Читать книгу Meteoros - Álvaro Cuesta - Страница 24
Оглавлениеtrozucos en sepia
La cajita de mi memoria llena de cosas
y recuerdos, mis tesoros guardados
“La fotografía ayuda a la persona a ver, sólo puede representar el presente. Una vez fotografiado, el sujeto se convierte en parte del pasado” Berenice Abbot
“La memoria es el diario que llevamos con nosotros a todas partes” Oscar Wilde
Nadie ha descubierto mi tesoro, lo guardo escondido dentro de ese lugar que solo conozco yo. Lo abro, y me encuentro con un montón de fotografías en papel, y muchas cartas y notas escritas, junto a recortes de periódicos. Voy lentamente sacando imágenes y recuerdos amarillentos y ajados por el tiempo.
Ese niño sonriente con traje de marinerito el día de su primera comunión; ese paseo de palmeras que al final recogía una casa de indiano construida por mi bisabuelo en el pueblo en 1884; esa pareja de novios el día de su boda que miran fijamente un tanto asustados al fotógrafo; los galones que tuve puestos en mi uniforme cuando hice la mili. Tantas notas ya un poco difícil de leer algunas con poesías dedicadas acompañadas con la fecha en que fueron escritas, llaves guardadas que abrirán no sé qué puertas, algunas seguro que inexistentes ya. Recuerdos y recuerdos mantenidos en secreto en la cajita de mi cabeza y que son sólo míos.
Hoy me he decidido y los he buscado y sacado nuevamente como con ganas de refrescarlos y vivirlos desde cerca otra vez. Pasa el tiempo para todos, y no puedo olvidar, no quiero olvidar, mi almacén permanece abierto, todavía tiene capacidad. Mi luz encendida se mantendrá, si soy capaz de sentirme seguro y firme. Muchas cosas que me he encontrado, no sé muy bien de cuando son, y en qué momento las incorpore en mi tesoro, y ni tan siquiera si sirven para algo, pero ahí están, y eso seguro que es por algo.
Permanecer en el pensamiento de alguien, y que éste te busque, el que cualquiera invoque tu nombre, son cosas que deben hacerte sentir orgulloso e importante. Pues así me siento en estos momentos, importante y muy grande. Muchas cosas que he guardado, son papel mojado, noticias del periódico de ayer, que hoy ya nadie quiere conocer ni guardar, porque ya forman parte del pasado. Ves rostros que eres capaz de reconocer, pero los que están a tu lado los consideran desconocidos. No recorres el camino sólo, pero llegas a sentirte sólo, ya que en ocasiones, siempre estás un poco sólo.
Relees esa nota del restaurante y te emocionas por lo que entonces escribiste, y hoy sientes, y te sorprende ver la fecha, ¡ha pasado tanto tiempo! Todo ha tenido y tiene un significado para ti, pero seguramente sólo para ti, pues sólo tú conoces su historia.
¡Pero qué veo! ¡Qué maravillosa sorpresa! He hecho muy bien en volver a poner todo encima de la mesa, lo había olvidado completamente, aparecemos los dos en blanco y negro, sentados en un banco, hace…..; qué bonito recuerdo, pensaba que había perdido esa foto en mi memoria; somos tú y yo, los de entonces, de ahora y de siempre; algo cambiados eso sí, pero los mismos.
La verdad es que he sido y soy muy aficionado a la fotografía,; antes con las cámaras analógicas y después con las digitales, cuánto ha aguantado la familia posando de forma paciente hasta conseguir el encuadre perfecto. Conseguir juntar los tres elementos claves: composición, luz y momento necesita paciencia, y lleva su tiempo.
Vuelven a aparecer unas botucas de bebé, una cinta azul, ese reloj heredado de mi padre que no funciona ya, pero que guardo con mucho cariño pues era suyo, unas monedas antiguas, y yo que sé tantas y tantas cosas que ya se me pierden. Pero estoy muy contento, primero porque he tenido el valor de ordenar todo ese caos de recuerdos, en los que cada uno por sí sólo tiene un significado tan relevante para mí, y segundo porque me he dado cuenta de que tengo a buen recaudo mi tesoro.
Esa cajita escondida en el fondo de mi armario, que tiene un pedacito de mi vida, y que sólo se la debo enseñar a aquellos que quieran compartir su contenido conmigo y puedan o quieran entenderme.
Debemos pensar que unas letras quedan eternamente recogidas en un papel, para que alguien las pueda leer en algún momento, como las fotografías que recogen a través de imágenes, instantes congelados que se asocian en el espacio/tiempo en una realidad.
Ambos quedan ahí para siempre, y nunca olvidados, para que un lector u observador, los lea o mire, y le sugiera algo; y pueda pensar en ti si te ha conocido, o en quien sabe qué, si sólo eres un relato o un flash ajeno puesto delante de su vista. Su color sepia que va adquiriendo, le da más valor, no por su deterioro, sino por su permanencia en tu tiempo, porque si está ahí y tu lo has mantenido, es porque has querido que existiera.
Cierro esa cajita y me apresuro a guardarla otra vez con el mismo orden desordenado que tenía. Todo está en su sitio, donde tiene que estar, todavía puedo incorporar más cosas, tengo sitio; me encuentro contento y satisfecho y miro hacia adelante con mi pluma en la mano y mi máquina colgada al cuello, y me enfrento a ese futuro todavía desconocido, buscando nuevas cosas que pueda añadir, y que se incorporen junto a mí, con la pátina del tiempo dentro de mi tesoro en sepia.