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2. Las formas de distribución de la población

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Este vasto territorio cuenta con alrededor de 45 millones de habitantes, lo que coloca a la Argentina en el puesto 32.º entre los países más poblados del mundo y en el cuarto en América Latina. Uno de los rasgos demográficos más destacados del país es la desigual distribución de la población en el territorio nacional, fenómeno que puede observarse en la distribución absoluta de la población por departamento (figura 3), y en la representación de las provincias en forma proporcional a la cantidad de habitantes (figura 4). Las mayores concentraciones de población se localizan en la región pampeana, especialmente en el eje La Plata-Buenos Aires-Rosario-Córdoba y en las principales ciudades regionales y provinciales (figura 5). El resto del territorio presenta una población muy escasa y centros urbanos de diferentes tamaños ligados mayormente a la prestación de servicios para las zonas rurales.

Figura 3. Población de la Argentina por provincia


Fuente: Indec, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.

Figura 4. Mapa isomórfico de la población argentina


Fuente: elaboración propia basada en información del Indec, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.

Figura 5. Red urbana de la Argentina


Fuente: Indec, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.

El otro elemento demográfico característico de la Argentina es la alta tasa de urbanización, según los criterios adoptados por el Indec. En efecto, oficialmente en la Argentina se define como urbana a la población que habita en localidades de más de 2.000 habitantes; bajo ese criterio, el 92% de la población total de la Argentina es urbana. Mientras el 50% de la población vive en ciudades de más de 500.000 habitantes, solo el 8% habita en pueblos de menos de 2.000 habitantes o dispersos en el campo (alrededor de 3,5 millones de habitantes). Según se desprende de estas cifras, la Argentina tiene tasas de urbanización muy superiores al promedio mundial (aproximadamente, el 54%), lo que la convierte en el país más urbanizado de América del Sur. Si nos atenemos a este criterio oficial, de base demográfica, la Argentina es un país urbano o, en su defecto, un país muy poco rural.

No obstante, si se adoptan criterios más amplios, tal como lo planteamos en este libro, podemos afirmar que la Argentina es un país mucho más rural de lo que señalan las estadísticas oficiales de población, sea por el tipo de espacios predominantes, por las formas de vida, por las formas de relación con la naturaleza y con el campo en general. Sin embargo, es muy difícil validar en términos cuantitativos esta afirmación ya que el país no cuenta con criterios y métodos de clasificación territorial que permitan dar cuenta de la gran diversidad de tipos de territorios rurales, tal como lo han hecho otros países y muy especialmente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).2 No obstante, y en un intento de simplificación y a los efectos de este trabajo, planteamos dos escenarios alternativos de definición de lo rural, complementarios al escenario demográfico oficial, que ubica a la Argentina como un país netamente urbano.

Un escenario alternativo plantea que si se considera como rural tanto a la población que vive en forma dispersa en el campo como a la que habita en localidades de hasta 10.000 habitantes ubicadas en un contexto rural, cuyas economías y dinámicas se vinculan con la producción primaria, y las industrias y servicios asociados a ellas, y en un estrecho contacto con la naturaleza, la población rural llegaría a los 6,5 millones de habitantes (el 16% de la población total). La adopción de este criterio permite incorporar un conjunto importante de localidades (pueblos y pequeñas ciudades según los criterios del Indec) que son claves en la organización y la dinámica de los territorios rurales.

Otro escenario alternativo podría plantear un criterio más amplio aún, incorporando a las ciudades de aproximadamente hasta 30.000 habitantes como parte integrante del mundo rural. Esta incorporación se justifica pues estas pequeñas ciudades mantienen una relación directa con el medio rural, por el tipo de economía que desarrollan, por su rol de prestación de servicios y por las formas de relación cotidiana con lo rural. Ejemplos claros de este tipo de localidades son Coronel Suárez (Buenos Aires), Avellaneda y Las Parejas (Santa Fe), General Alvear (Mendoza), Mercedes (Corrientes), Las Lomitas (Formosa), Quitilipi (Chaco), Esquel (Chubut), General Acha y Realicó (La Pampa), Santa María (Catamarca), Rosario de la Frontera (Salta), Marcos Juárez (Córdoba), entre muchas otras más. Bajo este criterio más amplio, y más cercano a las nuevas propuestas internacionales, la población rural de la Argentina alcanzaría un poco más de 11 millones de habitantes (aproximadamente el 30% de la población total).

Sin abandonar totalmente el criterio demográfico, pero con una mirada más amplia de la realidad territorial, se puede revertir entonces esta idea de que la Argentina es un país urbano, y reconocer que se trata de un país mucho más rural de lo que las estadísticas oficiales plantean. Nuevas estrategias de definición y clasificación territorial, similares a las planteadas por la OCDE, y que tengan en cuenta la nueva relación campo-ciudad, permitirían mejorar este enfoque, dando cuenta de la complejidad territorial de la Argentina.

Por un futuro rural

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