Читать книгу Otra más - María Patricia Cordella Masini - Страница 5

Uno

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Se hacía de noche. La llovizna fina enterraba el sol del atardecer.

Un griterío creciente sorprendió a los que festejaban la Independencia nacional en esa feria. El alboroto se hacía alarmante, la turba descendía despavorida. Cientos de personas escapaban de algo, no se sabía de qué. La estampida levantaba una polvareda que confundía la visión. El tumulto crecía. El polvo, la oscuridad del atardecer. Los gritos. Nombres propios repetidos una y otra vez.

Estaba obscuro y la llovizna fina se transformaba en bruma densa.

Un hombre aferrado al manubrio de su camión apretaba el acelerador con fuerza. Descendía zigzagueando por la ladera del cerro y la velocidad aumentaba con la pendiente. La bocina no funcionaba. El camión avanzaba, se desencajaba acelerado. El copiloto intentaba cobrar una antigua deuda que el chofer se negaba a saldar. Se trenza una gresca entre ellos. Manotazos van y vienen. La furia empaña los vidrios, disloca la caja de cambios, afloja los viejos frenos. Van ebrios y ya ciegos. El chofer lanza fuera del camión al que era su compadre. El vehículo se deja llevar por la fuerza de gravedad que dirige el curso de los hechos, la gravedad de los hechos.

El camión seguía en su curso errático y entonces fue el chofer quien asustado saltó fuera de la cabina justo antes que la mole rodara sin dirección. El vehículo tomaba así a los festejantes y los tiraba lejos o los aplastaba a su paso. Muchos alcanzaron a correr. Otros se refugiaron en los locales. Algunos, lejos de allí, no se dieron por enterados. Una amplia grieta en la tierra, húmeda por la lluvia, logró parar la estampida.

El chofer se dio a la fuga.

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