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El Alquimista
El Uno es la primera manifestación de Todas las Posibilidades, ahora decantadas en Una. El Uno es Falo, y como tal representa al Principio Activo Masculino. Hace referencia a los Inicios, en cuanto ese Falo perfora la Completud del Cero, permitiendo atravesarlo y asomar la cabeza (como un bebé en un parto) a un mundo nuevo. Este nacimiento implica la fuerza de un verdadero estallido de energía (habrá que ver en cada caso de qué tipo de energía se trata), sin el cual este Inicio hubiera sido imposible. Sin embargo, debido también a haber sido el Primero, existe una cierta juventud, o inexperiencia, que dificulta el manejo, canalización y direccionamiento de esas energías.
Ése es el desafío del Alquimista… porque también ese es su Gran Poder. En el Tarot en PHI prescindí de denominar a esta carta como El Mago, así como en la imagen de la carta prescindí intencionalmente de recurrir al típico anciano de apariencia sabia, con el dominio consumado de su propio Poder, como tantas veces es mostrado en otras Barajas. No es una figura como Merlín, Gandalf… ni Dumbledore, ya puestos -otro célebre Mago Maestro de la ficción moderna-; no es el Arquetipo de esta carta el del Viejo Sabio. En constraste, nuestro Mago aparece como un hombre relativamente joven que recientemente ha logrado ejercer su Voluntad sobre los Elementos; sin embargo, tampoco es un aprendiz inexperto: de hecho lo vemos en la imagen combinar exitosamente los cuatro Elementos o Tattwas Alquímicos (el Fuego -representado por la Vara-, el Agua que lo rodea, el Aire -representado por la Espada- y la Tierra -las rocas sobre las que está parado-), a través tanto de lo que se concibe como Conocimiento Académico -representado por el Libro-, como por el Azar -representado por los Dados-, para generar la Gran Obra de los Maestros Alquimistas: la Piedra Filosofal, aquella que transmuta en Oro todo lo que toca.
En Hermetismo normalmente nos referimos a cuatro Figuras provenientes de la tradición chamánica: el Guerrero, el Mercader, el Sacerdote y el Mago. El Iniciado debe comenzar por el Guerrero, o todo lo que realice como Mercader o Sacerdote tendrá un Desde Dónde fallido, ya que es el Guerrero quien mantiene a raya la Falla, aquello que nuestro psiquismo pone en juego cada vez que nos acercamos a un Borde, con el fin de alejarnos de él. El Mago es la integración de las tres Figuras anteriores, y como tal es Más que la Suma de las partes. Este Mago implica y conmesura un conocimiento propio y un trabajo personal que al de esta carta le queda demasiado grande. Es por ello que en el Tarot en PHI decidí renombrarlo para que no se preste a confusión, dándole un título que se amolde más a mi entendimiento de la energía de esta carta, y que no menoscabe sino resalte el verdadero Poder de la misma: el Reconocernos como Seres Divinos, y por lo tanto capaces de Crear.
Por ello he llamado a esta carta El Alquimista, el cual es todo un Arquetipo en sí mismo. El símbolo que tiene bordado en el pecho de su casaca es el del Éter o Akash, también llamado a menudo la Quintaesencia o el Plasma. Según la Alquimia, este es el Elemento o Tattwa más Sutil, y tiene cuatro Aspectos en los que se manifiesta: el Calor, la Luz, el Tono (Sonido) y la Vida; dos masculinos y dos femeninos, como representa también su símbolo a través de los dos triángulos invertidos unidos: el del vértice hacia arriba es masculino (ya que representa el Falo), y el del vértice hacia abajo es Femenino (representando el vientre materno).
El Calor es el Aspecto Masculino del Éter que se densifica primero, en la forma del Elemento Fuego, como es de rápida asociación. La Luz da lugar al segundo Tattwa, que tiene esencia Femenina: el Agua; debido a esta asociación se dice que la Luz baña o se derrama sobre un objeto o un paisaje. El Tono, también llamado el Sonido o la Voz, es otro Aspecto Masculino del Éter que se manifiesta en el Aire, el cual es el medio mediante el cual mejor percibimos el mundo acústico. Y finalmente, la Vida, el cuarto Aspecto del Éter, pasa al mundo de lo Denso en la forma del cuarto Tattwa: la Tierra, también de carácter Femenino, ya que en la Tierra se gesta la Vida.
