Читать книгу Tarot en PHI: Paradigma Hermético Iniciático - Leo En PHI - Страница 11

Оглавление

IV

El Emperador


El número Cuatro implica la llegada del Orden y la Estabilidad al Universo. Esta cuarta figura, como el Segundo Hé en el Tetragrammaton, indica la asimilación y convergencia de las tres anteriores letras o figuras. La Hija no es simplemente una versión femenina del Hijo, sino que ella es Tierra, es la potencialidad de los otros tres en algo nuevo, que los excede. Por eso el Tetragrammaton también se lee como Semilla - Tierra - Germen - Fruto, ya que el fin de la secuencia sagrada fue llegar a este Fruto, en el cual además de la Semilla, existen los nutrientes para que se desarrolle y la promesa, la potencialidad, de la germinación de una nueva planta en su seno. La figura del Cuatro es el Cuadrado, que habla de solidez, y conclusión de un Ciclo, y con su cuarto punto logra realizar un salto cuántico y alcanzar la Tercera Dimensión a través del más simple de los sólidos poliédricos: el Tetraedro, una pirámide con sus cuatro lados triangulares.

El Carbono, uno de los elementos químicos más presentes en nuestro planeta, es un átomo que presenta cuatro electrones en su órbita más externa. En su forma inorgánica, se encuentra simultáneamente como la sustancia más frágil (el grafito) y la más dura del planeta (el diamante). Pero es después de pasar por un proceso natural llamado hibridación, que este átomo experimenta un cambio drástico en su estructura, y se reorganiza precisamente en estructuras tetraédricas, como las de la figura. Este cambio es lo que ha abierto todo un campo de investigación llamado Química Orgánica, donde el Carbono es la estrella indiscutida de análisis, puesto que las diminutas moléculas que forma con otros elementos químicos son los ladrillos fundamentales para la construcción de todas y cada una de las macromoléculas (grasas, carbohidratos, proteínas, ácidos nuceicos como el ADN y más) que en definitiva permiten y componen la Vida en nuestro planeta, al menos tal como la ciencia la conoce actualmente.

Observemos a la imagen del Emperador: no es un hombre joven ni viejo; tiene la edad suficiente para haber vivido toda una serie de experiencias, pero aún mantiene el vigor suficiente para empuñar esa pesada arma en sus manos. Su Espada está apoyada en su boca, pues es de ella que nace la Palabra, la Ley, el Orden. Toda su postura implica Atención y Concentración, nada escapa a su percepción. Su integración y reconocimiento de las tres Fuerzas que lo preceden están representados en los tres escalones sobre los que se sitúa su Trono. Éste carece de cómodos respaldares; no es para descansar que el Emperador se sienta en él. Su formato cúbico (sólido geométrico donde cada una de sus caras es un cuadrado), hace referencia a la Piedra Filosofal de la Alquimia. La Lanza, que nos recuerda que este Emperador también es un Guerrero, no adorna muros ni es un elemento decorativo, sino que la mantiene en posición de descanso, pero a mano ante cualquier necesidad de usarla. Detrás suyo, y como remate de cada apoyabrazos de su Trono, está la imagen del León, símbolo del Elemento Fuego, regente de esta Energía, y el símbolo astrológico de Aries, primer Signo Zodiacal de Fuego.

El Emperador es quien impone Orden ante el floreciente Caos que genera la Emperatriz de manera natural. Precisamente, cuando una planta o un río se salen de cauce o crecen desmedidamente, se suele decir que se desmadran, aludiendo al carácter femenino del poder de la Emperatriz que actúa en dichas circunstancias. Su consorte imperial es quien, con el filo de su Espada, realiza el Corte necesario que redirige, encauza y direcciona ese Crecimiento, decidiendo Dónde Sí y Dónde No.


Molécula de gas metano (CH4): un átomo de Carbono Central, unido covalentemente a cuatro átomos de Hidrógeno, a través de enlaces hibridizados sp3.

Todo lo expuesto oportunamente respecto a las diferencias entre La Emperatriz y una Reina, aplica por supuesto también, de manera análoga, para el Emperador respecto de un Rey. En su caso, él es plenamente consciente de que cada Palabra suya rige el destino de los miles que conforman su Imperio, por lo cual no Habla sin motivo ni vanamente, y piensa detenidamente las consecuencias de cada frase que sale de su boca. Sin embargo, también se le juega que la distancia existente entre su localización y allí donde sus Palabras tienen efecto le imprimen una cierta desconexión con las cosas mundanas de la vida cotidiana.

Arquetípicamente, el Emperador representa el Arquetipo del Padre. Es la Ley del Hombre, la existencia y aplicación de Límites, de Cortes necesarios para poder seguir dirigiéndonos exitosamente a nuestro Deseo. Si la Madre es nuestro primer objeto de Amor, es el Padre el primer símbolo de Autoridad para nuestro inconsciente. La efectividad de su intervención en el tramo final del llamado Complejo de Edipo es la que permite resolver ese período y derivar efectivamente la sexualidad infantil.

Estos días está muy de moda el hablar de la Función Paterna, y de cómo ejercerla en Uno Mismo. La Prohibición, que es el establecimiento de Límites de manera firme, con su correspondiente Consecuencia (amenaza de castración) si no son cumplidos y respetados, hace referencia solamente a uno de los pilares sobre los que dicha Función Paterna se sostiene. Un segundo pilar: la Protección, nos habla de la cualidad que todo hijo ve en su padre, independientemente de su tamaño o fuerza física en lo real; siempre que existe una amenaza o un problema, en la mente del niño surge la certeza de que “papá sabrá qué hacer”. El asegurar este espacio de protección, este témenos sagrado, es otra función inherente al rol del Padre. Pero hay un tercer pilar de esta Función Paterna que es el menos reconocido y por alguna razón, el que menos importancia pareciera tener para nuestra sociedad actual, a pesar de lo decisivo que es para un niño (cuando se trata de un Padre Real) y para Uno Mismo (en este caso: el Padre Simbólico). Este tercer pilar es la Incentivación. El Padre es lúdico, es juego y diversión; y a través de los mismos, establece en el niño la existencia de reglas que determinan cómo se resuelve el juego, introduciendo el peligroso y necesario significante del éxito, aunque el significado del mismo dependerá del resultado entre cómo él lo enseñe y cómo el niño lo aprehenda.

Cuando la energía de esta carta se presenta invertida, nos habla de una falta de Ley, o peor aún, de un desafío a ella, quizás enmarcado en una situación en la cual la persona intenta imponer su propia ley en el entorno, dominando la situación o que fuerza las reglas al máximo. Otra versión podría implicar descuido o desinterés de aquellos que dependen de ella, sean seres vivos, productos o servicios, o incluso sus propias empresas; o en otra vertiente: una personalidad o actitud débil, que carece o mina incluso su propia autoridad, incapaz de generar el entusiasmo que derive las acciones del prójimo (ni las propias) a un Bien común.

Tarot en PHI: Paradigma Hermético Iniciático

Подняться наверх