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B. EL CONSUMO EN EL SERVICIO PÚBLICO DE ENERGÍA

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En Colombia el 68% de la energía proviene de fuentes hídricas y existen 19 distribuidores (Revista Dinero, 2017). Según datos del Ministerio de Minas y Energía y UPME (2016), el sector transporte consume un porcentaje significativo (40,90%), seguido del industrial (29,36%) y del sector residencial (16,72%), de ahí que los hogares pueden aportar de forma considerable al ahorro de energía. Sin embargo, el consumo per cápita de energía eléctrica es considerado bajo en relación con los países de la región (1.159 kWh/año). Según datos del Banco Mundial (2019), en 2018 el sector residencial registró un consumo per cápita de 499 kWh, con un alza de 3,43% respecto de 2017 (La República, 2019). En comparación, el consumo per cápita en Ecuador fue de 1.376 kWh, en Chile 3.880 kWh, en Panamá 2.064 kWh, en España 5.356 kWh y en Suiza 7.520 kWh.

De acuerdo con los datos del DNP (2018b), el consumo de energía en el sector residencial se relaciona básicamente con la refrigeración, la iluminación, la climatización, el calentamiento de agua y la cocción de alimentos, siendo esta última la que ocupa el mayor porcentaje (46%).

Si bien es razonable pensar que cuanto mayor es el consumo de energía per cápita de un país mejor es su calidad de vida y mayor su desarrollo socioeconómico, a nivel mundial las políticas públicas de desarrollo y crecimiento se basan principalmente en la iniciativa de las Naciones Unidas “Energía Sostenible para Todos”, y en el capítulo 7.º de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que impulsan tres ambiciosas y oportunas metas: i) garantizar el acceso universal a los servicios energéticos modernos; ii) doblar el ritmo de la mejora en la eficiencia energética, y iii) duplicar la cuota de energía mundial suministrada por fuentes renovables. En otras palabras, desde el punto de vista del desarrollo sostenible el indicador de consumo de energía per cápita puede ser tomado también como un parámetro de alerta de la presión que ejerce la población sobre el medio ambiente (OLADE, 2017).

Si se tiene en cuenta que en América Latina el agua es la principal fuente de energía, que casi la mitad de la generación proviene de represas, y que en los últimos años la sequía ha sido acuciante en la región, resulta oportuno impulsar políticas de ahorro y consumo responsable mediante tecnologías alternativas que garanticen la provisión necesaria para la población y el desarrollo económico, y fomentar el consumo sostenible y responsable como cuestión prioritaria.

Servicios públicos y medio ambiente Tomo IV

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