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Las manos de Lucy

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En 1974 el paleontólogo estadounidense Donald Johanson descubrió en Etiopía el primer esqueleto casi completo de un homínido que vivió en el África oriental hace entre 3 y 4 millones de años. La nueva especie fue bautizada con el nombre de Australopitecus afarensis, y el esqueleto, perteneciente a una hembra, recibió el nombre de Lucy. Posteriormente se descubrieron fósiles de alguna especie aun más antigua. Sin embargo, la australopitecina Lucy es uno de los homínidos primitivos más completos hallados hasta el momento. Como el resto de su grupo familiar, era pequeña; a juzgar por su cráneo, tenía un cerebro similar en tamaño al de los simios, y caminaba en forma erecta. Tanto por la estructura de su pelvis y huesos de las extremidades inferiores, no hay duda de que era bípeda.

Mary Marzke, antropóloga estadounidense contemporánea, ha estudiado detenidamente los huesos de la mano y la muñeca de Lucy y ello le ha permitido inferir los aspectos funcionales y sus capacidades potenciales.12

Lucy no podía tocar el anular y meñique con la punta del pulgar.

Tampoco podía, como los otros primates, flexionar los dedos de la mano del lado del meñique hacia la base del pulgar. Cada vez que tomamos el mango de un martillo, un maletín, un palo de golf o una raqueta de tenis y los balanceamos, hacemos este movimiento sin experimentar asombro alguno.

El pulgar de Lucy era casi tan largo como en los humanos actuales.

El pulgar de Lucy era oponible a la mano…

… aunque de manera incompleta.

Lucy podía hacer con su mano como una pinza de tres puntos, con el pulgar, el índice y el dedo mayor (lo que antes se describió como “agarre de precisión”, aunque no completo). Esto le permitía el agarre, la retención y manipulación de una gran variedad de objetos de diferentes tamaños y formas, aun irregulares como las piedras.

Bajo esa modalidad, sus manos podían hacer un control fino de los objetos sostenidos entre el pulgar y las puntas de los dedos índice y mayor.

Podía sostener piedras dentro de su mano y golpear repetidamente sobre otros objetos duros (nueces, por ejemplo), o cavar buscando raíces. Esto era posible porque su mano poseía una estructura diferente de la de otros primates. Uno de los rasgos más notables es el de las articulaciones conjuntas en la base del pulgar, el índice y el dedo mayor, y en los cambios en el tamaño y la orientación de las articulaciones de los huesos de la muñeca cercanas a esos dedos, lo que permitía una rotación de ellos. Esto también le permitía absorber o amortiguar el efecto de los golpes, evitando daños y heridas. Los cambios correspondientes en los ligamentos sugieren que Lucy tenía la capacidad de realizar largas tareas de percusión usando pequeñas piedras.

Finalmente, podía realizar lanzamientos en dirección arriba-abajo, con el brazo levantado.

Como se ha dicho antes, por la conformación de la pelvis y las piernas se sabe que su postura natural, no ocasional, era bípeda.

Sin embargo, sus piernas no eran muy largas y probablemente no podía correr más rápido que otros primates.

El cambio en la estructura corporal (especialmente el desarrollo de los glúteos) probablemente fue de gran valor para la sobrevivencia y sugiere que Lucy estaba en condiciones no sólo de golpear y machacar piedras, sino también de lanzarlas con precisión y rapidez. Los chimpancés pueden y de hecho lanzan piedras, principalmente con el fin de alertar o agredir. Casi siempre las lanzan en dirección abajo-arriba (por abajo) porque no pueden usar la rotación de caderas para orientar el torso al balancear el brazo. Lucy no tenía esta limitación. Ella podía lanzar por arriba porque su hombro podía realizar una pendulación completa (incluyendo levantar el antebrazo); su mano podía realizar el agarre de precisión (imperfecto, como hemos señalado antes) y su pelvis y musculatura le habría permitido el movimiento de vaivén del eje total del cuerpo para girar y lanzar.

Marzke concluye que las manos de Lucy eran casi modernas; casi

¡Arriba las manos!

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