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TESTIGOS

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Ya habéis escuchado a los testigos. Pensad que uno podría [60] fabricarse su propia conducta por un tiempo, pero que en setenta años ni uno solo pasaría inadvertido si es un malvado. Pues bien, a mi padre quizá se le podría acusar de otras cosas, pero en lo que toca al dinero nadie, ni siquiera de sus enemigos, se atrevió nunca. No es, por ende, justo [61] prestar fe a las palabras de los acusadores más que a las acciones que se han realizado en toda una vida; ni más que al tiempo, al cual habéis de tener por la prueba más clara de la verdad41. Y es que, si él no hubiera sido así, no habría dejado poco de mucho; pues si ahora os dejarais engañar por éstos y confiscarais nuestro patrimonio, no recibiríais ni dos talentos. De manera que no sólo con vistas a la reputación, sino incluso en razón del dinero, os interesa más absolvernos: os beneficiaréis mucho más si nosotros seguimos teniéndolo. [62] Por el pasado, considerad cuántos gastos se ve que se realizaron para con el Estado; también ahora con lo que me queda yo soy trierarca y, siendo trierarca, murió mi padre; e intentaré, tal como yo le veía a él, disponer poco a poco unos cuantos bienes con vistas al público beneficio. De manera que, de hecho, éstos pertenecen a la ciudad tiempo ha y yo no me creeré víctima de una injusticia por haber sido privado de ellos y para vosotros el beneficio será [63] mayor así que si los confiscarais. Además es justo considerar qué naturaleza poseía mi padre. Pues, excepto las cosas necesarias, todos los gastos que deseó realizar se verá que eran de tal clase como para resultar de ellos gran honra para la ciudad. Por ejemplo, cuando servía como caballero, no sólo adquirió caballos brillantes42, sino también de competición con los que venció en el Istmo y en Nemea, de manera que se proclamó el nombre de la ciudad y él mismo recibió [64] una corona. Os ruego, pues, jueces, que os acordéis de esto y de todas las demás cosas ya dichas y vengáis en nuestra ayuda; y que no permitáis que seamos destruidos por nuestros enemigos. Si lo hacéis, votaréis lo justo a la vez que lo conveniente para vosotros mismos.


1 Es un conocido tópico de los exordios cuyo origen está, probablemente, en la ojeriza en que se tenía a los oradores profesionales en Atenas. La deinótēs para hablar era uno de los objetivos típicos de la diabolḗ (cf. W. VOEGELIN, Die Diabolé…, págs. 29-30). La utilización más inadecuada por parte de Lisias se da en XII (ver nota 2). Igualmente tópica (cf. VII 3, etc.) es la afirmación de que los adversarios han tenido más tiempo para preparar sus insidias (cf. § 3) y las consideraciones sobre la calumnia de §§ 5-6 (Cf. ARISTÓT., Ret. 1415a 20-31).

2 Es, quizá también, un tópos de los exordios, como demuestra el que este pensamiento se encuentre verbalizado como aquí, casi literalmente, por ANDÓCIDES, I 7. Sobre el proceso de pseudomartyría, cf. LIPSIUS, 778 y sigs.

3 Se trata, sin duda, de una exageración del orador. Sí es cierto que, en el procedimiento que se siguió contra ellos (la eisangelía), el juicio era sumarísimo lo que impedía entre otras cosas la asistencia de un logógrafo que es, en definitiva, lo que lamenta el orador. Sobre la eisangelía, cf. LIPSIUS, 176 y sigs., HARRISON, II 50-59.

4 El que se les condenara a la privación de sepultura (en el Ática, por supuesto), como preveía la ley de alta traición y de sacrilegio, es una prueba concluyente de que el 388 a. C. (fecha segura de este discurso, cf. Introducción) dicha ley se había fusionado con el nómos eisangeltikós (ley de eisangelía). Esta fecha, pues, constituye un terminus ante quem para esta fusión, con lo que se puede concretar un poco más de lo que hace HARRISON, II 59.

5 No parece legítimo concluir de esta frase, que parece una exageración similar a la de arriba (§ 7 y nota anterior), que «una disposición legislativa prohibía la acumulación de las penas de muerte y de confiscación» (cf. GERNET-BIZOS, II 42, nota 1). De hecho el orador no contesta en absoluto el hecho mismo de la confiscación de los bienes de Aristófanes.

