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Оглавлениеflores en el jardín
Tu isla y espacio creado. El escondite
donde coger aire y relajarse
“Nuestro cuerpo es nuestro jardín, nuestras voluntades son nuestros jardineros” W. Shakespeare
Hoy hace un día perfecto para disfrutar de la naturaleza. Me siento optimista y tengo una necesidad imperiosa de salir al jardín de casa. No es muy grande pero si coqueto y lleno de rincones escondidos. Salgo y respiro un aire puro que llena mis pulmones de oxigeno. Todo está en su sitio, mis árboles, flores y hasta escucho el canto de los pájaros, todo ello invade mi cuerpo y me da paz y serenidad. Lo que más me gusta de este lugar, es que todo es lo que es, nada busca una apariencia o representar un papel distinto. Lo observas y recuerdas lo que era cuando compraste la casa. No había nada, todo era un pequeño caos.
En aquellos momentos yo buscaba dar rienda suelta a mis emociones y crear un entorno agradable al que poder escapar y sentarte plácidamente a descansar y disfrutar de su equilibrio y su calma. Sin tener mucha idea revolviste todo y empezaste a plantar, unas flores por aquí, un árbol en la esquina con su alcorque para que te arrojara sombra por allá. Sembraste césped que fuiste regando con generosidad todos los días. Poco a poco todo aquello empezó a crecer, y los cuidados aplicados con tanto mimo, tenían ahora la recompensa y satisfacción de tu vista, buscaba crear un ambiente perfecto y ahora creo que lo había conseguido.
Cada uno busca encontrar con ahínco tablas salvadoras, escenarios que nos arrojen seguridad y sosiego a esa dinámica un tanto perversa en la que nos movemos diariamente.
Es mi lugar secreto, un escondite donde me encuentro cómodo, donde sus propios límites constituyen barreras a las agresiones del mundo exterior. Podría caminar por él con los ojos cerrados, es mi mundo, el que yo he creado y me hace sentir confortable. Pero hay que cuidarlo y dedicarle tiempo y esfuerzo, pues si lo abandonas, corre el peligro de convertirse otra vez en selva. Es mi refugio al que acudo cuando necesito tranquilidad, calma; mi isla en el océano de tempestades diarias.
Pero hay que entrar en el jardín con disposición, buscando su belleza y esplendor, sabiendo lo que te vas a encontrar y la estación del año en la que estás. Poder disfrutar de lo que hay, no de lo que no hay; y poder gozar del hoy sin acordarte del ayer o soñar con el mañana. Evitar que los árboles te impidan ver los bosques, pues esto es efímero y acaba cuando acaba y tiene su recorrido. Jugar con tus cartas, tus talentos y conocimientos, no con los de los demás. No debo correr detrás de las mariposas, debo cuidar mi jardín para que ellas vengan a él.
Cada cosa es la que es, un pájaro no puede ser flor y un árbol no puede pensar (¿o sí?). Cada uno cumple su rol y función. Siguiendo una famosa frase de Abraham Lincoln “Nos podemos quejar porque los rosales tienen espinas, o alegrarnos porque las espinas tienen rosas”
Es la propia naturaleza la que nos enseña sin ambages el camino; en las propias estaciones del año y esperar de cada una su respuesta, en el ciclo de la vida; y para llegar a los crecimientos, ella responde siempre a lo que has sembrado, y al cuidado y atención que le has dedicado. Causa y efecto, su verdadero sentido.
Para ti es un refugio y un sueño, un lugar diferente. Ya has pasado por él y te has recuperado Ha sido un momento magnifico y mágico, lleno mis pulmones de aire puro y mis ojos de luz, me giro sobre mis talones y cierro la puerta muy lentamente y regreso, siempre hay que regresar, incorporándome casi sin querer un día más, a mi rutina y cotidianidad, pero como una persona nueva y renovada.
Y yo te digo ¡Cuida tu jardín, eso te retornará en vida!