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La Pithia
La segunda carta del Tarot en PHI es La Pithia, llamada en otras Barajas La Papisa o la Suma Sacerdotisa. Frente al espíritu irruptor del Uno, el Dos aporta la calma, el reposo, la adaptación. Es el Principio Activo Femenino, el cual involucra conceptos como la dulzura, la intuición, el misterio y sobre todo, la Dualidad.
La Dualidad es una característica eminentemente Femenina. Astrológicamente, la energía de esta carta está gobernada por la Luna, cuerpo celeste cuyo movimiento está ligado intrínsecamente al agua en nuestro planeta, influyendo en el flujo y reflujo de mareas y en el período menstrual. La misma Luna es símbolo de lo permanentemente cambiante: no existen dos noches consecutivas en las que esté igual. Y como si necesitara un argumento más para regir esta carta, vista desde la Tierra, se puede decir que tiene dos caras, de las cuales una está siempre oculta para nosotros (o al menos a la vista humana, sin herramientas).
La mujer que se encuentra en esta carta es la Pithia o Pythia, que en nuestros tiempos denominamos “pitonisa”, e incluso con ese nombre se suele nombrar a cualquier sacerdotisa de cualquier culto, lo cual no es apropiado: Pythia se llamaba a la mujer que estaba consagrada al dios Apolo en Delfos, Grecia, y a través de la cual el dios de la Luz y la Música hablaba. El nombre Pythia proviene de Python, una Serpiente o Dragón Marino hijo de la misma Gea que vivía en una caverna de la isla, y que custodiaba el oráculo que existía en la misma. El dios Apolo lo enfrentó y venció, reclamando para sí dicho oráculo, y por esta hazaña se lo conoció también como Apolo Pitio. Las mujeres consagradas a este dios desde niñas tomaban esta función divina de por vida, recibían la consulta y se sentaban en un trípode ubicado en una zona llamada aditon (que significa “lugar sagrado del templo de acceso prohibido”), en el cual entraban en un trance inducido para dar la respuesta del dios mismo, la cual era recogida por un escriba que la entregaba al destinatario. No existe ningún registro histórico de cómo era la intimidad de esta canalización, pero durante el siglo III y IV de nuestra era, autores cristianos, con el fin de ridiculizar y desprestigiar el paganismo helénico, escribieron que la Pithia se sentaba sobre una profunda grieta de la cual salían vapores venenosos que intoxicaban su cerebro, la cual ya estaba alterada por las hojas de laurel que -también según ellos mismos- mascaban. La realidad es que ningún estudio arqueológico logró detectar fisura alguna en el suelo que dé crédito a estos escritos, pero aún así este mito sobrevivió y se fortaleció durante siglos, desprestigiando la tarea de estas mujeres cuyas profecías lograron tal nivel de acierto que aún hoy desconciertan a los antropólogos, y que en su momento hicieron que Delfos sea considerado el centro del mundo civilizado.
La Pithia en esta carta surge de las aguas tranquilas desde donde recibe la información de su dios. Los egipcios, pese a tener un gran número de mitos cosmogónicos (aquellos que explican la creación del mundo), en todos ellos de donde surgen la vida y los demás dioses es desde Nun, las Aguas Primordiales… y era una diosa. El Elemento Agua, la Luna, la Sacerdotisa y el Dos conforman una síntesis perfecta de la esencia femenina.
El Agua es el Elemento transmisor de información por excelencia; basta con leer los resultados de estudios recientes como el del Dr. Luc Montagnier (Virólogo a quien se le otorgó en 1998 el Premio Nobel de Medicina por el co-descubrimiento del virus del HIV), en el cual postula que el secreto de la eficacia de la Homeopatía reside en que el ADN le transmite información al agua, y ésta la mantiene incluso cuando dicho ADN ya no existe en la solución, lo cual es acorde a otros estudios que también referencian la capacidad de memoria que tiene el agua. Es decir: el agua recuerda la información de sustancias y materia (incluso materia viviente) con la que estuvo en contacto. En un contexto en el que aproximadamente el 70% de nuestro cuerpo es agua, y que vivimos en un planeta en el cual ese mismo porcentaje corresponde a lo que está ocupado por agua en la superficie, y que nos es imposible vivir sin interactuar con ella, sea consumiéndola, excretándola a través del sudor o la orina, o simplemente bañándonos o lavándonos las manos, llegamos a la interesante conclusión que la información de nuestras pequeñas Grandes Vidas está inmersa y fusionada con la de cada ser viviente, cada roca, cada grano de arena y cada partícula de sal del planeta… tanto actual como de los últimos 4400 millones de años. Quizás incluso esté en el agua la raíz de nuestro inconsciente colectivo más primario, más instintivo; el medio a través del cual un polluelo recién nacido reconoce a un zorro como un peligro y a un gusano como alimento, pese a que nunca antes vio a uno o a otro. No me refiero a que esa información no exista en el cerebro o en el ADN, pero esos son sólo los envases de la información. A lo que apunto es que en el momento de la replicación del ADN, o a un nivel superior de la formación de un ser vivo a partir de la mitosis selectiva de una única célula cigota, ambos procesos requieren un mismo elemento presente: el Agua, y en ese medio, mientras se replica y duplica cada cromosoma, cada nucleótido, necesita realizar ese intercambio de información con la Fuente, una especie quizás de reconocimiento de estar vivo y de ser parte de un Todo más grande que esa molécula de adenina, timina, guanina o citosina; un Acto donde también recibimos la información de ese agua, y a partir de ella podemos experimentar cambios, y quizás la cadena replicada no sea “exactamente” igual a la anterior, porque ya aprendió algo, aunque esto que aprendió pueda ser el reconocimiento de que algo falta y el ser del cual forma parte debe elegir el camino a través del cual incorporarlo. Quizás, ese sea el sentido de las mutaciones, tanto las vistas por la ciencia como benignas como las consideradas malignas: el imprimir en nuestras vidas la necesidad de un cambio.
