Читать книгу Una historia popular del fútbol - Mickaël Correia - Страница 11

Оглавление

4

Las Munitionnettes


La epopeya de las primeras futbolistas británicas

«El fútbol es un juego adecuado para muchachas ásperas, pero poco indicado para chicos delicados.»

Oscar Wilde131

«Desde el punto de vista futbolístico, el partido fue un fiasco, a pesar de que algunas parecieran comprender el juego». Este fue el mordaz comentario del Glasgow Herald tras el primer partido internacional de fútbol femenino, que enfrentó el 9 de mayo de 1881 a Escocia e Inglaterra en el Easter Road Stadium de Edimburgo. El diario escocés prefiere concentrar su atención en la vestimenta de las futbolistas: «Las jóvenes, que debían tener entre 18 y 24 años, estaban muy bien vestidas. Las escocesas llevaban camisetas azules, pantalones cortos de color blanco, leotardos rojos, cinturón rojo, botas de tacón y una capucha azul y blanca. Sus hermanas inglesas vestían camisetas blanquiazules, leotardos azules y cinturón a juego, botas de tacón y una capucha blanca y roja».

Aunque en Carstairs, en el Lanarkshire, existen referencias a juegos de balón entre mujeres solteras y casadas que datan de 1628, y más tarde también en Inverness, en los Highlands, en el siglo xviii,132 en los años 1880 el fútbol moderno, codificado hacía apenas veinte años, era un asunto exclusivamente masculino. Mientras que el golf, el tenis o el hockey empiezan a ser practicados por las jóvenes de la élite burguesa como símbolo de distinción social,133 en el seno de la sociedad victoriana el fútbol sigue siendo un feudo exclusivamente masculino y sigue estando profundamente marcado por una estricta división de sexos.

Bajo el yugo de la dominación masculina

A finales del siglo xix, la condición femenina está estructurada por la institución del matrimonio, dentro del cual toda mujer, cuyos derechos jurídicos son similares a los de un niño, debe obediencia ciega a su esposo y está obligada someterse a su papel social de protectora del hogar. Las mujeres de la working class están reducidas desde su más tierna infancia a un estado de semiesclavitud, mientras que entre la burguesía el género femenino está obligado al aprendizaje en régimen de internado de los accomplishments —«artes recreativas» como el bordado, el canto o la acuarela— con el fin de convertirse en esposas respetables y buenas madres de familia. En cuanto al cuerpo femenino, es propiedad absoluta del marido y se considera como un verdadero santuario de pureza consagrado exclusivamente a la procreación. Esta desposesión del cuerpo femenino fruto del puritanismo victoriano redunda, entre otras cosas, en un código vestimentario extremadamente estricto, sobre todo dentro de la upper class, cuyas mujeres están obligadas a llevar pesados e incómodos miriñaques, unas amplias faldas que incluían una estructura de aros metálicos.

El comentario poco elogioso y la obsesión vestimentaria del Glasgow Herald a propósito de las futbolistas del partido Escocia-Inglaterra no son otra cosa que el reflejo de la desaprobación moral de la sociedad patriarcal británica hacia aquellas jóvenes mundanas que se entregaban a una práctica deportiva masculina y, lo que es peor, ante una multitud de hombres. Las jugadoras despiertan tal hostilidad que, para protegerse, utilizan nombres falsos. Por ejemplo, la militante sufragista Helen Matthews, organizadora de este torneo de fútbol y guardameta del equipo escocés, se hace llamar la «señora Graham».

Tan solo unos días después de este primer partido, los cinco mil espectadores de un segundo encuentro femenino Inglaterra-Escocia celebrado en Glasgow invaden el césped con gran alboroto, interrumpiendo así el trascurso del partido.

Hacia el final, unos bestias se introdujeron en el campo de juego, seguidos de otro centenar que empujó brutalmente a las jugadoras. Estas tuvieron que refugiarse en el ómnibus en el que habían venido —cuenta el Dunfermline Journal—, pero aún no lo habían visto todo, porque la muchedumbre empezó destruir los postes y a lanzarlos contra el vehículo en movimiento. De no haber sido por la presencia de la policía, habrían podido salir heridas.134

Unas semanas más tarde, el 20 de junio, con motivo de un Inglaterra-Escocia femenino en Mánchester, estallan nuevos disturbios en las gradas, poniendo una vez más en peligro a las temerarias futbolistas, blanco de la ira de la prensa británica, que promueve peligrosos excesos en los estadios al describirlas —como el Manchester Guardian— como una «curiosidad vulgar» y como mujeres «con atuendos tan feos como inapropiados».135 Estos pioneros intentos de Helen Matthews por impulsar el fútbol femenino son rápidamente suspendidos hasta mediados de los años 1890.