6 Astuta, aunque un poco ingenuamente, el orador nos quiere hacer creer que ya su padre le hacía las cuentas cuando era pequeño. La intención es obviamente prepararnos con vistas a las que él hará más adelante (cf. § 57-59).

7 Probablemente se trata de una forma indirecta de llamar «sicofanta» a su acusador refiriéndose al dinero que gana «de otras partes», es decir de procesos de apographaí.

8 Para nosotros resulta difícil imaginar cómo pudo convertirse en un tópos en esta época la codicia confiscadora del Estado, cuando, de alguna manera, se está censurando al tribunal que se tiene delante. Otros lugares donde parece este tópos son XXVII 1, XXX 22.

9 Después de la batalla de Cnido (394 a. C.) y a instancias y acompañado de Farnabazo que deseaba hacer todo el daño posible a los lacedemonios, Conón se dirigió con la flota al Peloponeso y allí desarrolló una campaña de devastación. En Citera Conón dejó a Nicofemo al mando de la guarnición, sustituyendo al harmosta espartano. Cf. JEN., Hel. IV 8, 6 y sigs.

10 Todo lo que sabemos de este Jenofonte, que nada tiene que ver con el historiador (lo mismo que su padre tampoco tiene nada que ver con el tragediógafo) es que fue estratego en Potidea el 430-429 a. C. junto con Hestiodoro, hijo de Aristoclides, y Fanómaco, hijo de Calímaco (cf. TUCÍD., II 70). Al año siguiente lo vemos, como tercer estratego, en la derrota sufrida por los atenienses frente a los calcideos de Tracia junto a Espartolo, cerca de Olinto (ibid. 79). No se vuelve a saber más de él.

11 Este es el personaje que da nombre a un diálogo platónico. Como persona no parece que fuera un sujeto muy recomendable, lo cual pone en tela de juicio la honradez de los otros familiares políticos a que se refiere el orador. Fedro formó parte de los hermocópidas y de quienes parodiaron los Misterios la víspera de la expedición a Sicilia (cf. ANDÓC., I 13, y ALEXIS, Comicorum Atticorum Fragmenta II 386). Se conserva una inscripción en la que aparece su nombre como uno de los que fueron objeto de confiscación. Es probable que regresara a Atenas, como Andócides, a raiz del decreto de Patroclides (cf. lntrod. al Discurso VI, vol. I, pág. 170).

12 Hay aquí un detalle importante del derecho familiar, especialmente en lo que concierne a la mujer, que ha pasado desapercibido a los comentaristas: esta segunda hija de Nicofemo, la esposa de Aristófanes, ya había estado casada. Naturalmente es posible que fuera viuda, pero ¿no sería más lógico que Nicofemo la separara de su anterior marido (que además era pobre, no lo olvidemos) haciendo uso del derecho de aphaíresis que asistía al padre de familia? Conocemos algún caso por los papiros grecoegipcios (Oxyrhynch. Pap. 237, s. II d. C), además de la literatura (cf. D. L. PAGE, Select Papyri III, Literary Papyri, Londres-Cambridge (Mass.), págs. 180 y sigs.).

13 No sabemos quién era este personaje (a menos que se admita con FROHBERGER, ad loc., que era padre del político Aristodemo de Alopece de tiempos de Demóstenes), pero sí era uno de los 3.000-4.000 prisioneros atenienses ejecutados por Lisandro tras la batalla de Egospótamos. Cf. JEN., Hel. II 1, 30 y sigs.

14 Conón, que además de un gran militar era un político artero, conocía el peligro que constituía Dionisio de Siracusa, a la sazón tercera po tencia con Persia y Esparta. De ahí esta embajada cuyo propósito era ganárselo antes de que lo hicieran los lacedemonios. Pero la embajada fue un fracaso, cf. DIODORO SÍCULO, XV 23.

15 A Éunomo lo encontramos el 389 a. C. como «navarco» —según el título espartiata que le da, sin duda por error, JENOFONTE (Hel. V 1, 6 y sigs.)— por los alrededores de Egina hostigando con poca suerte a los lacedemonios. Fuera de esto no sabemos más de él que lo que aquí se nos dice.

