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Capítulo 7 El reino de las tinieblas llega a la Tierra
ОглавлениеTengo un amigo al que llamaré David. David trabaja en una tienda de alimentos naturales en Caldwell, Idaho, donde vivo, y voy todos los meses. No es cristiano, pero le gusta discutir cuestiones religiosas. Así que, siempre que tengo un poco de tiempo extra y él no está ocupado con otros clientes, pasamos algún tiempo charlando. Durante una sesión reciente, la gran pregunta fue sobre el problema de Dios, el mal y el sufrimiento. Esta es sin duda la cuestión más apremiante en toda la teología cristiana. ¿Por qué Dios creó al diablo? ¿Y por qué tuvo que arrojarlo a nuestro planeta? Con todos los otros miles de millones, y tal vez billones, de planetas que deben existir en el universo, ¿por qué Dios tuvo que escoger el nuestro como la prisión de Satanás? ¿Por qué no puso a Satanás y a sus asociados rebeldes en algún planeta deshabitado donde pudieran consumir los años por sí mismos, en vez de sumir a nuestro mundo en más de seis mil años de agonía? David y yo charlamos durante veinte o treinta minutos, pero no pude darle una respuesta que lo satisficiera.
Lamentablemente, los escritores de la Biblia no respondieron a esta pregunta; en parte, sospecho, porque nunca se les habría ocurrido preguntarlo. No tenían idea de que el universo contiene miles de millones de galaxias y billones de estrellas, sistemas solares y planetas. Hoy sabemos esto, así que, tiene sentido para nosotros preguntarnos por qué Satanás y sus ángeles no fueron enviados a un planeta deshabitado. Creo que hay una muy buena respuesta a esa pregunta.
Comenzaré respondiendo con una cita del libro Primeros escritos, de Elena de White. “Pero cuando Dios dijo a su Hijo: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen’ (Gén. 1:26), Satanás sintió celos de Jesús. Deseaba que se lo consultase con respecto a la formación del hombre, y porque no fue consultado, se llenó de envidia, celos y odio”.71 Tendríamos que esperar la vida futura para estar seguros, pero sospecho que una de las razones por las cuales Dios echo a Satanás y a sus ángeles a nuestro mundo es que Satanás exigió ser enviado aquí, y Dios accedió a su petición. Estaba enojado porque lo dejaron fuera del plan para la creación de nuestro planeta, y quería vengarse al venir aquí y tomar lo que le pertenecía a Dios.
Por supuesto, Dios pudo haber negado tal petición. Después de todo, ¿por qué querría poner en peligro su preciosa nueva creación de seres humanos? En nuestro mundo, protegemos nuestras obras de arte. Tenemos leyes de derechos de autor que impiden que otros se apropien de nuestros escritos y obras de arte. En el caso de las obras muy valiosas, las colocamos en museos, y a veces incluso en vitrinas, donde la gente puede verlas, pero no tocarlas. Entonces, ¿por qué Dios no protegió a su nueva creación del ataque de Satanás?
En respuesta a esta pregunta, señalaré que el arte creativo de Dios al hacer a los seres humanos era muy diferente de los objetos inanimados que nosotros creamos. Él no podía protegerlos del conflicto entre el bien y el mal de la manera en que protegemos nuestras obras de arte sin violar una de las partes más preciosas de su “obra de arte”. Dios dio a la raza humana recién creada la misma inteligencia y libertad de elección que les había dado a los ángeles cuando los creó.
“Dios sabía que una rebelión [de Satanás] tan decidida no permanecería inactiva [...]. Procuraría destruir la felicidad de Adán y Eva. Trataría de incitarlos a la rebelión, con plena conciencia de que eso produciría tristeza en el Cielo”.72 Por extraño que pueda parecer, Satanás tuvo dificultades para tomar esa decisión. Solemos pensar en Satanás como un ser totalmente depravado que se deleita en infligir tanto dolor y sufrimiento a los seres humanos como sea posible, y no tengo ninguna duda de que es una evaluación correcta de él hoy en día. Sin embargo, nadie se vuelve totalmente perverso en una fracción de segundo. Aquellos que eligen seguir sus sentimientos rebeldes se transforman gradualmente en perversos. Durante las primeras etapas de su rebelión, Satanás no se degradó totalmente. Elena de White dijo que él todavía tenía suficiente conciencia en el momento en que fue echado del cielo para que se estremeciera “al pensar en sumergir a la santa y feliz pareja en la miseria y el remordimiento que él mismo debía soportar. Parecía indeciso: a veces, firme y resuelto; otras, dubitativo y vacilante”.73 A pesar de todo, tomó la decisión de desviar su hostilidad que tenía hacía Cristo, y se enfocó en Adán y Eva. Y tenía un par de razones interesantes para hacerlo.