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Otras danzas en Tonalá

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En Tonalá, durante la primera mitad del siglo XX, además de la danza de los tastoanes, se representaba una llamada de corrido, que organizaba la familia García;18 además la de los viejitos, y la de los negritos, que perdura hasta nuestros días y se presenta el 3 de mayo en las fiestas de las Cruces.

En 1970, Jesús Delgado estuvo al frente de la danza de los negritos; todos los participantes portaban máscara, que él mismo les hacía. Cuenta que cuando tomó el cargo hizo veinticinco para la danza y se las vendió a diez centavos en abonos. El año siguiente el número aumentó a cincuenta participantes y les hizo una a cada uno de ellos, pero nunca se las pagaron; incidente que no le afectó porque le agradaba ver salir bien vestidos a los participantes y para él es un gusto apoyar la conservación de esta danza.19

La danza de los negritos todavía es parte de la fiesta de las Cruces. Hay algunas crucitas, como la Alberca, la Higuera y la Cruz Blanca, que no quieren que participen en ellas; los muchachos usan ahora máscaras sintéticas o de cualquier tipo, como de personajes artísticos o políticos, otros se visten con ropaje de mujer y se acompañan con música de banda. Aunque esta tradición se resiste a desaparecer, tiende a extinguirse; y es que la danza se realizaba en espacios abiertos como traspatios o corrales y casi siempre en las calles, que han sido invadidas por comercios y automóviles.

La danza de los viejitos es una festividad que se realiza el martes de carnaval como preparación para iniciar la penitencia cuaresmal. Se cuenta que tuvo su origen en las haciendas. Esta escenificación tiene que ver con sucesos jocosos que ocurrieron a fines del siglo XIX y parte del XX, cuando algunos hacendados hacían sus bailes a hurtadillas y llevaban una o más mujeres a la casa grande y bailaban todos los viejitos con ellas. Aunque los señores tenían la precaución de darles el día libre a sus trabajadores para hacer de las suyas, siempre hubo personas que no se retiraron del todo y podían observar lo que hacían los patrones. Así fue como los trabajadores de la hacienda de Arroyo de Enmedio comenzaron a imitar a los viejos de la hacienda.20

También se cuenta que mientras los hacendados tenían su reunión, los trabajadores tenían la suya, en la que hacían su danza y los imitaban. Ridiculizaban en cierta forma los bailes de los patrones con las damas que llevaban a la hacienda.

En una ocasión, uno de los patrones se acercó a donde estaban los trabajadores y observó cómo pasaban largos ratos ejecutando su danza de manera muy divertida. A partir de entonces se montó un buen espectáculo para entretener a los señores; él mismo los mandó llamar para que lo presentaran a sus invitados. Se dice que después esta misma danza, ejecutada por los trabajadores de la hacienda, se hacía en el pueblo para diversión de la gente.

Todavía en el siglo XX, en la década de los años treinta, se hacían unos jacalitos de zacate cerca del pozo de la Alberca. Ahí las mujeres preparaban comida para toda la gente y en el momento esperado llegaban los hombres a quemar los jacales. Después de hacer esta travesura se iban a la orilla del pueblo a hacer la entrada por la calle de Juárez y dar inicio a la danza de los viejitos.21

La ropa que usaban comúnmente los campesinos y alfareros de Tonalá en el siglo XIX y parte del XX es el mismo ajuar que han venido usando los personajes de la danza de los viejitos. Traen camisa y calzón de manta con una faja azul de algodón ceñida a la cintura, les cubre el rostro una máscara de barro con cara de anciano; traen un paño rojo en la cabeza, un sombrero de soyate y calzan huaraches con capullos de mariposa, que llenan de piedrecillas de hormiguero para que suenen al momento de zapatear. Los viejitos se sostienen con un bastón de carrizo que se conoce como mulita.

Los viejitos son acompañados por las viejitas, que se cubren el rostro con una máscara. Traen por lo general sus cabellos trenzados; pero si se viste un hombre de viejita, como tradicionalmente se hacía, se pone peluca; trae blusa y enaguas largas, un vistoso rebozo y calza huaraches.

La música de la danza de los viejitos se toca con un violín y una vihuela; los sones que amenizan el baile son alegres y se repiten cuantas veces sea necesario hasta que todos los viejitos bailan con la viejita; es decir, el hombre que se viste de mujer. Los sones de El carretero, Éntrale en ayunas y La loba son exclusivos para los viejitos.

Los viejitos, que siempre se han hecho el martes de carnaval, tuvieron continuidad hasta 1994.22 En 1997 se organizaron para presentarse en el museo Tonallan, y en 2008 Jesús Delgado obtuvo el respaldo del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC) para reforzar un grupo de niños al que le nombró Danza de los Viejitos del Martes de Carnaval del Tercer Cuartel de Tonalá. Actualmente participan en el carnaval de cada año y en festejos o exhibiciones especiales. Con la buena voluntad y el esfuerzo de su dirigente, la existencia de la danza de los viejitos va para largo.

En Tonalá existen otras danzas, como la de los sonajeros, dirigida por Martín de la Cruz, y la danza de conquista, que participan en la fiesta de las Cruces en unas y otras capillas; los partícipes visten trajes vistosos similares a que llevan los danzantes que van a la romería de la Virgen de Zapopan.


Relieve del apóstol Santiago a caballo. Motivo del arco de la antigua capilla abierta de Tonalá, construida en el siglo XVI (2010). Foto de Honoria Hurtado.

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