16 Alusión un poco forzada para que se enteren los jueces que él pertenecía al partido del Pireo.

17 Evágoras, rey de Chipre y amigo de Atenas (CIA I 74 es una copia del decreto concediéndole la ciudadanía), se encontraba amenazado tanto por Persia como por Esparta. Las intenciones de Conón eran, probablemente, emparentarlo con Dionisio para que fuera éste quien le ayudara frente a sus enemigos y, de paso, ganarlo también para Atenas. Pero esta filigrana diplomática fracasó rotundamente: Dionisio acabó aliándose con los lacedemonios y Atenas enemistándose con Persia y permitiendo un acercamiento entre esta potencia y Esparta que culminaría en la paz de Antálcidas.

18 En realidad las envió poco más tarde, el 388 a. C. Cf. JENOFONTE, Hel. V 1, 26.

19 El año 390 a. C. en que Evágoras estaba enfrentado a Persia y amenazado por la flota lacedemonia.

20 No sabemos qué sería «lo demás», pero parece que tiene razón FROHBERGER al pensar que la Asamblea concedió diez naves sin tripulación (kenaí) por lo que leemos más abajo.

21 Posiblemente en el mismo viaje en el que traían presos a Nicofemo y Aristófanes. «La trirreme» debe hacer referencia a una de las dos naves sagradas y oficiales del Estado ateniense que tenían por nombre «Páralos» y «Salaminia». Entre otras funciones, tenían la de llevar a Atenas a los condenados en juicio público, Cf. TUCÍD., VI 61 y ARISTÓT., Constit. aten. 61, 7.

22 Era celebrado en Atenas por su belleza (cf. PLATÓN, Gorgias 481d). ARISTÓFANES (cf. Avispas 97-99) lo elige para hecer un brillante juego de palabras entre Demo (el personaje) = dêmos (el pueblo) = kēmós (el hueco de la urna de votar) basándose en la conocida costumbre de poner, sobre todo en vasijas, la frase «Fulano (aquí Demo) es bello» por parte de su erastḗs. Cf. K. J. DOVER, Greek Homosexuality, Londres, 1978 (pág. 111 y sigs.). En el texto dice que había recibido él personalmente una copa de manos del Rey de Persia, pero, dado que su padre había sido embajador en Susa y tenía amistad con éste (cf. PLATÓN, Cármides 158a), y que era costumbre de los reyes hacer este regalo a los embajadores (cf. ELIANO, Varia Hist. I 22), lo más probable es que la copa fuera parte de la herencia de Demo. M. VICKERS, («Demus’ gold phiale»…), cree haber encontrado una copa de las mismas características que la aquí aludida en el Metrop. Mus. of Art (Rogers Fund, 1962): pesa 100 daricos y está decorada con bellotas de oro.

23 Es una manera de designar al bronce con un baño de oro o de plata.

24 Es la batalla de Cnido que constituyó una brillante venganza, por parte de Conón —el único estratego ateniense que escapó con sus naves del desastre de Egospótamos— sobre los lacedemonios. Se libró el 394 y fue una victoria de las flotas ateniense, mandada por Conón, y fenicia, de la que era navarco Farnabazo sobre la lacedemonia. En ella murió combatiendo el navarca espartano Pisandro. Cf. JEN., Hel. IV 3, 10 y sigs.

25 El orador está aquí extendiéndose, por razones obvias, tanto sobre las posesiones inmuebles como sobre los gastos con el Estado. Sin embargo, si estos últimos son ciertos —y deben serlo porque era fácil comprobar su veracidad— es obvio que Aristófanes fue muy generoso con Atenas ya que la trierarquía se desempeñaba sólo cada tres años y las otras liturgias —de las que la coregia era muy gravosa, por cierto— cada dos años, pero la trierarquía eximía de ellas (cf. DEMÓST., XX 8). De aquí se desprende la imagen que Lisias quiere ofrecer de Aristófanes: un hombre ambicioso en lo político, pero muy generoso con Atenas en lo económico; y que no poseía más que aquello que se le había confiscado. Trescientos pletros equivalen, más o menos, a treinta hectáreas.

26 Es una manera hiperbólica de señalar algo que constituye un tópico en estos procesos, a saber, que el Estado gana muy poco con las confiscaciones. Cf. XVIII 20, etc.