El Agua es también sensible, como demuestran los experimentos de la ciencia Noética y el Dr. Masaru Emoto, en los cuales los sentimientos de un grupo de personas en la habitación inciden en los cristales que se forman en un vaso de agua colocado allí mismo. Observen en las imágenes aquí adjuntas la diferencia en armonía y diseño entre los cristales provenientes de pensar en la frase “te odio” o “me das asco” por un lado y en “gracias” por otro. Como dice la periodista Silvia Velando en la nota de su blog en la que habla de su entrevista a Masaru Emoto, este visionario “afirmaba con rotundidad que si todos dejáramos correr el agua del grifo sobre las manos y transmitiéramos amor y gratitud a través de ellas, esta vibración viajaría junto con el agua hasta alcanzar los ríos y el mar. El vapor del océano se convertiría en nubes que precipitarían su agua sobre diferentes zonas del mundo, y de esta manera, la vibración de amor y gratitud se extendería por todas partes”.
Ahora bien, esta información que transmite el agua con la que la Pithia está tan íntimamente relacionada que es casi también ella misma, no puede ser procesada por nuestro hemisferio cerebral izquierdo; no corresponde al orden de la razón o la lógica, sino al de los sentimientos, la intuición, aquello que sé pero no puedo explicar cómo ni por qué lo sé. Es por ello que en la carta su velada figura señala hacia su derecha, puesto que ese es el hemisferio de tu cerebro a través del cual ella se contactará contigo y susurrará su mensaje.
Detrás de ella se encuentran dos columnas, una blanca y otra negra. Las Dos Columnas son un símbolo poderoso para el inconsciente colectivo humano: dos eran las célebres columnas Jaquín y Boaz que enmarcaban la entrada al Templo de Salomón, en Jerusalém; son esas mismas Dos Columnas las que ordenan las séfirot del Árbol de la Vida de la Kaballah en un vector masculino y otro femenino respectivamente; dos son las Columnas de Heracles, que funda a ambos lados del Estrecho de Gibraltar, una sobre la costa africana (Ábila) y otra sobre la costa ibérica (Calpe), de camino a cumplir el décimo de los terribles encargos que debía realizar para el rey Euristeo de Micenas, en este caso, rescatar el ganado de vacas y bueyes rojos pertenecientes a Gerión, un monstruo de tres torsos humanos -con sus respectivas cabezas y brazos- unidos a una misma cintura. Gerión vivía Más Allá de todo lo conocido, es decir, en alguna tierra de lo que ahora conocemos como el Océano Atlántico. El lema Plus Ultra (“Más Allá”) con el que suelen decorarse estas dos columnas, presentes tanto en el escudo de España como en los de muchos estados españoles y americanos, hace referencia a aquello que está Después de lo Conocido, de lo racional… es decir: el mundo de los Sueños, lo Intuitivo, lo Misterioso y por ende Desconocido, pero que sabemos que está allí. Estas Dos Columnas son reforzadas contundentemente por el número romano II de esta carta.
La Pithia nos habla de manera inequívoca del Arquetipo del Ánima si el consultante es un hombre, es decir: la parte femenina de su inconsciente que ofrece el contrapeso necesario a la masculinidad de su mente consciente. Nuevamente debemos aclarar que esto no tiene ninguna relación con su sexualidad, se refiere a los procesos mentales que para las mujeres son naturales y los hombres debemos esforzarnos por implementar. En el caso de que la consultante sea una mujer, puede ser un llamado de atención hacia su propia Feminidad.
Cuando la energía de Arquetipo está viciada, o aparece como una trampa, puede estar hablándonos de una faceta femenina vanidosa y superficial, o quizás incluso de algún juicio de valores equivocado, basado en percepciones erróneas, problemas en la comunicación, o incluso incapacidad para poder comunicarte efectivamente con tu mundo interior. En otras situaciones, puede ser que no exista la claridad necesaria, que las piezas del tablero se encuentren demasiado veladas para reconocerlas y no puedes estar seguro de quién es quién en esa jugada.