres? —le pregunta Eli cerciorándose de qué es lo que realmente quiere hacer su novia.

—Claro que sí —dice ella—. Quiero verte en acción, en pantalla —entrelaza los dedos de su mano con los de ella—. Va a ser divertido. Además, no vamos como pareja. Solo vamos a divertirnos y a dar juego, ¿no? Te prometo que voy a hacer que los concursantes masculinos tengan que ir mucho a hablar contigo —bromeo.

—Sí, morena, lo que tú digas —espeta Faina provocándola—. Pero a mi Genio no lo huelas.

—Los amigos están prohibidos —Carla alza la mano como si ofreciera una vehemente promesa— juguemos, Eli —le pide—. Y en dos semanas, volveremos a casa con mucho más dinero del que imaginábamos tener y podremos hacer lo que queramos —le pone ojitos de cordero degollado.

Eli sonríe tiernamente, y cede por completo a la súplica de mi hermana. Es que está loquísima por ella.

—Está bien. Yo también estoy dentro —Eli es la última en aceptar la oferta—. Seguro que pasan los días muy rápidamente.

Yo exhalo y los miro a todos con mucho agradecimiento. Quiero ayudar a Fede, y sé que Axel en el fondo también.

—Bien. Tengo que avisar a Fede de vuestra decisión —les explico—. Debéis firmar el contrato. Hay uno para cada uno en el iPad. Y supongo que no habéis deshecho las maletas. Pero conociendo a Fede, querrá que salgamos de aquí mañana mismo. Así que, en cuanto firméis, se lo enviaré y esperaré sus directrices.

No voy a mentir.

Me inquieta exponer a mi familia así, y no me gustaría que un reality de este tipo desembocara en algo fatal. Pero, por otro lado, la vida de por sí es un reality, y esta vez, en un juego televisado, pasará lo que tenga que pasar.

Preparado o no, forzado o no… hay parejas muy reales en todo este tinglado, y van a tener que batallar con cosas que desconocen de sí mismos.

Uno nunca sabe cómo va a responder o cómo va a actuar bajo presión.

La tentación de Becca

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