A finales de la década de 1880, el fútbol masculino se ha popularizado extraordinariamente entre la clase obrera y se ha profesionalizado gracias a la creación, en 1888, de la Football League, que atrae, ya desde su primera temporada, a más de seiscientos mil espectadores.136 En el mismo año se fundan los Polytechnic Clubs, clubes deportivos londinenses que proponen actividades de baloncesto, críquet y natación a los empleados de comercio y a los profesores de la capital. En las instituciones educativas para niñas, el esférico hace una tímida aparición en la Brighton High School for Girls, y también en el Girton College y en el Rodean College. Pero esta práctica es rápidamente prohibida por las instancias directivas, antes de que el British Medical Journal proclame, en diciembre de 1894, que «el fútbol debería ser proscrito [entre las mujeres] porque es peligroso para los órganos reproductores y para el pecho, debido a las brutales sacudidas, torsiones y golpes inherentes al juego».137 Por si esto no fuera suficientemente sexista, en el mismo año Robert Miles, conocido sportsman y eminente jugador de críquet del equipo de la Universidad de Oxford, declara que «la maternidad también es un deporte, el verdadero deporte de la mujer».138

Es en este pernicioso contexto socio-deportivo en el que se implanta, a finales de 1894, el primer club de fútbol femenino de la historia: el British Ladies’ Football Club, fundado por Nettie Honeyball, militante feminista cuyo verdadero nombre era Mary Hutson, y por Florence Dixie, escritora política, corresponsal de guerra e hija del marqués de Queensberry. Desde el primer momento, durante una entrevista concedida al Daily Sketch el 6 de febrero de 1895, la secretaria del club, Nettie Honeyball, manifiesta su intención militante.

El British Ladies’ Football Club no tiene nada de grotesco —afirma—. Fundé la asociación el año pasado con el firme propósito de probar al mundo que las mujeres no son esas criaturas «ornamentales» e «inútiles» que los hombres imaginan. Debo confesar que en lo que concierne a los temas en los que sigue imperando la división de sexos, todas mis convicciones se inclinan del lado de la emancipación y espero con impaciencia el momento en el que las mujeres estarán presentes en el Parlamento para hacer oír su voz en todos los asuntos que les atañen.

El 23 de marzo de 1895, en el Crouch End de Hornsey, al norte de Londres, el British Ladies’ Football Club organiza su primer partido, en el que se enfrentan un equipo del norte de Gran Bretaña — en el que juega la pionera escocesa Helen «señora Graham» Matthews — y un equipo del sur. Aunque el partido logra reunir a diez mil espectadores, el acontecimiento concita casi unánimemente las iras de la prensa.139 «Está claro que, a los ojos de todos, las chicas son totalmente incapaces de dedicarse a la práctica brutal del fútbol —proclama el semanario Sketch el 27 de marzo—. Como juego al aire libre, no es recomendable, y como espectáculo público es deplorable». Los pantalones bombachos que llevan las ladies en el terreno de juego son, por su parte, considerados nuevamente como el símbolo de una cierta depravación moral. La exhortación a la «feminidad», que aparece en todas las crónicas, viene acompañada por el interés creciente por una joven futbolista de catorce años, la señorita Nellie Gilbert, a la que los periodistas apodan «Tommy». «Su aspecto físico provocó carcajadas, más por su estatura y sus aires de chico que por cualquier otra razón —pormenoriza el diario londinense Pall Mall Gazette el 25 de marzo de 1895—. Para empezar, parecía ridículamente bajita para participar en un partido de fútbol. Además, tenía un físico de muchacho y corría como los niños, que pueden correr muy de prisa a la edad de diez años». Poco a poco, a medida que transcurren los partidos, comienza a ser considerada unánimemente como la mejor jugadora del British Ladies’ Football Club, aunque los medios de comunicación insistieran machaconamente en recalcar la ambigüedad de género de la señorita Nellie Gilbert. «Él (o ella) corría por todo el terreno como un potrillo, perseguía la pelota de un lado a otro del campo, se apoderaba del balón con decisión —escribe el Paisley and Renfrewshire Gazette—. Él (o ella) estaba permanentemente alerta, y se mostraba ágil y vivaz».140