27 Se trata del juramento kat’ exoleías en virtud del cual aquel que juraba pedía la destrucción sobre sí mismo en caso de perjurio, cf. XII 10.

28 Cf. § 22. Tanto la dote como este dinero prestado debían estar al margen de la confiscación. El demandado tenía derecho a interponer una reclamación (enepískēmma) que daba lugar a un proceso de diadikasía. Cf. HARRISON, II 213 y sigs.

29 Se ha señalado con razón (cf. BLASS, I 539, nota 2) que esta exclamación es «propia de pasajes más patéticos» que éste y que no es muy corriente en Lisias.

30 Elegido estratego el 378 fue una figura importante en la Segunda Liga Ateniense. Su política provocó el descontento entre los aliados que condujo más tarde a la llamada Guerra Social. El 356 fue acusado por Cares con quien compartía —además de Ifícrates— el cargo de estratego y fue condenado a una multa de 100 talentos. Murió el 354. Con la mención de Timoteo comienza el orador a trazar un paralelo estrecho entre Nicofemo-Aristófanes y Conón-Timoteo.

31 La alusión a esta bigamia de ambos personajes sirve, sobre todo, para señalar que la mayor parte de su fortuna en bienes «invisibles» se encontraba en Chipre. Nicofemo, por su parte, además de la hija de Chipre, tenía otro hijo (no sabemos si natural o de un matrimonio anterior) en Atenas, al que se alude en § 22.

32 Hay una contradicción entre nuestras fuentes con respecto a la muerte de Conón. Aquí se afirma que murió de enfermedad y en pleno uso de sus facultades como para poder testar (cf. § 41). ISÓCRATES, en cambio, (cf. Panegírico 154) y también DIODORO SÍCULO (XV 43) afirman que murió preso en la corte del Gran Rey. JENOFONTE (Hel. IV 8, 16) lo deja, en su narración, preso por Tiribazo bajo la acusación de que ofendía al rey, después del fracaso de la embajada para llegar a la paz.

33 Se trata naturalmente de donaciones, en calidad de legados (diathḗkai), de bienes adquiridos, ya que en el Derecho ático no puede testar nadie que tenga hijos legítimos, cf. GERNET-BIZOS, II 48, nota 1.

34 Cf. §21 y nota 19.

35 Probablemente el personaje que aparece en el Económico de JENOFONTE.

36 GERNET-BIZOS (II 50) piensan que el …tímēma se hacía posiblemente con vistas a la eisphorá o contribución sobre el patrimonio. Un caso similar aparece en III 24.

37 Cleofonte es el conocido político que murió a raíz de la revuelta de los estrategos el 404 (cf. XIII 7 y sigs.). ARISTÓFANES lo cita negativamente cuatro veces en sus obras conservadas (Tesm. 805 y Ranas 679, 1504, 1532), pero nunca por venalidad o codicia, a pesar de que administró los bienes públicos desde el 410 al 406 —fue el que introdujo la diobolía (cf. Inscr. Gr. I2, 304) o asignación diaria de dos óbolos para los ciudadanos indigentes—.

38 Diotimo fue estratego con Ifícrates en la zona del Ponto precisamente en estas fechas (cf. JEN., Hel. V 1, 25). Ante las dificultades de aprovisionamiento (cf. también XXII 14), los comerciantes marítimos hacían «regalos» a los estrategos por la protección que les prestaban contra los lacedemonios.

39 Cuando se ha terminado el catálogo de personajes ricos de Atenas, se añade el caso de Alcibíades. Algunos editores resuelven este problema trasponiendo este párrafo entre § 47 y 48 (así THALHEIM); otros lo consideran interpolado. Esta es nuestra opinión. Por ello lo traducimos, pero lo introducimos entre corchetes.

40 Estos son los pocos casos en que un griego solía dar muestras de philanthrōpía.

41 Que el tiempo es la piedra de toque de la verdad es una máxima que ya se atribuía a TALES DE MILETO (cf. Fr. A 71, 13 DK) y que reaparece en la Sofística y en PLATÓN (cf. Symp. 184a, referido al amor).

42 Es decir, de lujo, de raza (cf. JEN., Equ. 11, 1). La posesión de caballos y la victoria en alguno de los juegos panhelénicos era el mayor signo de riqueza.

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