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Golpear, aporrear y lanzar

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¿Hizo el ejercicio de contar los movimientos de sus manos en una noche de insomnio? Seguramente se durmió antes de lo imaginado.

El médico, paleoantropólogo y experto en primates John Russell Napier (Reino Unido, 1917-1987) permaneció bien despierto e investigó los movimientos de las manos consideradas en su totalidad. Distinguió entre movimientos prensiles (de agarre) y no prensiles (que no implican agarre, sino sólo empuje, elevación, sea con la mano entera o con algún dedo en particular). Se dedicó a estudiar los prensiles y descubrió que hay dos movimientos básicos a partir de los cuales se despliegan todos los demás: 1) agarre de precisión, y 2) agarre de fuerza (figura 6).13

En el primer movimiento, el de agarre de precisión, el objeto es tomado entre los flexores de los dedos y el pulgar, permitiendo un agarre firme y mayor precisión en caso de arrojar el objeto. En el segundo, el de agarre de fuerza, los dedos y la palma son parcialmente flexionados mientras el pulgar hace contrapresión. De este modo se impide que el objeto se escape de la mano, permite golpear evitando el eventual daño del impacto. Estos dos tipos de agarre también se han llamado “de bola” y “de cilindro”, en asociación directa con cierto tipo de objeto y no con la función del movimiento.


6. Agarre de fuerza (izquierda) y agarre de precisión (derecha).

Napier concluyó que estos dos tipos de agarres fundamentales subyacen en todas las variaciones y habrían posibilitado tanto las acciones de defensa y ataque (golpes, aporreos, arrojo de piedras, etc.) como también la fabricación de herramientas.

Así, las acciones de golpear, aporrear y lanzar, que hoy nos pasan en general inadvertidas, podrían ser consideradas como la primera especialización de las manos, y este comportamiento habría aumentado las posibilidades de sobrevida y reproducción. Los movimientos de la muñeca en los humanos, que exceden ampliamente las capacidades de la muñeca de los chimpancés, también muestran cambios que pueden ser explicados como adaptaciones para golpear y tirar.

Los registros fósiles indican que la adaptación para golpear y lanzar comenzaron a influir en la estructura de la mano en el mismo origen o muy cerca de él, y continuaron por millones de años. Durante este prolongado período de la evolución, la mano habría vivido una profunda remodelación que mejoró las posibilidades de agarre, lanzamiento y resistencia frente a un impacto violento.

Las herramientas de piedra más antiguas halladas hasta ahora datan de apenas 2,6 millones de años, mientras que manos como las del Australopithecus afarensis, como Lucy, muy similares a las modernas, corresponden a 3,2 millones de años. Esto fortalece la idea de que las acciones de golpear, aporrear y lanzar, que le pueden ser adjudicadas, antecedieron en muchos millones de años al uso y la creación de herramientas.

¡Arriba las manos!

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