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III

La Emperatriz


El número Tres en el Tarot en PHI nos invita a conocer cómo la energía Femenina, etérea y volátil de la Pithia madura y se afirma en el mundo denso en la figura de la Emperatriz. Figurativamente, el III en romano hace referencia al hijo naciendo entre los muslos de la Madre, puesto que Dar a Luz ha sido, es y será siempre el Gran Poder de la Mujer como género. Es por esto que el símbolo astrológico de Venus se asigna a esta carta y no, como podría también quizás podría esperarse, a La Pithia.

El número Tres representa al Hijo, es decir: el producto fruto de la unión del Uno y el Dos. En este sentido, La Emperatriz aúna la inteligencia del Alquimista con la sensibilidad de la Pithia, logrando fusionarlas en lo que se conoce como Inteligencia Emocional.

Existe, prima facie, una aparente contrariedad entre la Numerología y el Tarot al encontrarnos aquí con la Emperatriz y no con el Emperador. Es sabido que la naturaleza de los números Impares está vinculada a lo Masculino, mientras la de los números Pares lo está a lo Femenino. De hecho, el Tetragrammaton mismo hace referencia a la secuencia Padre-Madre-Hijo-Hija, lo cual refuerza esta correlatividad. Así, muchos que recién inician en esta aventura del Tarot, esperan ver aquí al Emperador y la Emperatriz -en este orden-, luego del Alquimista y la Pithia, como si una pareja deviniese en otra. Esa expectativa está basada en dos errores conceptuales.

En primer lugar, el Alquimista y la Pithia no son una “pareja” humana. Sí representa cada uno una polaridad en cuanto al Principio Activo de la Sexualidad, pero la energía más afin a ellos dos no es la del otro, respectivamente. Cuando avancemos en este recorrido, descubriremos y conoceremos al verdadero “par” de cada uno ellos. El segundo error es pensar que la Emperatriz, al representar a la Madre, se contrapone (como si estuviera “atrasada” en la serie) al Hijo que esperaríamos aquí, puesto que de él es la energía del número Tres. El Tarot nos habla de un Proceso y de Energías actuantes, y por lo tanto sus cartas son Símbolos y más aún: Arquetipos, por lo que sus significados obran en varias dimensiones interpretativas. Sin ir más lejos: ¿acaso no es precisamente el Hijo quien convierte en Madre a la Emperatriz? Observemos bien la carta: es esa Vida gestándose en su vientre el Origen y la Fuente de su Poder, aquello que la inviste como Madre. Y por otro lado, Una Mujer sola, sin la intervención masculina, no se convierte en Madre; incluso si recurre a un método de inseminación artificial, precisa de esa materia, esa semilla masculina para dar ese Paso de Transformación. De lo dicho, podemos desprender que la existencia de una Madre, da a lugar la presencia tácita de un Padre, que aún si no se revela nunca, el fruto de su acción allí está. La Emperatriz se convierte así en un Símbolo Femenino que referencia intrínsecamente a otro Masculino, y este carácter de Crecimiento de esta carta es precisamente la influencia del Tres en ella.

En el orden natural de la psiquis humana, éste es también el orden en que re-conocemos a estas figuras, como Freud y Lacan han descripto tan exhaustivamente al hablar del Complejo de Edipo: para todo niño, primero él es Uno con la Madre, luego la reconoce como un ser externo pero primordial, y tardíamente aparece la figura del Padre, aunque asumiendo una función definitiva.

Debemos entender que una Emperatriz no es una Reina. Lo que ella rige es un Imperio, no un Reino; estas dos palabras a menudo son usadas de forma errónea como sinónimos, pero encierran conceptos muy distintos.

Un Imperio, además de generalmente ocupar mucho más territorio que un Reino, tiene dos características que lo distinguen definitivamente del segundo. En primer lugar: su extensión: suelen regir sobre regiones y naciones situadas a una distancia considerablemente alejadas de la capital imperial. Por ejemplo, pensemos en el Imperio Británico en 1921, rigiendo no sólo sobre la próxima Irlanda, sino sobre el territorio de Canadá en América del Norte, numerosas Islas del Caribe, Guyana en América del Sur, gran cantidad de países del Este y Sur de África, India y Sur de Asia, y Australia, Nueva Zelanda, Borneo y cientos de islas en los Océanos Atlántico, Pacífico e Índico. Y todo ese Poder, sobre la Corona de una sola persona (aunque incongruentemente, a pesar de que ellos se autodenominaban Imperio, siguieron nombrando a su máxima autoridad como reyes).


