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Ezequiel 28:11 al 17
ОглавлениеEste pasaje de Ezequiel y el siguiente de Isaías tienen varias cosas en común. Por ejemplo, aunque entendemos que Ezequiel e Isaías describen a Lucifer en estos versículos, ambos están en el contexto de endechas proferidas por los respectivos profetas contra dos de los reyes más conocidos de su época. Ezequiel reprendió al rey de Tiro, e Isaías reprendió al rey de Babilonia.
El lamento de Ezequiel contra el rey de Tiro comienza con las siguientes palabras: “Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios” (Eze. 28:2).
No hay nada particularmente inusual en que un rey terrenal se considere divino; los faraones y los césares también hicieron esta afirmación. Sin embargo, los versículos 11 al 19 describen a un ser que es mucho más que un monarca terrenal. Acerca de las palabras de Ezequiel, el Comentario bíblico adventista afirma: “Aunque son una endecha por el rey de Tiro, sin duda tienen una aplicación más amplia que la que se hace directamente al príncipe de Tiro. Las figuras trascienden tan ampliamente una aplicación tan limitada, que ni siquiera la suposición de que este pasaje sea ‘extremadamente irónico’ puede resolver los problemas que surgen si solo se le da una aplicación local [...]
“Por esto es más adecuado considerar este pasaje como una digresión de la profecía contra el príncipe de Tiro, para presentar la historia del que era en verdad el rey de Tiro: Satanás mismo. Si se entiende así, este pasaje nos proporciona la historia del origen, la posición inicial y la caída del ángel que más tarde llegó a conocerse como el diablo y Satanás. Si no fuera por este pasaje y el que se encuentra en Isaías 14:12 al 14, no tendríamos ningún relato razonablemente completo del origen, de la condición inicial y de las causas de la caída del príncipe del mal”.15
Examinemos Ezequiel 28:11 al 19. El pasaje se divide en dos partes. Los versículos 11 al 15a describen a Lucifer en el cielo antes de su caída16 y los versículos 15b al 19 describen su caída.
Lucifer en el cielo antes de su caída. El pasaje comienza con las palabras de Ezequiel: “vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor” (vers. 11, 12).
Ezequiel continúa luego citando lo que Dios dijo. Su primera declaración es que el rey de Tiro fue “el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura” (vers. 12). La descripción del rey de Tiro como “sello de la perfección” parece un poco extravagante para un rey terrenal; aun para Salomón durante los inicios de su reinado, aunque se podría haber dicho que Salomón fue “lleno de sabiduría y acabado de hermosura”, solo que todos estos comentarios se aplicarían a Lucifer antes de su caída.
En la primera parte del versículo 13, Ezequiel dijo: “En Edén, en el huerto de Dios estuviste”. Esta es una pista definitiva que Ezequiel está describiendo más que un rey terrenal. El Edén no había existido en la tierra por miles de años antes de la época de Ezequiel, así que sería imposible para el rey de Tiro haber estado allí. Y el único registro bíblico de que Lucifer estuvo en el Edén es después de su caída, cuando ya se había convertido en Satanás, la serpiente. ¿Cómo podría decirse que Lucifer en el cielo estaba “en [el] Edén, el huerto de Dios”? El Comentario bíblico adventista señala que, aquí, la palabra Edén “debe ser tomada en su sentido más amplio como la presencia de Dios”.17 Dado todo lo que se dice acerca de Lucifer en los versículos 11 al 15, esto parece una conclusión razonable.
La segunda parte del versículo 13 describe el adorno de Lucifer: “De toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación”. ¡Evidentemente Lucifer fue un ángel muy hermoso!
El versículo 14 hace tres afirmaciones que solo se pueden aplicar a Lucifer antes de su caída, y no al rey de Tiro. En la primera declaración, Dios dijo: “Tú, querubín grande, protector”; luego, en la segunda parte dice: “yo te puse en el santo monte de Dios”, y en la tercera parte: “En medio de las piedras de fuego te paseabas”.
