Читать книгу El campo de la psicología educativa en Colombia: génesis y estructura - Álvaro Ramírez Botero - Страница 18
La entrada de las teorías psicológicas a la educación a través de la pedagogía
ОглавлениеComo parte del proceso de institucionalización social, la psicología educativa establece relaciones directas con la educación, específicamente con un movimiento progresista, al que le proporciona insumos de gran utilidad para inducir cambios en las prácticas educativas. Esta relación la plantea Giraldo (2006), señalando, además, una relación de intercambio que permite la generación de transformaciones al interior del campo de la educación: “Por fortuna, la psicología educativa parece florecer, e identificarse como tal, durante el desarrollo del movimiento de educación progresista que comienza a principios del siglo XX” (Giraldo, 2006, p. 2).
De esta forma, se evidencia otra vía de entrada de la psicología a la educación, no como profesión, pero sí como ciencia, mediante un novedoso movimiento filosófico y educativo proveniente de Europa: la escuela nueva o activa.17 Este movimiento, fundado en ideas liberales y que en el marco de los procesos de modernización encuentra resonancia y apoyo en la psicología, se puede entender así:
Se entiende por Escuela Nueva la corriente pedagógica que basa la educación en los factores Libertad y autogobierno de la escuela, por una parte, y por la otra en la experiencia y autoactividad del educando. Estos dos factores, comunes a todas las Escuelas Nuevas, los enfrentan al espíritu de disciplina de la escuela tradicional y a la primacía que esta concedía al aprendizaje intelectual y libresco (Gaviria, 1966, p. 185).
De esta suerte, el modelo de la escuela nueva se constituye en una vía privilegiada para que la ciencia psicológica penetre en la educación y permanezca en ella. El evento, que tuvo lugar en Europa y Estados Unidos, no tardó demasiado en llegar a Colombia, anudado con la presencia de las nuevas ciencias –sociología, antropología y psicología– en la educación.
La entrada de la psicología a la educación vía escuela nueva es punto de interés en este momento para el presente trabajo, puesto que la psicología se constituye en uno de los fundamentos para la escuela nueva con aportes evolucionistas y la filosofía de la vida o filosofía irracional18 (Gaviria, 1966, p. 186).
En lo que respecta a los elementos teóricos, para la psicología y para la educación fueron relevantes los aportes de John Dewey (1859-1952), psicólogo y pedagogo estadounidense; Eduardo Claparede (1873-1940), neurólogo, pedagogo y psicólogo suizo, y Jean Piaget (1896-1980), biólogo, epistemólogo y psicólogo suizo.
Como herencia de los aportes de Charles Darwin a la psicología, principalmente desde las escuelas americanas, existe la tendencia a abandonar el estudio de los contenidos de la conciencia y la introspección, para que entren en primer plano las ideas de adaptación, ajuste, éxito, fracaso, herencia y medio (Caparrós, 1993), nociones que también hicieron su entrada en la educación.
En el marco de la psicología científica influida por la teoría de la evolución, Dewey publica, en 1896, el artículo “Concepto del arco reflejo en psicología”. Este se convierte en un texto fundante para el funcionalismo en psicología, que además marcó una reacción respecto a la psicología estructuralista de Wundt y su discípulo Edward Titchener (1867-1927) y los conceptos de introspección y conciencia, que no se constituían en expresiones concretas para el estudio del comportamiento.
Es entendible que, desde esta línea de pensamiento, para el funcionalismo de Dewey, un organismo interesa únicamente en cuanto realice funciones de adaptación al medio, sin olvidar el sustrato biológico. Este asunto se refleja en el texto de Binet, Las ideas modernas acerca de los niños, que da cuenta de las penetraciones de la psicología en el campo de la educación y la pedagogía:
No hay nunca que perder de vista, cuando se habla de la educación, de la instrucción y de la formación de los espíritus, que toda actividad individual está sometida a una ley soberana: la adaptación del individuo a su medio; y que la enseñanza que se da a los jóvenes, teniendo por objeto aumentar el valor de tal adaptación, no debe ser juzgada más que por la respuesta a esta pregunta capital: ¿la adaptación ha sido mejorada? He aquí nuestro criterio de pedagogía. Pero añadimos que para apreciar seriamente con este criterio una enseñanza cualquiera, es muy importante tener en cuenta a la vez el interés del individuo y el interés de la sociedad a la cual pertenece. Para que una educación sea juzgada como buena es preciso no sólo que aumente el rendimiento de un individuo particular, sino que haga aprovechar a la colectividad de tal aumento (2003, p. 10).