Imperio Británico en 1921

La segunda característica, producto precisamente de la primera, es que dentro del Imperio podemos encontrar distintas culturas e incluso distintos reinos y religiones, con sus propios líderes y gobernantes, aunque todos supeditados a la Voluntad y los Designios del Imperio.

Estas dos características producen que en la Emperatriz (y en la próxima carta, el Emperador) exista por un lado una cualidad de distancia con lo mundano; ella rige, por supuesto, su Imperio, y siente como hijo suyo hasta el último de sus súbditos, pero todo esto no es más que una sensación abstracta, pues tan vasta es la extensión de su Poder que le es imposible conocer y ser consciente de aquellos en quienes concretamente ese Poder actúa. No obstante, su figura es amada y reconocida por ellos, sin importar la distancia a la que estén de ella, y el saberlo es una fuente de retroalimentación de su Poder.

Como mencionamos antes, el Arquetipo de la Emperatriz, en esta vertiente, es el de la Madre. Probablemente no hay Arquetipo más importante para la mente del Ser Humano que éste durante sus primeros años de vida, y en muchos casos hasta su muerte. La Madre es Contención, Amor Incondicional, Refugio Emocional, Aceptación, Fuente de Alimento y de Vida; es Hacedora de Milagros, Sanadora de nuestras Heridas más profundas y una Sabia Guía en la jungla de los asuntos Emocionales. Como Energía, nos habla también del Reino Vegetal, del Crecimiento, la Expansión, el Florecimiento y la Obtención de Frutos. Observen la estrecha relación que existe entre esta acepción expansionista de este Arcano con el leiv motiv imperialista de expander sus dominios hasta el último rincón del planeta.

En la Carta vemos a la Emperatriz de pie, paseando tranquilamente por su jardín. Su actitud es completamente desprecupada: sabe de su Poder, y sólo en su Vientre está su atención. Su corona es de flores blancas, que simboliza que su Autoridad proviene de lo que es natural y puro, y sus ropas son sueltas y ligeras, puesto que no precisa ocultarse detrás de ellas ni valerse de las mismas para que la reconozcan por lo que es. El jardín en el que se recrea parece crecer con más fuerza ante su Presencia, lo cual la complace, pues todo en ella es Crecimiento, Abundancia y Nutrición.

Encontrar personajes que se ajusten al Arquetipo de la Madre que estamos describiendo no es difícil. En la Historia, tenemos por ejemplo a Isabel I de Inglaterra (pese a que no tuvo hijos en lo real, se invistió con esa imagen como Madre, regente y protectora de Inglaterra), a María en las creencias cristianas, a Nut en primera instancia, y luego a Isis -como madre de Horus- en la mitología egipcia, Gea, Rea, Hera y Démeter en la griega, Ishtar en los mitos asiriobabilónicos, Devi y sus aspectos (Durga, Laksmi y Saraswati) para los hindúes, etc. En esta última, así como en la Astarté fenicia, se puede percibir además la variante de esta energía cuando se presenta invertida: la Madre Terrible, puesto que las ideas aparentemente antagónicas de fertilidad y destrucción son dos caras de la misma moneda, o variantes de una misma energía. No es tan extraño cuando abordamos esa idea desde el concepto de que luego de un incendio, la tierra de los bosques queda mucho más enriquecida y fértil, y de hecho fue una técnica desarrollada por muchas tribus en distintas partes del mundo, como un modo de involucrarse en este proceso natural de muerte y renacimiento.

La Emperatriz nos habla de la gestación de Algo nuevo, producto precisamente de las instancias y condiciones precedentes en nuestro Proceso, lo que en Hermetismo denominamos nuestro Desde Dónde. Comprender esta coordenada, nos permitirá ver los hilos que en lo Sutil ya se están moviendo, diseñando el motivo que en el Futuro tendrá nuestra Realidad.

Tarot en PHI: Paradigma Hermético Iniciático

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