Comencemos con “Tú, querubín grande, protector”. ¿Qué nos dicen estas palabras?
Cuando Dios le dio a Moisés las instrucciones para construir el santuario del desierto, le dijo que colocara dos querubines de oro, uno frente al otro en el propiciatorio que cubría la parte superior del arca del pacto (Éxo. 25:17-20). Esta arca representaba el trono de Dios en el cielo. De hecho, la propia presencia de Dios, a veces llamada la Shekinah,18 aparecía entre los dos querubines. Así que la declaración de Ezequiel, de que Dios había ordenado a Lucifer como querubín guardián, significa que Lucifer estaba en la presencia de Dios en el cielo, y sin duda cerca de su trono. Obviamente, no podría decirse esto del rey terrenal Tiro.
Luego, Ezequiel dijo que Lucifer había estado “en el santo monte de Dios” (vers. 14). En el Antiguo Testamento, el Monte Sion es el mismo Monte Moriah donde Abraham ofreció a su hijo Isaac como sacrificio. También es el monte sobre el cual se construyeron los templos, tanto por Salomón como por los judíos después de su regreso de Babilonia. Sin embargo, Ezequiel no estaba diciendo que Lucifer había estado en el monte terrenal de Sion. El “santo monte de Dios” sobre el cual Lucifer había estado era la “montaña” en el cielo donde se encuentra el trono de Dios.19
¿Qué hay de las “piedras de fuego” sobre las cuales caminó Lucifer? En la visión del trono de Dios que Daniel describe en el capítulo 7, versículos 9 y 10, dijo que “un río de fuego procedía y salía de delante de él [Dios, el anciano de días]” (vers. 10). Juan, escribiendo en Apocalipsis, vio un “mar de vidrio mezclado con fuego”, y junto al mar estaban “los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre” (Apoc. 15:2). Juan vio este mismo mar de vidrio en su visión registrada en Apocalipsis 4:6, y dijo que estaba “delante del trono”. Por lo tanto, ya sea un río de fuego, un mar de fuego, o piedras de fuego, es obvio que el trono de Dios tiene fuego delante y quizás alrededor de él. Ezequiel y Apocalipsis también nos dicen que los seres creados pueden pararse y caminar sobre ese fuego. Y Ezequiel nos informa que Lucifer es uno de los que se paró en la presencia de Dios y caminó sobre el fuego.
En Ezequiel 28:15, el profeta nos da otra importante pieza de información acerca de Lucifer. La Nueva Versión Internacional dice de Lucifer: “desde el día en que fuiste creado tu conducta fue irreprochable, hasta que la maldad halló cabida en ti” (énfasis añadido). Las versiones Reina-Valera 1960 y la Reina-Valera Contemporánea dicen que Lucifer era perfecto en todos sus caminos. Algunas personas se preguntan por qué Dios creó al diablo. Él no lo hizo; él creó un ser perfecto. Fue solo algún tiempo después que el pecado fue encontrado en él. Lucifer creó su propio pecado por las decisiones que tomó como individuo con la libertad de elegir, incluyendo la libertad de tomar decisiones morales equivocadas.
Nota también que Lucifer fue perfecto desde el día en que fue creado. Si bien es cierto que cada persona en la Tierra es un ser creado, normalmente no hablamos de que las personas son creadas, excepto Adán y Eva. Desde Caín y Abel hasta el presente, han nacido seres humanos. Sin embargo, Ezequiel dijo que Lucifer fue creado. Hasta donde sabemos, los ángeles no tienen nuestra capacidad reproductiva humana, lo cual significa que Dios creó a cada uno de ellos individualmente. Así que, la declaración de Ezequiel de que Lucifer fue creado es evidencia significativa de que estaba hablando de algo más que del rey de Tiro, que nació. Nótese también que Ezequiel dijo que este querubín guardián era irreprochable, es decir, perfecto. Esto difícilmente podría haberse dicho sobre el rey de Tiro.