Más de ciento cincuenta partidos se suceden entre 1895 y 1897, atrayendo a miles espectadores,141 pero a pesar de su popularidad deportiva las futbolistas son la encarnación de la angustia masculina ante un posible cuestionamiento de la jerarquía sexual. Esta focalización sobre el peligro moral que representa el fútbol femenino se exacerba aún más por el hecho de que la familia de Florence Dixie, presidenta del British Ladies’ Football Club, se encuentra por entonces en pleno centro de un escándalo nacional. En efecto, en 1895 su hermano había acusado públicamente de homosexualidad al novelista Oscar Wilde —este último mantenía una relación amorosa con Alfred Douglas, sobrino de Florence Dixie—, lo que le costó al dramaturgo, tras un proceso muy sonado, dos años de prisión.

Cargado con una escabrosa reputación por haber ganado partidos contra equipos masculinos y también por haber fichado a una futbolista negra, Emma Clarke, el British Ladies’ Football Club, hundido financieramente, desapareció del terreno de juego durante cerca de seis años. Pero después de que, en octubre de 1902, la federación inglesa de fútbol prohibiera expresamente a todos sus afiliados competir contra mujeres, el British Ladies’ Football Club reaparece, insolente, para jugar tres partidos contra escuadras masculinas. En su última competición oficial, el 2 de mayo de 1903, se enfrentan a los jugadores de Biggleswade, en Bedfordshire. Habiendo vencido por tres goles a uno, el acta del partido de este último encuentro indica que las ladies del fútbol estaban capitaneadas por una tal señorita Nellie Gilbert…

De las cadenas de montaje a la cancha

Aunque 1903 marca el fin de la aventura futbolística de las pioneras del esférico, también marca el nacimiento de la Women’s Social and Political Union, auspiciada por Emmeline Pankhurst, personaje clave del movimiento sufragista. Manifestaciones clandestinas, huelgas de hambre, sabotaje de las líneas de comunicación o incluso paquetes bomba…, la lucha por el derecho al voto de las mujeres sacude enérgicamente el paisaje político de Gran Bretaña hasta la llegada de la primera guerra mundial.

Aun así, habrá que esperar a que Inglaterra entre de lleno el conflicto mundial para que un viento de emancipación femenina sople sobre el fútbol inglés. En 1914, la organización industrial del país experimenta una completa reconfiguración. En nombre de los sacrificios de guerra, las fábricas siderúrgicas o textiles, reconvertidas en cadenas de montaje de armas, obuses y municiones, contratan a gran cantidad de mujeres procedentes de la working class, a fin de reemplazar la mano de obra masculina reclamada en el frente. En lo más duro de la guerra aproximadamente un millón de trabajadoras producen el 80 % del armamento militar británico; de ellas, setecientas mil trabajan en la industria de la munición.142 Apodadas «las Munitionnettes» o «los Canarios», a causa de sus rostros que el tnt ha vuelto amarillentos, estas jóvenes obreras sufren unas condiciones de trabajo físicamente agotadoras. Trabajan doce horas por día y la manipulación de explosivos las expone a frecuentes accidentes. No obstante, a partir del año 1915, el patronato industrial organiza en sus fábricas distintas actividades recreativas y deportivas con el fin de controlar a las trabajadoras, que podrían tener tendencia a ponerse en huelga o a emanciparse de todo límite patriarcal yendo al pub después el trabajo.

El esférico ya estaba profundamente arraigado en la cultura obrera de sus padres, hermanos o esposos, por lo que la práctica futbolística se gana con facilidad el corazón de una parte de las munitionnettes. Así sucede, por ejemplo, en la compañía Armstrong Whitworth & Co, que poseía fábricas en todo el norte Inglaterra: «El baile y la natación eran muy populares en todas las secciones de la fábrica, y casi todas las sucursales administraban con éxito un equipo de fútbol. […] Entre las actividades de ocio de las fábricas de munición, el desarrollo más impresionante fue quizá el del fútbol femenino».143 Implantado sobre todo en los condados de Lancashire y de Cumbria, así como en los suburbios industriales de Londres, el fútbol fabril femenino conoce un desarrollo fulgurante bajo la égida del paternalismo social de los dirigentes industriales. Entre 1915 y 1918, ven la luz más de ciento cincuenta equipos de munitionnettes.144 En la Navidad de 1916 se organiza una primera competición oficial en Dragley Beck, Lancashire, entre las atletas locales, las Ulverston Munitions Girls, y un equipo de la fábrica vecina. Unas semanas más tarde otro encuentro entre fábricas enfrenta a la formación de obreras de la Swansea National Shell Factory con las munitionnettes de Newport.

