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TONTOS, SÍ, PERO ¿FELICES?

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Muerto Descartes, ¿se acabaron los problemas? Quizás podríamos responder que somos tontos, pero felices al fin, sin problemas. Un condicional que, desgraciadamente, hoy se conjuga en presente: los que piensan son escasos y molestan. Por eso muchos se rinden y prefieren no pensar. No interesa la verdad ni conocer el porqué de las cosas, simplemente vivir. Eso sí, adormecidos y super-controlados.

No pensar supone poner al cerebro en situación de anemia, menoscabando sus funciones básicas

(Fuster y Rojas)

Las consecuencias de tal posicionamiento tienen un coste muy elevado: dejamos de ser personas y quedamos a merced de las circunstancias.

La meta del Homo sapiens en el ejercicio de sus neuronas es buscar la verdad. Una verdad que exige apertura de mente y de corazón, ecuanimidad, ausencia de prejuicios y apegos, diálogo con los otros, con el mundo y con la propia voz interior, como ya lo apuntó el famoso aforismo inscrito en el templo de Apolo: «Conócete a ti mismo». Ya lo decía el gran Machado: «TU verdad no, LA verdad. Y ven conmigo a buscarla; la tuya guárdatela». Jesús, el Maestro, dio un paso adelante: «La verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32). Verdad y libertad van unidas. Tontos, sí, pero ¿felices?

Una última sensación: faltan líderes sociales que ilusionen, que marquen un rumbo, que sepan convencer, que tengan visión y cuyas vidas estén preñadas de valores dignos de la especie humana. Líderes inteligentes, comprometidos y éticos para audiencias inteligentes y comprometidas con la verdad.

1 Cfr. el excelente estudio de Carr, N. (2011). ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales. Madrid: Taurus.

Pienso, luego molesto. Siento, luego existo

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