Читать книгу Camino al Armagedón - Marvin Moore - Страница 24
Dios interviene
ОглавлениеEl celoso desafío de Lucifer a la posición y la autoridad de Cristo finalmente se desarrolló hasta el punto de que Dios el Padre intervino para aclarar quién es Cristo realmente. “El Rey del universo convocó a las huestes celestiales a comparecer ante él, con el fin de que en su presencia él pudiese manifestar cuál era la verdadera posición de su Hijo y mostrar cuál era la relación que él mantenía con todos los seres creados [...]. Alrededor del trono se congregaron los santos ángeles, una vasta e innumerable muchedumbre”.36
No tenemos idea de cómo es el salón del Trono de Dios, pero debe ser enorme, porque Daniel vio “millares de millares” y “millones de millones” reunidos ante el Trono de Dios (Dan. 7:10; ver también Apoc. 5:11). “Ante los habitantes del cielo reunidos, el Rey declaró que ninguno, excepto Cristo, el Unigénito de Dios, podía penetrar plenamente en sus designios, y que a este le estaba encomendada la ejecución de los grandes propósitos de su voluntad. El Hijo de Dios había forjado la voluntad del Padre en la creación de todas las huestes del cielo, y a él, así como a Dios, debían ellas tributar homenaje y lealtad”.37
Imagina que tú eres Lucifer escuchando estas palabras mientras estás de pie entre esa enorme reunión de ángeles. Has desafiado la posición de Cristo y has reclamado igualdad con él. ¿Cómo te sentirías? ¿Qué estaría pasando por tu mente? “Los ángeles reconocieron gozosamente la supremacía de Cristo y, postrándose ante él, le rindieron su amor y adoración. Lucifer se inclinó con ellos, pero en su corazón se libraba un extraño y feroz conflicto. La verdad, la justicia y la lealtad luchaban contra los celos y la envidia”.38 Ponte en el lugar de Lucifer por un momento. Aquellos cuya lealtad habías buscado están dando su lealtad sincera a tu enemigo. Sin embargo, Dios el Padre ha hablado. Él ha revelado quién es realmente Miguel, de quien tú habías pensado todo este tiempo que era simplemente otro ángel como tú. Y te enfrentas a una elección: creer en Dios Padre o seguir tus propios instintos.
¿Alguna vez has experimentado un conflicto como ese, en el que tus deseos te arrastran hacia un lado, y la voluntad revelada de Dios te arrastra hacia otro? La respuesta es ¡por supuesto! Todos lo hemos vivido, si tomamos en serio nuestra relación con Dios y con Cristo. ¡Podemos entender exactamente lo que estaba pasando por la mente de Lucifer!
Elena de White continuó escribiendo que “la influencia de los santos ángeles pareció por algún tiempo arrastrarlo con ellos [a Lucifer]. Mientras en melodiosos acentos se elevaban himnos de alabanza cantados por millares de alegres voces, el espíritu del mal parecía vencido; indecible amor conmovía su ser entero; al igual que los inmaculados adoradores, su alma se hinchió de amor hacia el Padre y el Hijo”. Desafortunadamente, Lucifer otra vez “se llenó del orgullo de su propia gloria. Volvió a su deseo de supremacía, y una vez más dio cabida a su envidia de Cristo [...]. Él [Cristo] compartía los designios del Padre, mientras que Lucifer no participaba en los propósitos de Dios. ¿“Por qué -se preguntaba el poderoso ángel- debe Cristo tener la supremacía? ¿Por qué se le honra más que a mí?”39