El primer ministro británico, David Lloyd George, anima a esas «valientes heroínas» a dar rienda suelta a su patriotismo practicando el fútbol en sus horas libres.145 El objetivo del Gobierno, que había establecido el reclutamiento militar en enero de 1916, era reforzar la imagen social de las obreras entregándose a un deporte nacional sano y fortalecedor, garante de su capacidad física para reemplazar a la mano de obra industrial masculina, que había sido movilizada masivamente al frente de guerra. Desde entonces, por iniciativa de superintendentes de fábricas y directoras de hospicios, se organizan numerosos partidos benéficos entre equipos de munitionnettes con el fin de recaudar fondos para las obras de guerra. El de 21 de abril de 1917, un partido entre las Carlisle Munition Girls y las Workington Munition Girls a beneficio del Cumberland Prisoners of War Fund atrae a unos cinco mil espectadores al Lonsdale Park de Workington, en el condado de Cumbria.146 En este condado se celebrarán en total unos cuarenta partidos de munitionnettes a lo largo del año 1917, cuyos beneficios se destinarán a los hospitales militares, al Soldiers’ Comforts Fund o a la Cruz Roja. «Quién hubiera podido imaginar, hace tan solo dos años, que las mujeres podrían jugar al fútbol. Pero los tiempos cambian y nosotros cambiamos con ellos —se regocija la gaceta fabril The Bombshell en junio de 1917—. En su firme esfuerzo por salvar a su país, las mujeres no solo se han echado sobre sus hombros la carga del trabajo masculino, sino que han adoptado también sus pasatiempos y entretenimientos».147

Mientras que el campeonato inglés de fútbol y la Copa de Inglaterra han quedado suspendidos hasta el final de las hostilidades, la dimensión benéfica de los partidos entre obreras obliga a las autoridades futbolísticas y a la prensa a mostrarse indulgentes con estos equipos femeninos, percibidos por la Football Association como un epifenómeno provisional e inofensivo que desaparecerá el día siguiente al armisticio. Considerado en un principio como una atracción lúdica, incluso cómica —en algunos partidos las futbolistas se enfrentan a hombres que juegan con las manos atadas a la espalda o a amputados de guerra—, el fútbol femenino va obteniendo progresivamente el reconocimiento del público, que aprecia el valor de estas jóvenes obreras en las cadenas de montaje y su compromiso altruista, pero, sobre todo, sus hazañas deportivas.

Famosa por la calidad de su juego, la formación de las Dick, Kerr Ladies de la localidad industrial de Preston (Lancashire) fue fundada en el año 1917. «Jugábamos a meter el balón en las ventanitas cuadradas del vestuario», recuerda la futbolista obrera Alice Norris. «Si los chicos nos batían en el número de tiros metidos en esas ventanas, teníamos que regalarles un paquete de cigarrillos Woodbines, pero si les ganábamos nosotras tenían que comprarnos una tableta de chocolate Five Boys».148 Alfred Frankland, administrativo de Dick, Kerr & Co, al que le gustaba observar desde su despacho a aquellas jugadoras improvisadas pegándole patadas al balón durante la pausa del mediodía, terminó tomando bajo su protección al equipo y convenciendo al club profesional del Preston North End FC de que le prestara su estadio, el Deepdale, para jugar un partido benéfico. En Navidad de 1917, las Dick, Kerr Ladies consiguen así atraer a Preston a diez mil espectadores para presenciar un partido contra las jugadoras de la fundición Coulthard a beneficio del Moor Park Military Hospital, el hospital militar de la localidad. El encuentro recaudará el equivalente de 40 000 libras esterlinas actuales.149

Al tiempo que se fundan las Dick, Kerr Ladies, algunas escuadras de munitionnettes reciben apoyo logístico de los clubes de fútbol locales. Las Blyth Spartans Ladies, que adoptan los colores de los semiprofesionales Blyth Spartans AFC, son entrenadas por los marinos de la Royal Navy que vienen al puerto de Blyth (Northumberland) a cargar en los navíos de guerra con destino al frente los obuses fabricados por estas obreras futbolistas. Frente a la multiplicación de los equipos y el éxito popular de los partidos benéficos, el Newcastle Daily Chronicle anuncia, el 20 de agosto de 1917, la celebración en ese otoño de una competición futbolística exclusivamente femenina de carácter filantrópico, la Munitionettes’ Cup. Catorce equipos de obreras participan en esta copa que culmina el 18 de mayo de 1918, con una final en Middlesbrough en la que se enfrentan las Blyth Spartans Ladies y las Blockow Vaughan Ladies. Unos veintidós mil espectadores se precipitan al Ayresome Park para asistir a este encuentro a beneficio del Teesside Medical Charities. Por último, en ese mismo año se organizan incluso partidos internacionales Escocia-Inglaterra, como el que se celebró el 2 de marzo de 1918 en el Celtic Park de Glasgow, en el que las munitionnettes escocesas de la fábrica Beardmore se enfrentan a las Vickers Munition Girls de Barrow-in-Furness.

