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EL ÁMBITO ESCOLAR

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Por otro lado, está el ámbito escolar (como grupo secundario de socialización), en éste, es común que el profesorado interiorice los estereotipos dominantes y los reproduzca. Es a través del «currículum oculto»46 que la escuela reproduce valores, actitudes y conductas fomentando las relaciones jerárquicas de género, donde las mujeres constituyen el grupo socialmente subordinado.47 Es así que «las escuelas no son [sólo] agencias socializadoras; [también] son agencias colonizadoras».48

Es por esto ciertas actividades son monopolizadas por un sexo; por ejemplo, a las chicas comúnmente no se les da la misma formación en las áreas de mecánica, física y matemáticas como a los chicos. Mientras que éstos últimos no aspiran a realizar roles de «cuidador» o a profesiones consideradas como femeninas, pues son vistas como inferiores.49

Asimismo se generan características supuestas como «masculinas», tales como la despreocupación, la tendencia a infringir las normas, resolver problemas matemáticos, la competencia, el trabajo físico y la actitud territorial. La actitud territorial (dominante) por parte de los chicos, es tanto en el aula como en el patio de recreo, no sólo compiten por el espacio, también lo hacen por la atención del profesor/a en una constante lucha de poder. Matizado por sus «osadías» y «peleas», asimilando su identidad masculina con la imagen de un cuasi-héroe.50

Empero, también es una realidad que ser hombre y estar en el ámbito escolar no es sencillo, ya que la escuela es un «campo de prueba» para demostrar cuán masculinos son. Bajo una fachada (agresiva y temperamental), negando todo aquello que pudiera estar relacionado con lo femenino (dolor, emotividad, delicadeza).51 Puesto que para hacer valer su identidad masculina los chicos deberán afianzarse en tres pilares: 1) que no son una mujer, 2) que no son un bebé y 3) que no son homosexuales.52

Entre tanto, los varones que no se ajustan al canon suelen ser objeto de acoso, burla y hasta de violencia (física y verbal) por parte de otros chicos, ya que éstos últimos aprovecharán cualquier ocasión para confirmar sus cualidades «masculinas» (superiores), frente a la vulnerabilidad del otro, con un lenguaje homofóbico, empleando calificativos como el de «cobarde», «nenita», «marica» o «afeminado».53

Perspectivas actuales del feminicidio en México

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