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ya es navidad

Su significado, nuestras Navidades pasadas,

presentes y futuras

“La Navidad está construida sobre una paradoja hermosa e intencional: que el nacimiento del que no tuvo casa para nacer sea celebrado en todas las casas” G.K. Chesterton

Luces y colores, risas y bullicio; así se encontró el hombre al salir a la calle. La gente se movía con mucha prisa a elegir sus regalos y realizar las últimas compras para las reuniones de Navidad. Parecía que el mundo se había vuelto loco, pues la alegría y algarabía flotaba en el aire y contagiaban el ambiente. ¿Qué había sucedido, qué era lo que se celebraba? Nuestro hombre atemperó su caminar y lentamente empezó a evocar imágenes del pasado. Recordaba perfectamente su infancia y adolescencia, acompañado de aquellos rostros familiares que ya no estaban y los momentos vividos con ellos; sí, realmente recordar es volver a vivir.

Qué importante es pensar en el verdadero significado de estos días, Es cierto que hemos ido destrozando a lo largo del tiempo esa realidad, y la hemos reducido en muchos casos a un momento en el que prima la hipocresía, consumismo y artificio, sustituyendo la verdadera esencia. Pero no debes conformarte, si tu propia cabeza se aísla, enseguida recuperas el sentido, encuentra la verdad, y retomas ya que vuelves a pensar como siempre pensaste, es suficiente.

Empezó a recordar, y acudieron imágenes de cuando iba con sus padres a la Plaza Mayor a comprar alguna figurita para el Belén de casa, que empezó poniendo junto a sus hermanos y más tarde lo hizo con sus hijos y después nietos. ¡Qué hermoso recorrido mantenido en el ciclo de la vida! Tú ibas creciendo y sólo iban cambiando la compañía junto a ti de los más cercanos, el portal y las figuritas eran siempre las mismas, con su mismo significado. Después cuando adornabas ese abeto natural que habías cargado con tanto esfuerzo por la Puerta del Sol, al que después añadías muchas bolas doradas y plateadas, junto a guirnaldas y luces de colores que parpadeaban sin cesar. Eran muchos los que se sentaban alrededor de tu mesa esa Nochebuena y día de Navidad, un instante inolvidable y familiar. Más tarde llegaba la Nochevieja con sus campanadas de Fin de Año y las uvas. Ese día tenías la costumbre y solías quedarte en la tarde de antes sentado con las luces apagadas del salón frente al árbol, fijando tu mirada en él observando sus intermitencias atentamente y dejando que tu cabeza empezara a volar, haciendo balance de todo lo sucedido en el año: alegrías y tristezas, avances y retrocesos, tú verdadera cuenta de resultados. Este momento lo sentías mágico, necesario e imprescindible, era como si no quisieras cerrar el año sin pensar en él. ¡Besos y abrazos y…champan!, brindemos por el nuevo año, gritan todos, sin tener en cuenta lo que nos podría deparar ese futuro incierto y lleno de dudas que se nos abría para los próximos 365 días. Así es el ser humano, a veces inocente y otra culpable de sus propias ingenuidades y necedades.

Hemos abierto nuestra caja de Pandora del recuerdo y llega el Nuevo Año, pleno de buenas intenciones y nuevos propósitos, con la esperanza y deseo de la próxima llegada de los Reyes Magos.

Qué cantidad de sueños e ilusiones en un rostro infantil, que lo único que nos repite incesantemente es lo bueno que había sido el año pasado y así evitar el temido carbón, y cuantas sensaciones se atropellan en la memoria, e imágenes pasadas y vividas recordadas inolvidables, y entonces…siguió pensando y evocando el hombre, no paró de hacerlo; había que estar en casa pronto el día 5 de enero para poner el zapato en un sitio reservado, y preparar comida para los camellos, pues estarían muy cansados y hambrientos después de un viaje tan largo. Al día siguiente nos ponían en fila por edades de menor a mayor y se abría de pronto la puerta y con las luces encendidas, aquello parecía un auténtico bazar, de la cantidad de paquetes y regalos que había, la verdad es que sí, creo que nos habíamos portado bien, no había carbón para nadie. Tradición y tradiciones que todos hemos sabido mantener y adquirir como una hermosa tarea, transmitir cuando a ti se te ha transmitido tanto; disfrutar y tener ilusión, cuando tú lo has vivido; y si no párate y observa ese día la carita y expresión de ese niño que tienes a tu lado, y ya me dirás lo que piensas, seguramente algo que ya sentiste.

El hombre cerró su cajita de la memoria y sonriendo recuperó su paso, él también tenía ya prisa, se había entretenido mucho y se le había hecho tarde; empieza a correr, regresa a casa y sube con rapidez las escaleras de dos en dos, entra de forma acelerada y sin mediar palabra y con una emoción no contenida, abraza a los suyos, para después gritar a los cuatro vientos, ¡Es Navidad!

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