La firma del armisticio significa el regreso de las tropas británicas al país, y marca el fin de la industria bélica y de sus munitionnettes. Entre noviembre de 1918 y agosto de 1919, 750 000 obreras son despedidas,150 mientras las fábricas reanudan su producción de antes de la guerra, como Dick, Kerr & Co, que vuelve a fabricar vías de ferrocarril. Sin embargo, las obreras futbolistas no están precisamente dispuestas a colgar las botas: pese a la disolución de algunas formaciones151 a finales de 1918, Gran Bretaña aún contaba con un centenar de equipos femeninos dispuestos a plantar cara sobre el césped.

«Mucho mejores cañoneras»

Habiendo conseguido ser empleadas por el hospital local, las talentosas Dick, Kerr Ladies, aún bajo el patrocinio de su antigua fábrica y dirigidas por Alfred Frankland, continúan suscitando el entusiasmo popular a lo largo de 1919. Un partido del 8 de marzo de 1919 que enfrenta a las Dick, Kerr Ladies con las Newcastle Girls atrae a cinco mil personas y permite recaudar 179 libras esterlinas para obras de caridad, prueba de que el fútbol femenino ha sido capaz de fidelizar a su público durante la primera guerra mundial. Unas semanas más tarde, el mismo programa reúne a 35 000 espectadores en el St James’ Park de Newcastle.152 Al año siguiente, las Dick, Kerr Ladies juegan una treintena de partidos oficiales con 25 victorias, 3 derrotas, 133 goles marcados y tan solo 15 encajados,153 es decir, cifras iguales o mejores que las de un equipo profesional masculino de la época.

El 26 de abril de 1920, dieciséis jugadoras francesas desembarcan en Douvres para una serie de cuatro partidos internacionales contra las Dick, Kerr Ladies a beneficio de la National Association of Discharged and Disabled Soldiers and Sailors. Formada principalmente por jugadoras del Fémina Sport y de En Avant!, dos clubes parisinos, la selección francesa está supervisada por Alice Milliat, presidenta de la recién nacida Fédération des Sociétés Féminines Sportives de France (fsfsf) [ver capítulo 19]. Pero como el fútbol femenino en Francia aún estaba en estado en embrionario —apenas existen una decena de clubes, casi todos en la región de París—, la prensa francesa queda fascinada por el entusiasmo de los veinticinco mil espectadores llegados para asistir al primer encuentro en Preston:

El regreso del primer partido es apoteósico: la circulación de los vehículos se hace imposible —comenta el periódico L’Auto—. En cuanto a bajar del vehículo y atravesar la acera para penetrar en el hotel, es algo indescriptible: robustos policías ingleses intentan abrir un camino que no consiguen mantener despejado más que unos pocos segundos; las francesas consiguen escapar con bien de esta muchedumbre, no sin perder jirones de sus ropas.154

Hasta el último encuentro, celebrado el 6 de mayo en el Stamford Bridge, el estadio del prestigioso club londinense de Chelsea, la gira futbolística cosecha el caluroso entusiasmo de los ingleses.

Soportamos con una sonrisa el suplicio que periodistas y fotógrafos nos infligieron durante más de una hora cuando el tren llegó a Londres —narra Alice Milliat—. En cada estación importante teníamos que bajar al andén o ponernos en la portezuela de los vagones para que nos fotografiaran una vez más. […] Tengo confesar que el recibimiento que nos ofreció la población de la gran ciudad de Preston fue para nosotras de lo más inesperado. De un lado a otro de la calle colgaban banderas y pancartas con inscripciones en francés; el alcalde nos esperaba de pie en las escaleras del ayuntamiento para darnos la bienvenida a nuestra llegada.155

Cinco meses después del éxito triunfal de este periplo deportivo, las Dick, Kerr Ladies cruzan el canal de La Mancha para realizar una gira de cuatro partidos contra sus homólogas francesas. El primer encuentro, el 31 de octubre, reunió en el estadio Pershing de París a más de doce mil curiosos y al embajador británico.156 Al día siguiente, en Roubaix, diez mil espectadores acuden al Parc Jean Dubrulle para asistir a la victoria 2 a 0 de las inglesas. Durante sus desplazamientos en el norte y, más tarde, el 6 y 7 de noviembre, en Le Havre y Rouen, las futbolistas se recogen en silencio ante los principales monumentos a los caídos que jalonan el trayecto, sellando así la amistad franco-británica que se había forjado durante la primera guerra mundial.