Esta correspondencia entre Aspectos del Éter (la Quintaesencia en el plano de lo extremadamente Sutil) y cada uno de los cuatro Elementos, es a lo que se referían los Alquimistas al decir su célebre frase ‘como es Arriba es Abajo, como es Abajo es Arriba’ (Correspondencia, segundo Principio del Kybalion), y representa que todo el macrocosmos está contenido en el microcosmos que es cada uno de nosotros, y viceversa. Ese símbolo en el pecho es lo que lo hace Divino, y por tanto poseedor del Poder para manejar los elementos y de la capacidad para que, al lograr el correcto Balance entre ellos, pueda Crear la simbólica Piedra Filosofal, a través de la cual todo lo mundano y rutinario transmutará a sus ojos y alcanzará el Brillo del Oro.
Que El Alquimista esté presente como la primera carta numerada de la Baraja no implica que este Trabajo -y por ende la culminación de su Obra- ya esté hecho: implica que la persona se Reconoce con el Poder para poder lograrlo, que es muy distinto. O dicho de otra manera: que puede ver en sí mismo -quizás por primera vez- ese doble triángulo bordado en su pechera que lo señala como Capaz de Alquimizar su propia Realidad. Este es el Primer Paso a dar para lograr generar tu Propia Realidad, que es a lo que el Hermetismo te invita e incentiva: saberte Capaz y reconocerte (re-Conocerte, o sea: Conocerte Nueva-Mente) como tal.
Ahora bien, como toda carta del Tarot, esta energía tiene una segunda vertiente, y la misma está reflejada en el nombre francés con el que la Baraja de Marsella la nombra: Le Bateleur, el Ilusionista de ferias, que tiene todos sus trucos dispuestos en la mesa para asombrar, engañar y embaucar a los desprevenidos paseantes. Sus Actos parecen Magia, pero no son más que distracciones cuidadosamente ensayadas para mantener la vista de los espectadores lejos de sus manipulaciones, y poder seguir hechizándolos con sus engaños. No necesariamente una persona que encarne este Arquetipo tiene malas intenciones, o engaña para aprovecharse de la situación de alguna manera; a veces, se trata solamente de personas que necesitan mantener una ficción, generar una ilusión a su alrededor que no permite que los demás vean realmente quién es. Estos Ilusionistas saben que lo que realizan no es Magia, y en el fondo de esa Ilusión generada existe una sensación de fraude donde el primer defraudado es él mismo, prisionero de ese etéreo palacio que construyó a su alrededor.
No se trata de que generar una Ilusión sea “malo” o incorrecto; debemos tener mucho cuidado cuando utilizamos palabras que puedan dar a lugar un juicio moral de manera tan liviana. Lo que es errado es el Desde Dónde esta persona que caracterizamos como “el Ilusionista” la está generando: el verdadero Mago o Alquimista genera su Magia reconociendo primero su Falla, aquello por lo que para él es imposible, generándose a sí mismo una Ilusión, una idea que Nombra e inunda su pensamiento (Sutil, Registro Simbólico), la percibe, la siente y la disfruta (Emoción, Registro Imaginario) hasta que logra densificarla en un Resultado concreto (Denso, Registro Real), conviertiendo a aquello que en un primer momento estaba en el orden de lo Imposible, en Posible y Real. Y eso, amigos míos, es Alquimia.
El Arquetipo del Alquimista también hace referencia a una persona de mucha rapidez mental, aunque más en el plano de lo intelectual que de lo emocional. Cuando está bien dirigida, esta energía favorece la autoconfianza, la mediación con diplomacia en asuntos complicados, sean negociaciones o situaciones del orden cotidiano (que también implican negociaciones, por supuesto!) . Por eso el símbolo astrológico de Mercurio acompaña a nuestro personaje en la carta: Mercurio es el nombre que dieron los romanos al dios griego Hermes. Así como el elemento químico mercurial es rápido y elusivo, así de veloz y ágil era Hermes, dios del comercio… y de los ladrones (por los dedos rápidos, seguramente), lo cual se corresponde con las dos vertientes del uso que se puede dar a esta energía. Como mencionamos en la Introducción, este dios griego de pies alados sufrió un sincretismo con el Toth egipcio, a través de su nombre Hermes Trismegistro, padre y fundador del Hermetismo tal como lo conocemos. No es casual que el dios griego de la Comunicación (Hermes era el mensajero de los dioses), esté vinculado con el dios egipcio que le enseñó a los hombres ni más ni menos que el Saber Sagrado de la Escritura!