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Respiración aerobia vs respiración anaerobia

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En los orígenes de la vida en la historia del planeta tierra no teníamos una atmósfera rica en oxígeno como lo es actualmente. Esta condición fue fundamental para el origen de la vida, ya que en presencia de oxígeno (elemento muy reactivo) no podría haber perdurado el cúmulo de biomoléculas necesarias para dar origen a la primera célula.

Con el paso del tiempo, las aguas de la tierra se fueron poblando de microorganismos, los cuales competían por los nutrientes que cada vez eran más escasos. Con el afán de la supervivencia, unas bacterias llamadas cianobacterias fueron capaces de desarrollar un proceso fotosintético en el que, utilizando agua y dióxido de carbono, podían sintetizar moléculas de glucosa, y como producto de desecho se liberaban moléculas de oxígeno, que lentamente fueron poblando la atmósfera.

Así, surgieron otros organismos que supieron aprovechar la gran reactividad del oxígeno y desarrollaron un metabolismo oxidativo por medio del cual no solo consumían oxígeno, sino que liberaban dióxido de carbono a la atmósfera; la cantidad de energía útil obtenida era mucho mayor que la dada por los procesos en los que no participa el oxígeno, como sería el caso de la fermentación láctica.

Con un proceso productor de nutrientes (glucosa) como la fotosíntesis que consumía dióxido de carbono y liberaba oxígeno y un proceso productor de energía útil que consume oxígeno y libera dióxido de carbono, nuestra atmosfera se fue autorregulando y adquiriendo las características que conserva aún hoy. Con el pasar del tiempo el metabolismo oxidativo, por su mayor rendimiento energético, fue prosperando entre los seres vivos y permitió el desarrollo de organismos complejos y multicelulares como el nuestro.

En nuestras células el metabolismo aerobio se lleva a cabo en un tipo de organela denominada mitocondria. La mitocondria se comporta como una verdadera usina que produce alrededor de 36 moléculas de ATP por molécula de glucosa que se degrada. En contraste, los procesos anaerobios (fermentación láctica, en nuestro caso) producen solo 2 moléculas de ATP por molécula de glucosa.

Cada vez que inhalamos aire en nuestro proceso de respiración, estamos introduciendo oxígeno que circula por la sangre, unido a la hemoglobina de nuestros glóbulos rojos, para llegar a todas las mitocondrias de nuestras células que se hallan realizando el proceso de respiración aerobia. Y cada vez que exhalamos aire, liberamos dióxido de carbono que es el producto de desecho del proceso de respiración celular.

En determinadas ocasiones, la cantidad de oxígenos no es suficiente para realizar el proceso de respiración aerobia; por ejemplo, el músculo en una actividad deportiva, por lo tanto se recurre a la fermentación láctica para poder seguir cumpliendo con los requerimientos energéticos que el proceso demanda. Como producto se forma ácido láctico que se acumula en el músculo; finalizada la actividad física, aparece el clásico ardor. Con el transcurso del tiempo el ácido láctico es removido hacia el hígado donde es metabolizado.

Cada vez que nos alimentamos, estamos ingiriendo muchos nutrientes necesarios para nuestros procesos metabólicos, pero fundamentalmente moléculas ricas en energía, que luego del proceso de respiración aerobia, aportarán la energía útil necesaria para todas las funciones del organismo.

En caso de que la cantidad de alimentos ingeridos sea superior a la demanda de energía, el organismo está preparado para guardar ese remanente de energía en forma de grasa. Así, se va incrementando el tejido adiposo, se aumenta de peso y se puede llegar a la obesidad.

En realidad, nuestro cuerpo fue diseñado para realizar actividades muy diferentes a las que realizamos hoy en día. Nuestra vida es sedentaria con respecto a la de nuestros antepasados; ello sumado a la comida chatarra de moda hoy, hace que la cantidad de energía contenida en los alimentos que ingerimos sea muy superior a la energía requerida por nuestro metabolismo, razón por la cual nuestro organismo guarda el remanente en forma de grasa, con la esperanza de que vendrán tiempos futuros en donde tendrá que gastar esas reservas. Sin embargo, lo cierto es que la combinación de poca actividad y consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono y grasas no hace más que potenciar el sobrepeso que lleva a la obesidad.

Dermatocosmética. Criterios de formulación

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