El punto culminante del año 1920 tiene lugar el día del tradicional partido del Boxing Day, el 29 de diciembre. 53 000 espectadores se agolpan en las gradas del Goodison Park, el estadio del Everton FC de Liverpool, para contemplar a las Dick, Kerr Ladies, que ganan 4 a 0 al St. Helen’s Ladies. Las futbolistas son escoltadas por la policía para conseguir llegar a los vestuarios y la gran afluencia de público permite recaudar la impresionante suma de 3115 libras esterlinas para el Unemployed Ex-Servicemen’s Distress Fund.157 La joven futbolista Lily Parr, de tan solo quince años de edad, se convierte en la máxima goleadora del equipo. «Probablemente no existe mayor prodigio del fútbol en todo el país, comenta un periódico local. No solo tiene velocidad y un excelente control del balón, sino que su admirable forma física le permite escapar a las defensoras que la atacan. Los caminos que toma desde su portería hasta el campo contrario han dejado a la multitud estupefacta».158

Al año siguiente las Dick, Kerr Ladies multiplican los triunfos deportivos, disputando un total de 67 partidos —es decir, unos dos partidos por semana durante la temporada—, entre ellos una serie de encuentros apoyando el importante movimiento huelguista de los mineros, que había dado comienzo en abril de 1921, ante una media de trece mil espectadores.159 Impresionado por la calidad del juego de las inglesas y por la cantidad de público que convocan, el 5 de noviembre de 1921 el Sport of Dublin admite: «Si los jugadores de la liga irlandesa fueran capaces de jugar un fútbol tan hábil y atractivo como el que jugaron las Dick, Kerr Ladies en Windsor Park la semana pasada, habría más público y crecería la venta de entradas. Las mujeres fueron tan rápidas y hábiles como los internacionales el fin de semana pasado, y unas cañoneras mucho mejores».

Los hombres llaman al orden

Ahora que la Football League ha relanzado el campeonato profesional británico para la temporada 1919-1920, y la Football Association, la Copa de Inglaterra, las autoridades futbolísticas empiezan a mirar con malos ojos no solo su competencia en términos de audiencia y de espectáculo deportivo, sino también la organización de estos encuentros femeninos en los estadios de sus clubes afiliados. Los importantes beneficios generados por las competiciones entre ladies también exasperan a las esferas dirigentes del movimiento deportivo, que se cuestiona cada vez más la naturaleza de este fútbol femenino: ¿Se trata de una simple prolongación de los partidos benéficos entre munitionnettes de la primera guerra mundial o de una popular práctica futbolística que está implantándose durablemente en la cultura deportiva británica?

Por otra parte, el contexto social de los años 1920-1921 se muestra favorable a la emancipación femenina. Aunque en 1918 el parlamento había votado el Representation of the People Act, que autorizaba a las mujeres casadas de más de treinta años a votar, y aunque en 1919 Nancy Astor se convirtió en la primera mujer en formar parte del Parlamento, un soplo reaccionario y patriarcal cruza la sociedad británica. Es verdad que la participación de las obreras en los esfuerzos de guerra ha conseguido que se tambaleen durante un tiempo los cimientos de la rígida división por sexos. Pero la aparición en las metrópolis inglesas del movimiento de las «Flappers», jóvenes libertarias que reivindican la sexualidad libre, los cabellos cortos y el consumo de tabaco y alcohol, genera un verdadero huracán de pánico moral.

