Читать книгу Todos somos humanos... pero unos somos más humanos que otros - Luis Calderón - Страница 13
ОглавлениеCINCO CABEZAS TORPES
“¿Cinco cabezas torpes pensarán mejor que una cabeza sensata?” era lo que preguntaba hace poco un joven y vehemente ejecutivo, quien acababa de pasar por una tortuosa situación laboral.
Había sido despedido de una empresa familiar en la más profunda de las crisis, pero cuyos ejecutivos parecían tener –según él– un implícito acuerdo para autoengañarse y autodestruirse colectivamente.
Agregaba él que su error había sido no integrarse a la necedad colectiva de este “Círculo de Calidad”, como ellos mismos llamaban a esas reuniones donde concertaban la destrucción (inconsciente pero intencional) de su empresa.
Y es que, como tantas veces, en este caso cinco mentes torpes lo único que hacen cuando están juntas es darse mutuamente la razón y ratificar colectivamente su torpe y precaria visión del mundo. Y si tienes la mala suerte de caer en ese grupo y no eres capaz de callarte, serás el blanco de muchos ataques.
Una visión retrógrada pero bastante expandida es creer que la mayoría tiene la razón y que la búsqueda del consenso es una meta deseable: grave error.
La búsqueda del consenso y la sumisión a la voz de la mayoría en un equipo gerencial sólo lleva a la mediocridad galopante porque evita la confrontación de ideas. Si nos obsesionamos con el consenso y alinearnos con la mayoría, al final estaremos todos totalmente de acuerdo, yéndonos inefablemente hacia el despeñadero.
Pero si te sucede ser el sexto en discordia y eres el único que no está de acuerdo con el torpe consenso mayoritario y eres el único cuyo cerebro o vísceras le dicen que esa unanimidad es errónea, ¿qué debes hacer? ¿Nadar contra la corriente y arriesgar tu pellejo? ¿O alinearte con la torpeza y la mediocridad, aunque tu conciencia, tus tripas y tu cerebro te lo reprochen ácidamente?
La respuesta no es simple y, en uno u otro caso, lo más probable es que estarás perdido, me temo yo.
Repreguntándole a nuestro joven amigo sobre otros detalles del caso encontramos que de por medio había una batalla de accionistas-familiares, de modo que los eventos no estaban relacionados con maximizar las utilidades para la empresa o salvarla de la quiebra, sino maximizar las utilidades para algunos de los primos mientras trataban de hacerle el máximo daño posible a los demás.
En este contexto, nuestro joven y bienintencionado ejecutivo era, claro está, cadáver, puesto que él pretendía jugar limpiamente, presentando las mejores propuestas pensando en el largo plazo de la empresa en su conjunto, mientras que los directores y gerentes, todos parientes entre sí, desarrollaban un juego totalmente diferente: la venganza.
Mi sugerencia fue que aceptara que estaba perdido y que debía buscar un nuevo trabajo puesto que con toda su inteligencia él nunca iba a convencer a “cinco cabezas torpes” cuando, sobre todo, no se trataba realmente sólo de “cinco cabezas torpes” sino de dos bandos familiares odiándose al extremo, tratando de destruir al otro, aunque en el intento terminaran autodestruyéndose a sí mismos. Y ante eso no hay más opción que hacerse a un lado y enrumbar a una empresa más segura, decente y profesional.