De igual forma, se da una continuidad de aportes teóricos a la pedagogía irracional, que hace un lado el criterio racional en la interpretación de la vida humana (Gaviria, 1966, p. 222), y desde la psicología, con aplicaciones en la educación, que contribuye al abordaje de los procesos que tienen lugar en la vida escolar. Entre dichos aportes están el pragmatismo de William James (1842-1910), que retoma en la Universidad de Harvard los desarrollos técnicos de Hermann Ebbinghaus (1850-1909) para estudiar la memoria y el olvido (Giraldo, 2006); y el psicoanálisis de Sigmund Freud (1856-1939), lo que da lugar a la presencia de “fuerzas no racionales en la educación como las intuiciones, las emociones, los impulsos, las actividades manuales, etc. Al lado del intelecto se ha colocado la ‘vida’” (Gaviria, 1966, p. 223).
Luego de la entrada de las concepciones de la niñez como un periodo evolutivo (Piaget, 1991) y de las explicaciones del aprendizaje (Skinner, 1954), hacia la mitad del siglo XX principalmente, las tradiciones a las que se vinculan las prácticas educativas impregnadas de psicología son, en principio, el conductismo y, posteriormente, con mucha fuerza hasta la actualidad, el cognitivismo.
En este punto se encuentra una tradición muy fuerte de la psicología educativa ligada al conductismo y al cognitivismo. A tal punto que, en algunos círculos, se ha considerado –en términos de escuelas psicológicas– que la psicología educativa es una psicología cognitiva y se asumen definiciones de ella como una rama de la psicología que se dedica al estudio de la enseñanza y el aprendizaje en los ambientes educativos (Santrock, 2006). Esta visión deja reducida la psicología educativa a una psicología de la instrucción.19
También en el marco de la relación entre los campos de la psicología y de la educación, en el contexto de la racionalización de la educación, se han hecho unas abstracciones racionales. Dichos procedimientos han resultado en el establecimiento de los llamados “modelos pedagógicos” (Flórez, 1995). En ellos se evidencia la incorporación de nociones y conceptos de la ciencia psicológica y su aplicación.20 Muchas veces esto ha estado en la perspectiva de un simple traspaso de conceptos en una perspectiva aplicacionista, que no propone una interacción entre la educación y la psicología.
Para la segunda mitad del siglo XX, la relación entre psicología y educación se hace más compleja, y sus líneas limítrofes no son tan claras y se puede hablar del “uso de las teorías psicológicas en la conformación del tiempo y el espacio escolar” (Hernández, 2012, p. 31). Ya no se trata de una simple relación de aporte: las concepciones teóricas de psicólogos como Albert Bandura, Jerome Brunner, Jean Piaget, Lawrence Kohlberg, Lev Vygotsky, entre otros, hacen parte de la base de la organización escolar. Además, la psicología educativa, en la actualidad, recibe influencia de los formatos escolares que ella misma ayudó a construir (Hernández, 2012).
A esto se suma que, hoy por hoy, en la relación entre los campos de la pedagogía y la educación con la psicología como garante y vía para ingresar al campo de la ciencia, entran otros saberes que generan nuevas tensiones y nuevas dinámicas:
Si en la primera mitad del siglo XX la psicología era la plataforma científica para la pedagogía y la educación, ahora en el comienzo del siglo XXI se encuentra en diálogo con saberes de distintas disciplinas (Hernández, 2012, p. 26).
Así, en los inicios del siglo XXI (Beltrán y Bueno, 1995; Coll, 1997; Hernández, 2012, entre otros), la psicología educativa se considera como un saber específico, como un campo. Esta opción permite que, en el contexto de la interacción con otras áreas del conocimiento psicológico y educativo, sean evitados los posibles reduccionismos derivados de considerar la psicología educativa como una simple aplicación de los cuerpos teóricos, de los instrumentos y de las técnicas psicológicas.