En este contexto, el fútbol femenino empieza progresivamente a aparecer como vector de una crisis de identidad de género y como cuestionador del papel procreador asignado a la mujer. A principios de 1921, una carta acusatoria supuestamente dirigida por una mujer a su hermana menor, futbolista, aparece en el Blaydon Courier:

Apelas a la sagrada causa de la caridad. Pero ¿acaso la caridad es lo único sagrado? ¿Es que no existe una hermosa flor llamada modestia? ¿No tienes ningún respeto por tu sexo? Querida y amable Jennie, ¿acaso no sabes que cada vez que entras en los vestuarios y abandonas tu atuendo femenino por una camiseta y un pantalón de fútbol masculino no solamente te deshonras, sino que rebajas tu sexo a los ojos de todos aquellos que tienen un mínimo de decencia?160

En una entrevista publicada el 21 de abril de 1921, el conocido atleta Walter Goodall George declara, a propósito del fútbol femenino: «Tenemos que tener en mente nuestras necesidades futuras en términos de maternidad y, como nación, reflexionar si los esfuerzos físicos inherentes al deporte femenino y asociados a una nueva mentalidad son beneficiosos o perjudiciales. A este respecto tiendo más bien a pensar que es necesario que las altas instancias médicas lleven a cabo una investigación oficial bajo la supervisión del Gobierno».

El retorno al orden patriarcal al que aspiran los hombres pasa pues por un retorno al orden futbolístico, y es la federación inglesa quien lo pita brutalmente el 5 de diciembre de 1921, al prohibir de manera oficial a los clubes afiliados a ella que presten sus terrenos a equipos femeninos, vetándoles también cualquier asistencia técnica o arbitral. Tras haber sancionado duramente al Winchester City FC por haber puesto su estadio a disposición de los equipos femeninos de Plymouth y Seaton, estipula que «el fútbol no está adaptado a las mujeres y nunca se las debería alentar a su práctica».161 Además, la Football Association justifica a medias su decisión apoyándose en acusaciones de malversación del dinero recaudado para obras de caridad. Es probable que los beneficios engendrados por estos partidos hubieran podido aguzar el apetito financiero de los mánager de equipos femeninos. Sin embargo, aunque, como en los albores del fútbol profesional masculino, las jugadoras recibían discretas remuneraciones para compensar la pérdida de sus jornadas de trabajo, los promotores de estos encuentros estaban movidos más por el deseo de desarrollar un fútbol femenino de alta calidad deportiva que por preocupaciones puramente mercantiles.162

Con respecto a la fulminante decisión de la Football Association, el célebre tennisman e impulsor de la educación física Eustace Miles aprueba: «Creo que el fútbol es un juego inadaptado para las mujeres, sobre todo si no han pasado antes por un examen médico […]. Al igual que el físico de una mujer es más redondeado que el de un hombre, sus movimientos deberían ser más curvos y menos angulosos».163 El discurso oficial de la federación de fútbol es retomado asimismo por los directivos de distintos clubes profesionales. Peter McWilliam, entrenador del Tottenham Hotspur FC, dice en las páginas del Hull Daily Mail: «He presenciado uno o dos partidos femeninos que me han convencido de que el juego solo puede tener consecuencias nefastas para las mujeres». Mismo discurso por parte del entrenador del arsenal, Albert Leslie Knighton: «Cualquiera que conozca la naturaleza de las lesiones sufridas por los futbolistas masculinos no puede evitar pensar, viendo jugar a las chicas, que si recibieran golpes y contusiones similares sus futuros deberes de madre quedarían gravemente comprometidos».164 El mensaje político enviado por las autoridades deportivas es diáfano: los estadios de fútbol han de seguir siendo el templo de la masculinidad y el deber de las mujeres es consagrarse a la regeneración de la nación.

Una de las primeras consecuencias directas de esta resolución radical es que un gran número de encuentros femeninos programados para la temporada son anulados por falta de estadios disponibles. Asimismo, de los ciento cincuenta equipos censados a finales de 1921, tan solo una veintena consiguen seguir practicando el fútbol, no sin grandes dificultades, durante los años siguientes.165 Gozando aún de su fama deportiva, las Dick, Kerr Ladies se embarcan en septiembre de 1922 para una gira trasatlántica. Tras una serie de partidos contra escuadras masculinas en Baltimore, Washington y Nueva York, reciben estupefactas la noticia de que los partidos programados en Canadá han sido anulados por decisión de la Federación Canadiense de Fútbol. Desencantadas, las futbolistas regresan a Liverpool el 17 de noviembre de 1922. Un comité de bienvenida oficial, formado por varios ediles regionales, recibe a las jugadoras a su descenso del transatlántico. Sin embargo, los brindis a la gloria del fútbol femenino suenan irremediablemente falsos a los oídos de las Dick, Kerr Ladies. Continúan disputándose algunas competiciones esporádicas, pero los encuentros Francia-Inglaterra de 1922 y 1923 atraen a mucho menos público. Y, de hecho, los diarios nacionales como el Manchester Guardian, el Daily Mail o el Times, que antes anunciaban y reseñaban los distintos partidos, prácticamente dejan de hacer referencia al fútbol femenino a partir de 1922.166

La memoria colectiva del entusiasmo popular británico por el esférico femenino y sus obreras futbolistas decae progresivamente en favor de un fútbol exclusivamente masculino. En 1926 las Dick, Kerr Ladies se ven despojadas hasta de su nombre, después de que su patrocinador industrial se desentienda financieramente del equipo. Se rebautizan como las Preston Ladies, pero la gloriosa escuadra femenina desaparecerá definitivamente en 1965. En cuanto a la resolución del 5 de diciembre de 1921, habrá que esperar cincuenta años exactos para que la Football Association revoque la expulsión de las mujeres del fútbol inglés…

131. Citado en Hesketh Pearson, Oscar Wilde. His life and wit, Harper & Bros., Londres, 1946, p. 147.

132. Claude Boli, Football. Le triomphe du ballon rond, Les Quatre Chemins, París, 2008, p. 123.

133. Jennifer Hargreaves, Sporting females. Critical issues in the history and sociology of women’s sports, Routledge, Londres, 1994, pp. 88-111.

134. Tim Tates, Girls with balls. The secret history of women’s football, John Blake Publishing, Londres, 2013, p. 9.

135. The Manchester Guardian, 22 de junio de 1881.

136. James Walvin, o. cit., p. 69.

137. Kathleen. E. McCrone, Sport and the physical emancipation of English women 1870-1914, Routledge, Londres, 1988, p. 201.

138. Citado en Quel Corps?, n.º 12-13, 1979.

139. James F. Lee, «The lady footballers and the British press, 1895», Critical Survey, vol. 24, n.º 1, 2012.

140. Paisley and Renfrewshire Gazette, 4 de mayo de 1895.

141. Jean Williams, A game for rough? A history of women’s football in Britain, Routledge, Londres, 2003.

142. Tim Tates, o. cit., p. 103.

143. Archivos del Imperial War Museum, Women’s Work Collection, citado en Xavier Breuil, Femmes, culture et politique. Histoire du football féminin en Europe de la Grande Guerre jusqu’à nos jours, tesis doctoral de Historia, Universidad Paul Verlaine, Metz, 2007, p. 37.

144. Fabienne Broucaret, Le sport féminin. Le sport, dernier bastion du sexisme?, Michalon, París, 2012, p. 20.

145. Claude Boli, o. cit., p. 124.

146. Patrick Brennan, «Munition Girls’ football in Cumbria 1917-1919», <www.donmouth.co.uk>, 2016.

147. Citado en Xavier Breuil, o. cit., p. 34.

148. Tim Tates, o. cit., p. 127.

149. Ib., p. 129.

150. Marie-Noëlle Bonnes, «Les Anglaises et l’effort de guerre de 1914-1918», Guerres Mondiales et Conflits Contemporains, junio del 2000, n.º 198, p. 79-98.

151. Las futbolistas obreras resultaron además diezmadas por la pandemia de gripe de 1918. El 16 de noviembre de 1918, por ejemplo, únicamente dos jugadoras del Armstrong-Whitworth Co se presentaron al partido; las demás habían sido alcanzadas por la influenza.

152. Tim Tates, o. cit., p. 159.

153. Ib., p. 185.

154. L’Auto, 14 de mayo de 1920.

155. Le Miroir des Sports, 21 de octubre de 1920.

156. Alfred Wahl, o. cit., p. 195.

157. Tim Tates, o. cit., p. 197.

158. Citado en John Simkin, «Lily Parr», Spartacus Educational, septiembre de 1997. En línea en <spartacus-educational.com>.

159. Gail J. Newsham, In the league of their own! The Dick, Kerr Ladies football team, Scarlett Press, Londres, 1997, pp. 47-49.

160. Tim Tates, o. cit., p. 212.

161. Claude Boli, o. cit., p. 125; Xavier Breuil, o. cit., p. 92.

162. Tim Tates, o. cit., pp. 240-241.

163. Ib., p. 228.

164. Ib., p. 229.

165. John Williams y Jackie Woodhouse, «Can play, will play? Women and football in Britain», en John Williams y Stephen Wagg, British football and social change: getting into Europe, Leicester University Press, Leicester, 1991, pp. 85-109.

166. Xavier Breuil, o. cit., p. 94.

Una historia popular del fútbol

Подняться наверх